martes, 26 de diciembre de 2006

Desinformados, no informados, mal informados

El semanario Temas-Venezuela ha colocado en su portal web una encuesta, sólo para bolivarianos, en la cual se plantea lo siguiente: “Chávez volvió a reclamar la falta de una estrategia comunicacional para el Gobierno. ¿Qué hacer?”.
Hasta el miércoles, día en que quitaron la encuesta de la página principal, la opción que más votos ha recibido es: Buscar al ministro de Información más adecuado. Con un poco menos de votos le siguen: Crear una red de medios veraces e independientes y Fortalecer los medios comunitarios y alternativos.
Las opciones menos votadas son: Crear medios que sólo alaben la acción de Gobierno, y Nada: lo que hay está bien.
El análisis más superficial señala que el pueblo bolivariano sabe que el Gobierno está mal a la hora de difundir los mensajes de sus logros, y sigue creyendo que un funcionario eficiente pudiera ser capaz de revertir esa situación. He oído decir a algunos compas (pero no sabría decir si es un sentimiento general): "Chávez no se ha dado cuenta de que el único ministro de Información que le ha funcionado no es un periodista sino un militar: Jesse Chacón".
Tarea difícil pero necesaria: convencer a este gentío de que esa clase de importantes funciones debe abordarlas el colectivo. Seguir creyendo que un solo hombre es capaz de resolvernos estos graves asuntos es un error. ¿De qué y de dónde deberíamos aprender los comunicadores de hoy y los comunicadores populares del futuro? De varias experiencias donde el sujeto-protagonista ha quedado suprimido para abrirle paso a la gente organizada: Mesas Técnicas de Agua, Comités de Tierra Urbana, Comités de Salud, las muchas formas de organización popular del tiempo chavista y anteriores a Chávez.

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Eso es lo que tenemos de este lado: un mensaje constante pero ineficiente, una propaganda caudalosa pero poco efectiva. El único consuelo a la vista, de momento, es lo que vemos del lado de allá: el antichavista furibundo sigue recibiendo mensajes interesados en fabricarle un país grotesco, sin esperanzas, y por fortuna inexistente: una dictadura horrible aplasta al que abra la boca, un país donde estamos a un milímetro de abrir campos de concentración y matar a los judíos, donde "el Gobierno no hace nada" sino volver mierda al país para que ellos, los buena gente de la clase media y los empresarios, sufran un rato. Por supuesto que deben sentirse muy mal. Sigan creyendo ciegamente en Globovisión.
Las únicas opciones que tiene el consumidor promedio de Globovisión, El Universal y demás cloacas son la evasión y la furia destructiva: o me largo del país (o de este mundo), o me lanzo a la loca aventura de demoler todo cuanto de positivo tiene vivir en una Venezuela llamada y lanzada a la participación.
¿Quién está mejor entonces, en materia de información? ¿Los que no saben difundir sus logros o los que se empeñan en no ver ninguno por ningún lado? ¿Los desinformados y los no informados de allá, o los mal informados de aquí? Parece que para unos y otros el efecto es el mismo: hay quienes se empeñan en ver esto como un paraíso donde no hay problemas por resolver porque Chávez los resolverá todos en los próximos 200 años, y otros que se empeñan en hacer creer que nada sirve, que esto es un barranco sin fondo. Tenemos un país en movimiento pero seguimos esperando que alguien nos fabrique la ventana adecuada, esa desde donde se puede ver mejor el paisaje.
Y ¿qué tal si derribamos esa maldita pared y empezamos a ver y a comunicar lo que vemos, y no lo que nos cuentan?

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Hace rato está en la calle esa propuesta: potenciar hasta donde sea necesario al ciudadano-reportero, al comunicador natural que todos somos. Sólo desde la calle puede revelarse la verdad de las calles. Quien patea calle, por lo tanto, ya tiene la materia prima para convertirse en el comunicador popular que queremos: uno que ve la realidad con la naturalidad del día a día y dice la verdad con la misma humildad y la misma vocación de quien nació para “echar el cuento”.
¿No es más refrescante esa idea que la eterna búsqueda de un ministro inexistente, capaz de armarlo todo en solitario, y que al final recibe, casi siempre injustamente, todos los señalamientos y las acusaciones?
10/02/2006

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