jueves, 24 de enero de 2008

Lo que pasó y lo que no pasó el 23

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El día 23 de enero fue importante para los grupos organizados de la parroquia así llamada, entre muchas otras cosas, porque unos cuantos grupos y ciudadanos decidimos eliminar una espina que teníamos incrustada en el corazón de la parroquia: quitamos un busto de Diego de Losada, quitamos junto con él el nombre a la plaza y decidimos que ahora esa plaza homenajea y nombra a los Combatientes Revolucionarios de la parroquia; a la figura y el recuerdo del luchador social y líder estudiantil asesinado Sergio Rodríguez; a los muchos parroquianos muertos o desaparecidos por el Estado Burgués, que nos persiguió por décadas (con algunas pausas, como la actual) con saña criminal.

Y listo: tenemos Plaza del Combatiente Revolucionario. Queda en la entrada a la parroquia desde la avenida Sucre. Hace unos pocos meses el compa Jesús Arteaga se percató de la existencia del busto, nos comunicó su asco y entonces procedimos. Colocamos en su lugar una pieza vergataria de mármol travertino (donación de Arnoldo y Marichina García Herrero, continuadores de la sangre y las luchas del Miliciano Remigio García Herrero, a través de su empresa Canteras y Mármoles) e instalamos una placa que seguramente no durará allí mucho tiempo, pues la vaina brilla como el oro y ese lugar es paseadero y refugio de compatriotas nómadas: recogelatas, piedreros y afines. Poner esa placa en ese sitio y aspirar a que perdure es como meter a una virgen de 15 años en la cárcel de El Rodeo y pretender que salga intacta.

Que les aproveche. Nuestra rebeldía será rebasada por la de ellos y bastante ridículo y pequeñoburgués sería que la cosa nos produjera consternación. Lo más pobre y excluido en medio de la pobreza y la exclusión de esta sociedad arrancará de cuajo la placa que allí pusimos. Nosotros quisimos hacer un acto de justicia histórica; ellos (o el que llegue primero) realizarán un acto de hambre y rabia. Por lo que les darán a cambio de la placa no conseguirán meterse el crack suficiente para la nota de una noche. No calmarán con su acción el hambre ni la ansiedad, pero sí serán un poco más libres porque la rabia emancipa.
Hemos de buscarlos luego para tratar de hacerles entender algunas cosas. A ver si el próximo objeto que pondremos (y que deberá ser menos ostentoso o más resistente) dura un poco más.

Una noche antes despegamos limpiamente el busto del conquistador Diego de Losada. No opuso tanta resistencia como pensábamos. Pero el bicho nos zancadilleó con una pequeña venganza de ultratumba (y mire que nos lo observó, con sólo mirar la luna llena y medir unos presagios, la dilecta Morelva): mientras celebrábamos con proclamas, consignas y cohetones, la gigantesca pieza de mármol se cayó dentro del camión que la traía y se volvió pedazos. Nos quedamos sin monumento, pero sólo temporalmente: un telefonazo y ya García Herrero nos garantizó otra pieza igual para la mañana siguiente. Así que volvimos a joder a don Diego, pese a la maldición y a la luna que advirtió a More.

Mientras colocábamos la rolitranco e piedra en la plaza (ocho coñoemadres tuvimos que parir para bajar del camión y colocar en su sitio aquel trozo de montaña de 300 kilos) el presidente Hugo Chávez pasó a nuestro lado, manejando un carro iraní ensamblado en Venezuela. Nos dijo “Adiós” con la mano. A su lado iba su hija, que no recuerdo cómo se llama, y detrás los escoltas y toda la parafernalia de la caravana presidencial. Luego volvió a pasar, cuando salía de la parroquia luego de finalizados los actos oficiales que dejaron semidesierto el nuestro (pues de bolas, nosotros no vendimos leche ni tenemos el carisma de Chávez). Pero igual lo saludamos con afecto. “Adiós”, nos volvió a decir con la mano. El Presidente es un tipo de pocas palabras.
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Nosotros (Misión Boves) sólo metimos casquillo, medio explicamos el sentido de la acción y ya teníamos a un río de gente y organizaciones metiendo el hombro para que se llevara a efecto el acto justiciero. La Coordinadora Simón Bolívar se aplicó con ganas a darle músculo y piel a lo que era sólo una idea. Otros grupos del Veintitrés hicieron también su aporte. Otros se abstuvieron con argumentos legítimos, y otros más con explicaciones insólitas. Es la dura realidad: resulta imposible reconciliar o unir a los grupos mayoritarios del 23 de Enero en alguna actividad, como no sea la defensa armada en casos de represión (había que verlos, el 11, 12 y 13 de abril de 2002). Eso de estimular actos de pueblo deja satisfacciones y amarguras, como cualquier iniciativa distinta a quedarse en casa mirando televisión y esperando que los demás resuelvan o dejen de resolver nuestros problemas individuales o colectivos.

Por supuesto que la acción tenía que estremecerles las entrañas a los conservadores de corazón, y también a algunos conservadores de clóset (que se sienten revolucionarios pero tiemblan cuando les desacomodan los convencionalismos). Más de un “amante de la democracia” nos ha dicho a los promotores del acto, con ese aire y esa media sonrisa propias de los pajúos que creen que saben mucho, que ese es un acto vandálico, ilegal y antidemocrático, porque en el 23 de Enero viven 300 mil personas y los activadores del acto no llegamos a mil. A esos güevones, y a otros más que se acercarán a decirnos más o menos lo mismo, habría que confrontarlos consigo mismos. Pues resulta que los nombres de los sitios públicos, las ciudades, las calles y demás elementos que rodean nuestro cotidiano permanecer y desplazarnos, los han decidido en su abrumadora mayoría el Estado, las corporaciones, los gigantes de la construcción, la Iglesia Católica. Esto es, el poder en sus formas más aplastantes e ineluctables. Las avenidas y calles se llaman como se llaman y ningún pendejo de estos protesta ni protestará nunca por ello.
Ellos guardan silencio y bajan la cabeza ante el poder pero se escandalizan ante los actos de pueblo. Y sin embargo dicen que aman la democracia. Con esa dolencia del alma morirán y serán olvidados.

12 comentarios:

David Hernandez dijo...

Sólo esperemos que no corra con la misma suerte con la que corrió el monumento al Ché levantado en el Pico El Aguila, Edo. Mérida. El odio no aguantó y horas después del acto de presentación fue tumbado a punta de balas (en la madrugada).

Anónimo dijo...

La pieza se les rompió y en pocas horas una empresa privada les proveyó otra igual.....Esto del capitalismo es maravilloso ¿No crees?

Felicidades, parece que la actividad se les dió a más.

romrod dijo...

yo lo que no entiendo es que carajo hace una plaza con el nombre de Diego de Losada en el 23... o en cualquier otra parte. Diego de Losada fue un personaje histórico, no lo dudo, pero celebrar su existencia después de los desmanes ocurridos durante la conquista me parece un exabrupto. Con mencionarlo en algún libro de historia es suficiente.

¿Acto vandálico e ilegal? El que dijo eso no tiene idea de lo que es el poder popular. Y si de verdad le devolvieron el busto al instituto del patrimonio cultural para que hagan con eso lo que quieran pues mucho menos es vandalismo.

Hay todavía mucho por cambiar y transformar, y parte de eso es cambiarle la mentalidad a la gente sobre el papel del estado en nombrar calles y plazas.

Lo que no entendí muy bien es como es el monumento, ¿no tienes otra foto mejor donde salga la placa completa?

Y un hurra a los nietos del miliciano Remigio!

Saludos!

More dijo...

El pueblo ha estado anestesiado por demasiado tiempo. Y es preciso ayudar a despertarlo. Valga la forma, valga el momento para hacerlo. No importa si son mil esta vez. Lo importante es que vaya creciendo la llama.

"Aquí voy cual cometa fugaz, papagallo sin amarras, dispuesto a volar sin grillos ni cadenas hacia lo desconocido.(...)Aquí estoy, individuo solo universalizando mi existencia, aquí voy cual loco alegre regalando mis arapos a los desposeídos, compartiendo el pan de las ideas libertarias. Aquí vengo cual Quijote enmudecido entregando mi amor como un pan compartido para todos, asumiendo la dinamicidad de la vida. Aquí vengo con mi espada luminaria atravesando los fantasmas de la inconsistencia y el egoísmo, levantando mi espada contra aquellos químicamente puros, farsantes de la honestidad. Aquí estoy amigos y enemigos míos, con mi armadura de guerrero dispuesto a entregar mi vida, estando seguro y convencido de que la muerte no existe"
Sergio Rodríguez.
Si esta plaza no lleva el nombre de este luchador y poeta, ¿cuál otro?

Saludos

Anónimo dijo...

Duque,

Realmente ¿crees que es no es un poco autoritario e impositivo que menos de 1.000 personas tomen esta decisión, en una comunidad de 300.000?

Comparto el acto que llevaron a cabo. Respecto a lo que dices acerca de los "piedreros", no basta con solo quitar el busto del colonizador y dignificar su espacio con el lider social y estudiantil. El acto de justicia social quedará consumado el día que también podamos resolver lo que esa colonización que simboliza Lozada nos trajo: miseria, hambre, consumo...piedra...vandalismo, corrupción.

El reto es que no se quede en un acto simbólico: una cosa de cambiar una estatua, un nombre, (un partido)...debemos ir más allá en la dignificación de nuestros espacios, para alcanzar un "real" estado de justicia social.

El comentario respecto a las armas asusta. Espero que en nada se trate de "eliminar" piedreros o malandros. El reto es transformar una sociedad erigida en el consumo, la desigualdad, la corrupción.

Anónimo dijo...

digan lo que digan los pajuos retrogrados... se hizo justicia.

excelente post.

JRD dijo...

Dave. La derecha actuó en el Pico EL Águila porque ese es un paraje solitario y lejano. Ojalá le echaran bolas aquí en el 23. Sería una delicia que lo intentaran.

RomRod, gracias por los conceptos. En la primera foto allá arriba se ven unos tipos colocando una cosa grande como una pared. Esa es la piedra de mármol. A esa pared le pusimos la placa que ves abajo: "Plaza del Combatiente Revolucionario", etc.

More, gracias por el poema del Sergio. Un hermano suyo iba a leer unos cuantos, también de Sergio, el día de la inauguración, pero no pudo hacerse el acto. Te regalo (a ti y a los demás) este otro:

Crece América y expande
tu sangre libertaria hacia las entrañas del norte.
Crece y amamanta a tus hijos subversivos.
Crece y préñate de millones de hijos con flechas
para que combatan a los hambreadores.
Crece América, para que tus venas nos inunden
y florezcan hombres nuevos.
Crece, que tus volcanes suelten fuego,
para que sepan que eres incontenible.
Crece América.
Búrlate de la muerte
y multiplícate en vida.

S.R. Junio 12, 1992.

Feminista. Sí, fue autoritario e impositivo nuestro acto. Ahora, si vamos a considerar a la democracia un asunto numérico (como en el ejercicio que tú haces) y no político, entonces te cuento: ¿sabes a cuánta gente le consultó el Plan Bolívar 2000 sobre la pertinencia de nombrar a esa plaza "Diego de Losada"? A ninguna. Un día llegaron dos docenas de militares con un busto, pusieron esa mierda allí, cortaron unas cintas y toda esa paja y ya. Tú sabes: setecientos es más que dos docenas, así que nosotros somos menos "autoritarios e impositivos" que el Gobierno.
Haz otro ejercicio: ¿cómo se llama la calle donde vives? ¿Y el barrio o urbanización? ¿Te consultó alguien a ti o a tus vecinos sobre si ustedes querían vivir en un lugar con esos nombres? ¿O estás conforme y satisfecha con esos nombres? ¿No será que hay por allí un poco de flojera para empezar a llamar a las calles con nombres de los bodegueros, autobuseros, prostitutas, amas de casa, plomeros, albañiles o niños más queridos de la zona?

En otro post aparte explico qué pensamos hacer con los compas nómadas (piedreros, recogelatas, mendigos etc). No veo por ninguna parte dónde se insinúa que los vamos a matar. Si tú percibiste algo de eso te pido que nos indiques dónde, para corregirlo y que no quede ninguna duda.

Anónimo dijo...

Ajá, yo también he pensado siempre que la dedmocracia no es "un asunto numérico".

En cuanto a la nomenclatura urbana considero que ya es buen momento de dejar el relajo: las calles y avenidas a numerarlas. Encontrar una dirección en Caracas es una tortura china, y rebautizar la calle Mohedano como "calle el Tuerto Ramón" no va a cambiar nada en ese aspecto. Entonces, para hacernos la vida más grata, deberíamos usar números como en cualquier lugar decente del planeta (ej: Mérida, Maracaibo y Barquisimeto). ¿Cómo se puede vivir en una ciudad que tiene tres "Avenida Sucre"?

Por cierto que la mayor parte o todas de las esquinas caraqueñas recibieron sus nombres del pueblo mismo: Las dos pilitas, La Marrón, Balconcito, Truco, Gradillas; fueron los habitantes de la ciudad los que a lo largo de los siglos consagraron con el uso éstos nombres. Qué casualidad que en el centro es donde resulta más ladilla buscar una dirección.

JRD dijo...

Fantasma. Sí, es posible que el sistema de coordenadas facilite las cosas: carrera 15 con calle 25. Te ofrezco esta otra lectura: cuadricularle la ciudad a la gente equivale a cuadricularle el pensamiento. Un esfuercito por recordar nunca está de más. De todas formas, cuando el pueblo bautiza una calle o sector con el nombre del Tuerto Ramón es porque ese señor se lo ganó. Digo, estamos hablando de homenajes, no de fríos números.
Ejemplo. En La Vega existe un callejón llamado Tamakún, en honor de un chofer de camionetas muy querido en el sector. El señor se murió en 1985 y el callejón sigue llamándose como él. Si alguien va a La Vega y necesita llegar allí no tendrá las coordenadas, es cierto. Así que para poder llegar al callejón tendrá que pasar por un trance espantoso: preguntarle a la gente.
Entonces: ¿nos vamos por la comodidad o por el fastidio de tener que comunicarnos con un ser humano para poder llegar?

JRD dijo...

Por cierto, en Barquisimeto te puedes encontrar con sopresas: no hay una sola "carrera 1 con calle 10", hay otra en el barrio El Carmen, que tiene su propia numeración. Cuidao con eso. La ciudad pudiera no ser tan "decente" como piensas.

Anónimo dijo...

Interesantes observaciones, muy razonables todas.

Ahora, nada impide que se puedan conservar los nombres coloquiales junto con un sistema de coordenadas que le facilite la vida a los foráneos y a los carteros. Ejemplo: "avenida 3 (Independencia)" que se lee en direcciones merideñas o "avenida 4 (Bella Vista) con calle 77 (5 de julio)" en Maracaibo.

Lo mejor es que a la final la gente llama las cosas como le provoca y listo. Así es como debe ser.

Maracaibo tampoco es tan "decente" pues hay un tramo larguísimo en el que la avenida 4 corre adyacente a la avenida 8. Pero no importa porque todo el mundo sabe que son las avenidas Bella Vista y Santa Rita.

Anónimo dijo...

Fantasma deja de ser cartesiano pana! Lo de ahora y siempre es y sera el factor humano, una vaina mucho mas arrecha que la matematica..