lunes, 29 de enero de 2007

Terapia cayapérica

Estaban medio preocupados porque yo podía echarles paja. Y el motivo de preocupación era bueno y acertado, porque yo no soy escaparate de nadie: tres de los Cayapos y anomalías afines vinieron a Caracas y se hospedaron en el Caracas Hilton. Me perdonan esa, pero no podía quedarme con ese chisme trancao en el pecho:

Yo de vez en cuando voy a visitar a esos perros allá en San Diego o en Quíbor, sobre todo cuando necesito una terapia de discurso soñador (no de sueño) cuando ya voy camino a un colapso por escepticismo por sobredosis de estupidez, ante tanto mamagüevo que se dice revolucionario pero no puede mover un dedo sin que se lo ordene el comandantísimo (y ni hablar de la estupidez de quienes están en la otra acera).
Una gente de la Misión Cultura que se mantiene activa en Artigas los invitó a dar aquí una de sus conferencias-recitales-conversatorios-toques de Gino-provocaciones, y como a ellos no les pagan por eso (sería el colmo) entonces los alojaron en er jirton. Por supuesto, pasaron cosas abominables como que Gino preguntó cómo hacían para calentar esa agua ahí adentro en los tubos; Carlos Angulo regañó a una muchacha que le recomendó una cerveza Pilsen en el restaurant, porque Un viejo como yo no puede andar con una vaina de esas colgando en el labio, en el ombligo o en la lengua, como las sifrinas. Y el Ramón Mendoza hizo lo que hace siempre: dar órdenes, costumbre o maña que le ha hecho merecedor del título El Shamán de Güere, porque es indio entre otras cosas y sus dictámenes no se discuten porque se arrecha. Dice Carlos Angulo que por eso se la pasa arrecho todo el tiempo.
El fin de semana los utilicé para mis perversos fines terapéuticos aquí en Caracas, y me enteré de un poco de cosas. Por ejemplo, que su aspecto de indigentes les sigue acarreando sinsabores. Hace unos días estaban presentándose en Falcón y de pronto, a mitad de un poema de Carlos Angulo, una muchacha que estaba en el público empezó a pelear con su novio, a hacerle un reclamo a todo pulmón: "Coño Efraín, yo te llevo a ver a Shakira y tú me traes a ver un show de la misión Negra Hipólita, ¿qué mierda es esta?".
Es que, francamente:

Los Cayapos son esa misma fauna maravillosa que les gritó una vez a los gerentes medios de Pdvsa que cómo hacía uno para ser antimperialista y estar contra la guerra, pero al mismo tiempo quedarse callado ante el hecho de que la maquinaria gringa de guerra se mueve con combustible venezolano; son esos mismos coños que anduvieron décadas tratando de comprar, mendigar o invadir cualquier terreno de 10 hectáreas para construir allí un poblado libertario y autogestionario, sin autoridades ni jefes (Chávez lo llama Ciudad Federal y ahora todo el mundo cree que esa verga la inventó él), y ahora están a punto de entregarles, no las 10 que pidieron sino 800, allá en Portuguesa, y ahora están metidos en ese rolitranco de paquete, porque una cosa es soñar una sociedad y otra muy distinta lanzarse a construirla. Y además alláaaa lejos, en unos parajes donde hay tantos tigres como zancudos, en un lugar sin nombre cuyo contacto más cercano con la civilización queda a una hora y media de llano infinito: un caserío llamado Suruguapo.

***

A sincerarse: precisamente esos lugares son los más propicios para hacer una revolución, para construir una sociedad revolucionaria. Hace unos meses había 12 familias dispuestas a lanzarse a construir la vaina. Cuando llegó la noticia de que ya había un espacio donde concretar la cosa, hicieron una reunión. Ramón Mendoza les explicó a todos lo que había (o lo que no había, o sea, lo que hay que hacer), y dónde. Enseguida saltó uno de los compañeros, preocupado por un detallazo: "Caramba, pero y ¿cómo vamos a hacer con la escuela de los chamos?". Varias de las familias tienen niños menores de diez años.

Respondió el Shamán de Güere:

--Ah verga, pero ¿nosotros no ique íbamos a hacer una revolución? ¿Vamos a inventar una sociedad distinta pero vamos a enviar al futuro a estudiar en una escuela adeca?
--No, compa -respondió el aludido-, pero ese muchacho va a crecer y va a necesitar ganarse la vida, un título...
--Bueno, si es por el cartón ese no te preocupes: allá en el ministerio de Educación tiene que haber alguien que les haga una reválida o como se llame eso para que le den el papel que decreta que el muchacho sabe sumar, leer y escribir. Pero al conocimiento le vamos a dar forma aquí, los muchachos y nosotros, sin eso de pasar por grados y sin un maestro que le ordena pensar como dice la sociedad capitalista porque si no lo raspa.

Se les participa a los conservadores (chavistas y anti) que estos tipos van a producir bienes de trueque, de consumo y quizá también algún dinero, y los recursos que acumulen los destinarán a hacer que se propaguen otros poblados iguales.
Pero tranquilos. Esto va dar sus frutos al cabo de muchas décadas, probablemente el próximo siglo. Llegado el momento, no digan que no se los advertí. Si a usted le gusta el mundo así como está, vaya pensando seriamente que a esta plaga hay que pararla.

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Coda:
soñar vainas raras es gratis. Quienes no lo hacen ni una vez en la vida están condenados a vivir en una sociedad de mierda para siempre. A quienes lo hacen aunque sea de vez en cuando, lo peor que les puede pasar es que gocen un bolón desconcertando y haciendo arrechar a las mentes cuadriculadas, y que éstas ganen algunas batallas. Algunas, nunca la batalla final.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Nada. Esto es la revindicación del saber del sentido común.Lo de la escuelas culturamente adecas es tan cierto como que en la Unión Soviética fracasó el socialismo porque no pudieron acabar con la cultura de los zares y su reproducción de castas, que se remonta a la época medieval. Epoca de la génesis del capitalismo a través de sus feudos. Abusando de las comparaciones, por supuesto.
Estos chamanes de güeres son unos mollejuos; humildemente.Mis respetos.