miércoles, 21 de mayo de 2008

Aproximación a la humanidad hacia la que vamos

El grabado me lo robé del blog Balada del Elefante Azul, cuyo autor se lo robó a su vez de otro lugar. Por cierto, en ese blog, justo en ese post que enlazo acá arriba, hay un resumen supercomprimido y superveloz del punto de inicio de estas reflexiones. Y hay otros grabados similares a este de la izquierda. Vayan a visitarlo.
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No se salva un país si la humanidad está descompuesta. No hay salvación dentro de una burbuja aislada. Nadie podrá ser feliz mientras no se extinga (o ayudemos a extinguir) el drama único y planetario llamado Haití, llamado Sudán, llamado África en pleno, llamado tercer Mundo o pobreza. Pero siempre vale la pena el acto de pensar a Caracas, a Venezuela y a América Latina como ejercicios de amor por el ser humano.

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Punto de partida: soñamos con un país en democracia, hechura que no conocemos y que nunca hemos disfrutado porque apenas estamos construyéndola. La meta o utopía alcanzable es una democracia plena, directa, sin jefes individuales, sin amos ni esclavos, sin opresión. Pero la carretera para llegar allá es larga y tortuosa.

La imagen de una carretera por la cual transitamos es un buen método ilustrativo. Esa larga carretera es lo que llamamos “el Proceso”, es decir, el proceso histórico. Más específicamente: el proceso histórico que nos trajo a los pobres y excluidos de la sujeción absoluta a las hegemonías hasta la consecución de unos cuantos derechos y formas de lucha, y que nos ha de llevar a la liberación plena.

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Esta etapa histórica que llamamos Gobierno Bolivariano es un interesantísimo tramo de esa carretera: vamos pasando por un recodo en el cual, si bien no se demolió y sustituyó al Estado Burgués como muchos hubiéramos querido, dimos un formidable salto adelante en materia de crecimiento humano colectivo. Vivimos en una etapa en la cual el Gobierno le consulta al pueblo sobre cada paso importante en la construcción de instituciones. Cierto que, como todo Gobierno, este es imperfecto y arrastra llagas purulentas del Estado y el capitalismo en descomposición. Pero el legado del paso del “chavismo” por el control de las instituciones ha de ser inmenso: a partir de ahora ya nadie vendrá a imponerle Constituciones ni leyes a la gente. El propio Gobierno Bolivariano quiso imponer algunas y hubo resistencia, tanto del pueblo oprimido como de las clases medias y altas en defensa de sus privilegios. Ahora el derecho a la rebelión está plasmado en un papel escrito. Ahora sabemos que aparecer en televisión o hacer televisión no es cosa de seres superiores. Ahora sabemos que un hombre de paltó y corbata no es superior al hombre descalzo y sudoroso que construye edificios. Ahora los oprimidos de este país serán un poco más difíciles de doblegar, someter y humillar.

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El Proceso (la carretera) es el viaje irreversible e inexorable del hombre hacia la democracia directa. A la sociedad sin esclavos ni amos, sin jefes ni subalternos, sin privilegiados ni humillados, sin Dios y sin hombres postrados de rodillas.

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El hombre americano comenzó a transitar esa carretera hacia la democracia (no es de gratis la rememoración del libro de Carlos Irazábal) en algún momento del siglo XVI, cuando comenzó la resistencia natural al transplante de una forma de civilización que de ninguna manera iba a funcionar acá. La América equinoccial estaba organizada o desorganizada de forma natural, de acuerdo con realidades y especificidades sociales, geográficas, políticas y humanas, hasta que llegó el hombre europeo con su propia fórmula en un baúl y la impuso aquí a base de muerte, esclavitud y segregación. La explicación de por qué en Europa pueden encontrarse formas de organización social que funcionan hay que buscarla en el caos nuestro: a Europa la dejaron seguir su propia dinámica vital; a esto que llamaron América le truncaron la suya propia.

Cierto que acá había formas de colonialismo y opresión de unos pueblos sobre otros (como las hubo siempre en Europa), pero ese era nuestro proceso e igualmente había un viaje hacia la redención. Había un pueblo Caribe sin instituciones que resistía el embate de las formas más elaboradas de organización. El Tahuantisuyo pudo haber intentado imponerse en esta región, pero al cabo de un tiempo pudo haber conseguido un punto de equilibrio. “Pudo”: el hombre europeo no le permitió demostrarlo.

No es hora de lamentarnos por haber sido colonizados por Europa, básicamente porque el trabajo (del latín tripalium: instrumento de tortura) que se ejecutó acá es irreversible. Porque no sólo se nos metieron en las instituciones y en las costumbres; en el lenguaje y en la cultura, sino además en los genes. Pero sí es hora de asumir la necesidad histórica de romper radicalmente con esa forma de sociedad que nos impusieron, e inventarnos una nueva. Ensayar un viaje hacia la democracia a la hispanoamericana. El Hombre Nuevo ya nació y está aquí, pero sigue estando sojuzgado por el capital. Por el Estado y las corporaciones.

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Mientras llegamos allá, lo cual es una tarea de varias generaciones, debemos sobrevivir y desenvolvernos en lo que tenemos: un Estado Burgués que, ante el empuje de la ciudadanía, ha debido hacer algunas concesiones, devenidos avances. Desdeñe quien desdeñe a esta etapa llamada Gobierno Bolivariano, nadie podrá negar la enormidad de ciertos hechos históricos nacidos al calor de la noción chavista de país: al pueblo oprimido ya se le instaló a nivel consciente e inconsciente la idea de la “Democracia Participativa y Protagónica”. Se le instaló la conciencia de que los recursos naturales del país son de toda la gente y no de un club de gerentes y ricachones. Se le instaló el amor por las historias locales, menudas y familiares, pese al esfuerzo de un sector oficial por seguir imponiendo la “gran historia” llena de héroes individuales, militares, empresariales, artísticos o culturosos. Se le instaló la certeza de que los antepasados africanos e indígenas son motivo de orgullo y no cursilerías que nos avergüenzan frente a la cultura globalizada y seudocosmopolita de nuestras ciudades.

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Pensar una humanidad que se desarrolle en el capitalismo es ponerle una curita al cáncer. Pensar en una Caracas “bien gerenciada” es seguir creyendo que la democracia es un asunto de gerentes y no de pueblos. Pensar que el viaje hacia la democracia depende de quién gane en un proceso electoral la presidencia de la República es creer que la humanidad se construye desde Miraflores y no desde las calles, los pueblos y las montañas. Pensar una humanidad distinta pasa por deshacer lo que todavía cargamos encima (y adentro) como un lastre: el convencimiento, o tan siquiera la sospecha, de que la ausencia de jefes es el caos. Como si esta sociedad llena de jefes, gerentes y mandones, fuera un canto a la armonía.

7 comentarios:

Marta Amelia León dijo...

Una reflexión muy interesante y real. Excelente escrito, excelente
Salu pa ti tambien

Anónimo dijo...

"Pero sí es hora de asumir la necesidad histórica de romper radicalmente con esa forma de sociedad que nos impusieron, e inventarnos una nueva"

Eso esta muy bien pero ¿Cómo decidimos cuál es esa nueva forma de sociedad? O sea, cómo lo hacemos sin tener que matarnos unos con otros tal como "lo hicieron los europeos"? o será necesario destrozar a todos los que disientan porque son minorias?

"Pensar una humanidad que se desarrolle en el capitalismo es ponerle una curita al cáncer."

Y tratar de hacerlo en el comunismo es querer apagar un incendio con gasolina.

Juangon.

Circeromana dijo...

En el trabajo de confección de esa nueva sociedad –en cuya dirección ya hemos adelantado bastante camino–, se requiere seguir hilando del modo en que lo propone este artículo.

Lo copio en una carpeta y lo pongo a "madurar". Seguiremos libando de estas fuentes por mucho tiempo. Sin duda.

Salud, José Roberto.

JRD dijo...

Epa Marta. Saludos pa ti.

Juangón. Te tengo malas noticias: ese anhelo tuyo de construir una nueva sociedad "sin que nos matemos" no se va a poder, porque la matazón empezó hace rato. No me extraña en lo absoluto que no te hayas dado cuenta.
Del resto de tu comentario deduzco que tú sospechas que la única alternativa al capitalismo es el comunismo, y que el comunismo es una cosa que se impone matando "a las minorías que disientan". Te recomiendo menos Globovisión y más calle, muchacho. Más burdel.

Circeromana. Agradecido. Por supuesto, estas propuestas y sueños son para discutirlos, no para imponerlos.

Anónimo dijo...

¡Hola José! Leo a menudo lo que escribes y a pesar de que concuerdo con muchas de las cosas que dices y hasta en el sentimiento de que las cosas podrían (con un poquito mas de reciocinio) ir mejor, noto que tal y como muchos escualidos (disculpa que te relacione con esos pedazos de vaina) buscas perfección en el Proceso, cuando todo lleva su tiempo que no es el tuyo ni el de nadie sino el del Proceso mismo (el flujo de la Vida) o en otras palabras "Ocurre solo lo que tiene que ocurrir". Yo también estoy de acuerdo con un "contra-capitalismo", pero sin capital privado o público ¿Crees que pudiera haber un Proceso Bolivariano? ¿Misiones, un desarrollo petrolero, siderúrgico, económico, social, MILITAR (usa y colombia)? ¿Crees que sin el apoyo de los comerciantes podría haber cierta seguridad alimentaria (por lo menos hasta que el Pueblo comienze a producir suficiente alimentos) antes del importante noviembre?. Estamos transformandonos en una potencia (desde muchos puntos de vista) pero sin el dinero del "burgues" estado estaríamos de nuevo en una sexta republica que seria peor que la cuarta. Tu mas que muchos estas consciente que con hambre no cuenta ninguna ideologia, por mas bonita que sea. Tal vez seas un idealista (y si es asi te dire que te gano en eso) y si le agregamos a esto impaciencia tienes toda la razon del mundo. El suscrito cree comprenderte porque a pesar de ser muy chavista critica mucho a Chávez _ por ejemplo: no se por que no está consciente de que para evitar el peligro que representa el para-narco-gobierno granadino hay que salir del Varito y la ÚNICA forma de hacerlo es creando la situación con que los gringos han triunfado tanto y casi lo hicieron con nosotros, es decir, creando la situación económica para que el pueblo se revele contra sus autoridades y en este caso seria tan facil de hacerlo ya que siendo el 2do. socio comercial de Colombia si suspendemos el comercio con ella son casi 6.000 millones de dólares que la oligarquía colombiana dejaría de recibir y para compensar esto es mucha la cocaina que tiene que producir y vender y como ya trabajan a tiempo completo no creo que sea posible elevar el nivel de producción, y en el caso de que lo logren (por ser los colombianos muy diligentes) el mismo exceso de producción haría bajar los precios de la cocaina cosa que repercutiría mucho en la economía de nuestro hermano país _ pero estoy consciente de que este no es perfecto, perfeccion seria la mentalidad de Chávez + la mía. De paso, desear una armonía como la de la Naturaleza (donde no hay mandador ni mandado, donde la boca es tan importante como el ano) es exigirle demasiado al humano común; para ser un "verdadero" taoista se necesita un nivel de consciencia muy elevado. Para hacerte olvidar el amargo sabor y la verguenza que debes sentir al haber expuesto publicamente (entre tus lectores) tu imperfección, escucha esta música http://www.youtube.com/watch?v=xNxR4NKSKrk . Saludos.

JRD dijo...

Nadie. No sé de dónde sacas que yo busco la perfección del proceso ni la mía ni de nada, y que me produzcan amarguras y vergüenza mis errores. Si no entraran aquí diariamente tantos provocadores estaría ansioso por preguntártelo. En fin.
En cuanto a eso de acabar con el capitalismo pero aliándonos con los capitalistas, y acabar con la burguesía contando con los burgueses...
Nada, me rindo.

JRD dijo...

Por cierto. Respecto a mis contradicciones, recordé dos artículos escritos y publicados hace un tiempo:

El fantasma del PSUV paralelo

Mi contradicción esencial.

No hace falta que los leas completos. Pero te adelanto: allí no encontrarás ninguna declaración como la tuya: "perfeccion seria la mentalidad de Chávez + la mía". Prometido.