domingo, 4 de enero de 2009

El futuro de la Revolución son las organizaciones populares prechavistas

A solicitud de la gente del Centro Gumilla escribí este artículo para la revista SIC (veleidosa pero respetable dama septuagenaria y tótem de las revistas sobre ciudadanía, política y sociedad). El texto es una especie de síntesis de las muchas lluvias que he perpetrado en este y otros espacios. Lo escribí y envié a mediados de noviembre, antes de las elecciones, y ellos lo publicaron en el más reciente número de la revista, el cual circuló en diciembre.
Unos panas que lo leyeron dicen haberme sentido aquí cansado o desencantado. Otro más me dijo que estaba escualidíiisimo. Yo simplemete lo siento como lo que pretende ser: una síntesis del planteamiento bovero, nuestroamericano y desobediente que asume a la Revolución como un proceso de siglos y generaciones, y a la rabia como herramienta y patrimonio del hombre oprimido rumbo a su emancipación. Acá voy con lo que tengo, hijo, incluidas mis contradicciones, injusticias y despropósitos.
El tono del primer párrafo tiene su justificación en los términos en que se me formuló la invitación a escribir: el tema era el chavismo, y la perspectiva, la relación chavismo-movimientos sociales.

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Por supuesto que debe haber más de una manera, más de una fórmula, a partir de la cual abordar estos temas de interés general con el tono, la actitud y la metodología del observador, del científico social, del analista encapsulado en un mirador o burbuja. Allá a lo lejos despunta el objeto de estudio y uno lo escruta, lo disecciona, le mete el ojo (no el diente, pues está prohibido para el científico tocar y mucho menos probar ese suculento caldo de cultivo). Pero sucede que en este caso la invitación a abordar el tema del chavismo o los chavismos trae el piquete de la interpelación, ya que uno mismo forma parte del tema de estudio, y no queda más remedio que apelar a la antipática primera persona. Procede entonces arrancar en fa y por la calle del medio: yo soy chavista.

Ya usted, lector antichavista, completó mentalmente la frase: “Tarifado del rrrégimen”. Reacción a la cual procedo a responder mediante el intento de catalogar un fenómeno muy visible que, sin embargo, muchos no quieren ver: que el chavismo no es un monolito de superficie uniforme e invariable; que bajo la denominación “chavista” cabe mucho más que la película pasteurizada y homogeneizada que tanto le gusta al antichavismo y al chavismo oficial. Decir que la Revolución no le pertenece a Chávez se cae de obvio; decir que el chavismo tampoco le pertenece ya es un poco más laborioso de digerir, y requiere de mucho interés por organizar, por poner orden en lo que escuchamos a cada rato de manera caótica y desbarajustada. Y conste que los resultados del referendo de 2007 no han hecho mella en el mito. Los antichavistas simplemente creen que los chavistas no son más que 10 por ciento de la población, y el chavismo oficial sigue creyendo que quien no votó a favor de la Reforma es un traidor. Que hay 3 millones de traidores pululando por esas calles y pueblos.



Uno de los objetivos de esta síntesis discursiva consistirá en practicar una abstracción sobre el rugoso tema de lo que a Chávez le deben los grupos organizados, las expresiones organizadas del poder popular (quiero llamarlos izquierda no partidista); y sobre lo que heredarán en materia de organización popular esa izquierda y el país en pleno del período llamado Gobierno Bolivariano.

El otro objetivo es un subproducto del anterior y tiene que ver con el desmenuzamiento de las relaciones entre el chavismo oficial y las formas de organización prechavistas, o tal vez chavistas no-pesuvistas. Esas mismas que nacieron, maduraron y echaron raíces antes de la aparición de Hugo Chávez en la escena pública (o en tiempos de este Gobierno pero no a su sombra ni bajo su padrinazgo), y las cuales sobrevivirán como focos vivos de la rebeldía y la emancipación; como gérmenes resistentes al ataque del poder económico y del odio clasista de la derecha, cuando el gobierno chavista (también llamado bolivariano) cese en funciones.

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En la última década ha cobrado forma uno de esos fenómenos que pudieran constituir un atentado contra el rigor histórico (y no tan sólo retórico) mínimo necesario para saber dónde estamos parados. Se trata de la asunción, por parte de una enorme masa de personas, de una peculiar convención: el común de la gente, al decir u oír la palabra “Revolución”, siente que se está hablando del gobierno de Chávez. Lo mismo pasa, y seguramente en mayor medida, con la noción de “Proceso”. La gente dice Revolución, Gobierno y Proceso como si fueran una misma cosa, y lo hace con la complicidad de la burocracia gobiernista y del liderazgo de la oposición por igual.

Al chavista-oficialista le conviene esa identificación porque siempre es chévere, “da caché”, llamarse revolucionario y asumir que se es funcionario, no de un gobierno cualquiera, sino de La Revolución venezolana, ni más ni menos. Venezuela está dividida entre escuálidos y revolucionarios; los escuálidos son aquella gente de allá y los revolucionarios son ellos, los que dicen y hacen cuanto ordene el Comandante. ¿Y el chavismo no oficialista, no pesuvista y no automatizado por los dictámenes de Miraflores (ni de nadie)? Esos son los traidores, los cuerda floja. Sobre ellos (que somos nosotros) volveremos más adelante.

Al antichavista dirigente o de base, al pergeñador de partidos tradicionales, al aristócrata de sangre verde tirando a turquesa y al millonario financista de aventuras políticas, también les conviene el mantenimiento de esta fórmula pueril, ya que por boca de su adversario del momento quedan a punto de resolverse asuntos muy incómodos: si la gente termina de creer que “esto” es una revolución (mejor: LA Revolución) entonces será fácil convencerla de que la tal Revolución no vale la pena. Que el sistema capitalista es algo “natural” y representa la paz, el progreso y la democracia, y que la única perturbación en su seno son esos comunistas del coño, que todo lo desajustan.

Todos los errores atribuibles al aparato gubernamental, incapaz de demoler y tan siquiera de superar las taras, imperfecciones y monstruosidades del Estado Burgués, le son achacadas a la Revolución. Así, la Revolución (o el Proceso) es la culpable de la basura en las calles, de las mafias enquistadas en las instituciones, de la proliferación de nómadas y mendigos varios, de la violencia criminal, de la descomposición de los cuerpos policiales. Solución: abandonar la senda del socialismo (la dictadura) y volver a la democracia. No es difícil leer o escuchar en estos días, por cierto, falacias y deformaciones tan ridículas pero tan eficientemente impuestas como esa según la cual socialismo y democracia son construcciones antagónicas. ¿Cuántos milímetros hay entre creer eso y creer que capitalismo es lo mismo que democracia?

Al antichavismo, esa falsa ecuación (proceso=revolución=gobierno de Chávez) le funciona también como terapia de autoconvencimiento: para alguien que asume que Chávez es la Revolución se le da muy fácil pensar que cuando Chávez muera o sea sacado de Miraflores, pues se acabó la Revolución. El Proceso muere con Chávez. Lamentable fantasía.

Para alguien que cree que la Revolución (y el Proceso) arrancó con Chávez y es una creación suya, es muy fácil también creer que todos los revolucionarios, libertarios, diletantes y desobedientes venezolanos nacimos en 1998 o en 1992. Que le somos fieles a la idea y al anhelo de Revolución porque el Gobierno nos paga (todos los chavistas somos tarifados) y que seremos fácilmente neutralizados, silenciados o sacados de circulación cuando el Gobierno de Chávez (también llamado bolivariano, y por favor vayan tomando nota de esta reiterada acotación) cese en funciones.

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Hora de aclarar conceptos.

*Proceso: es la evolución de nuestras sociedades en incesante cadena de eventos, desde el momento en que la hegemonía europea procedió a colonizar y sojuzgar a personas nativas de estas tierras y traídas del África, para activar mecanismos de dominación mercantilista. El Proceso es el registro de cómo nuestro pueblo ha avanzado desde la opresión hacia la democracia directa.

*Gobierno Bolivariano: administración del Estado en la etapa histórica iniciada en Venezuela en 1998. Es el chavismo en el control de las instituciones estatales, bajo la presidencia de Hugo Chávez.

*Revolución: etapa histórica por venir, en la cual el Estado burgués será demolido junto con los paradigmas culturales y relaciones de producción que hacen posible su supervivencia.

Dicho esto, es preciso ahora derivar en otra premisa fundamental para navegar en estas aguas: a quien quiera desencantarse del Gobierno podría bastarle con verificar que no es revolucionario ni puede serlo. No hay Gobiernos Revolucionarios, y esa discusión está tan agotada que incluso se convirtió en chiste popular muy aburrido en el México del PRI (“decir que algo es Revolucionario e Institucional es como decir que una mujer es puta y virgen, que hay candela fría o que existe la Inteligencia Militar”). Primero vienen las revoluciones y luego se constituyen los gobiernos; primero se demuele lo existente y luego (o al mismo tiempo, pero nunca antes) se edifica lo nuevo; primero se derrumba el viejo edificio y luego se construye el otro, sobre bases nuevas. Nosotros tenemos acá el viejo edificio intacto y creemos que ya terminamos el nuevo.

Y más: nuestra ingenuidad nos ha llevado a creer que podemos levantar un edificio nuevo sobre las bases putrefactas de un Estado adeco que hemos sido incapaces de destruir, y a veces tan siquiera de cuestionar. Allí están, incólumes, las instituciones adecas, el ordenamiento jurídico adeco, la cultura adeca, los procedimientos adecos, las inamovibles referencias culturales adecas (Gallegos, Andrés Eloy, Pérez Alfonzo, Sadel, Girón…), la corrupción adeca: vivo y funcionando, el Estado adeco. Pero nos sentimos felices y revolucionarios porque no vemos a los adecos.

En Venezuela pudo haberse iniciado una etapa revolucionaria genuina en 1999, y quizá también en 2002 y 2003, pero tanto el Gobierno como los revolucionarios desaprovechamos esas oportunidades. Un paso importantísimo en ese sentido fue el espíritu y la mecánica procedimental con que se emplementó la Misión Barrio Adentro en sus inicios. Médicos las 24 horas en cada comunidad pobre, viviendo con los pobres: ese fue el primer mandarriazo a las bases de uno de nuestros dinosaurios más potentes, como lo es el sistema de salud. Desde allí debió haber comenzado el desmontaje sistemático de ese monstruo. Pocos meses después, en lugar de matar al monstruo el Gobierno le sirvió en bandeja de plata a su verdugo: adscribió Barrio Adentro al ministerio y adiós revolución en Salud.

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Muchos revolucionarios y libertarios venezolanos, algunos de nosotros chavistas mas no pesuvistas, soñamos con un país en democracia, hechura que no conocemos y por lo tanto nunca hemos disfrutado porque apenas estamos construyéndola. La meta o utopía alcanzable es una democracia plena, directa, sin jefes individuales, sin amos ni esclavos, sin opresión. Pero la carretera para llegar allá es larga y tortuosa.

Esta etapa histórica que llamamos Gobierno Bolivariano es un interesantísimo tramo de esa carretera: vamos pasando por un recodo en el cual, si bien no se demolió y sustituyó al Estado Burgués como muchos hubiéramos querido, dimos un formidable salto adelante en materia de crecimiento humano colectivo. Vivimos en una etapa en la cual el Gobierno le consulta al pueblo sobre cada paso importante en la construcción de instituciones y leyes. Cuando se ha querido obviar ese paso la gente ha reaccionado con firmeza. Estamos en una etapa en la cual la multitud, organizada o no, adquirió conciencia de uno de sus derechos fundamentales: no dejarse arrear por dirigencias de paltó y corbata. Hace unos pocos años era común que media docena de doctores se apareciera con un libraco debajo del brazo y anunciara que esta es la nueva constitución vigente. Ese tiempo se terminó. Ya será imposible, sin que medie una masacre espantosa, que la clase política haga ese tipo de imposiciones.

Aunque deberán pasar muchos años antes de que el discurso dominante reconozca públicamente y verbalice la siguiente verdad, hay que ponerla en la calle desde ahora: de ese tamaño y de esa trascendencia es el legado de la era chavista al Proceso. Al Gobierno chavista (también llamado bolivariano) le debemos los venezolanos el haber abierto las compuertas, o de haberle quitado de encima la espada de Damocles, a formas de organización insospechadas en períodos tan recientes como los años 90 del siglo 20.

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El presente y el futuro de la Revolución, en todo caso, no debe buscarse en las instituciones del Gobierno sino en las formas de organización, en la creatividad, en la explosión de iniciativas que ha tenido lugar gracias a las compuertas abiertas en la última década. Ejemplos prácticos: la toma no tan pacífica de un módulo policial en el 23 de Enero y su conversión en una emisora de radio; la proliferación de este tipo de emisoras que le han abierto al ciudadano no licenciado o titulado la oportunidad de descubrirse como comunicadores sociales; las iniciativas independientes de jóvenes que decidieron ir a las cárceles a dictar talleres de formación de productores radiales y audiovisuales, con lo cual los reclusos han comenzado a recordar que son seres humanos; la proyección e inicio de Poblados Integrales autogestionarios, libertarios y por lo tanto al margen del Estado y las tiranías empresariales; poblados abastecidos con formas de energía limpia y con casas fabricadas con materiales nobles (barro y palmas); la toma de empresas quebradas y su conversión en formas de gestión obrera; la lenta pero sostenida conformación de Comunas y el proyecto en ciernes que quiere dotarlas de Tribunales y Milicias Populares, de formas de gobierno del poder popular no dependiente de los poderes establecidos; experiencias exitosas de combate a la delincuencia común y al narcotráfico en localidades que desde hace rato se llaman “zonas liberadas”. Locuras por el estilo que revelan y resumen en una frase la búsqueda de este artículo: que mientras hay una institucionalidad que se mantiene en precaria sobrevivencia hay una no-institución que bulle y crece desee abajo, sin maquinarias ni cadenas de información a su servicio.

Esas formas de organización, cuyo signo es lo informal y lo no institucional, nacieron antes que Chávez o al margen del gobierno chavista y (por lo tanto) le sobrevivirán, porque no le son dependientes, no forman parte originaria o sustancial de su proyecto. No sucederá lo mismo con los Consejos Comunales y Círculos Bolivarianos y mucho menos con las creaciones del Estado (Misiones).

A esas formas prechavistas de organización popular les tocará continuar funcionando en el proceso rumbo a la Revolución, y les tocará hacerlo como en tiempos idos: clandestinamente, bajo acoso, persecución, criminalización y fuego homicida. Serán tiempos duros, pero queda reflotando la convicción (y tendrán que perdonarme el confeso determinismo histórico) de que el viaje de la humanidad hacia la democracia directa podrá tener obstáculos, pero es irreversible.

6 comentarios:

JRD dijo...

Luis. Leí el texto que enviaste (ese mismo, en el cual mezclas tus insultos con "demostraciones", basadas en apologías de Darwin, de que tú eres superior a los demás porque eres científico) y he decidido no publicarlo. Razones de higiene. Pero al mismo tiempo quiero informarte algo: yo sé el mal del que padeces y declaro mi absoluto respeto hacia tu condición. Alguna vez intenté asumir tus ataques personales como invitaciones a debatir y luego como simples ejercicios humorísticos destinados a buscarme la lengua. Pero un día pregunté y supe quién eras, supe de dónde saliste y en qué situación se encuentra tu psique, y decidí dejar pasar todo cuanto me lanzas.

Yo sé lo que es una sicosis. Yo he padecido de cerca el drama de seres queridos que han sufrido de esa triste dolencia (sé que tú también). Yo he convivido con familiares cercanos a causa de cuyas crisis sicóticas les fueron recetados medicamentos que sólo consiguieron empeorarlos (sé que tú también). También sé lo que es convivir o compartir espacios de vida con alcohólicos, y el patrón es el mismo ellos creen que su posición es lógica, coherente y respetable, incluso después de sus episodios o crisis. Así que te comprendo. Entiendo las circunstancias espantosas que te impone tu entorno, lo feo que es ver a la gente querida de uno luchando por zafarse de la maldita medicación que alivia pero no cura. Reitero mi absoluto respeto por tu drama, pero por favor entiende que yo no puedo invertir tiempo ni esfuerzo en discutir nada contigo. No insistas. Busca otro canal donde drenar tus obsesiones.

Ivan Sotomayor dijo...

Feliz Año nuevo, Duque.

Suscribo la forma y el fondo de su artículo; pero creo que le faltó un pedacito a una parte:

"Vivimos en una etapa en la cual el Gobierno le consulta al pueblo sobre cada paso importante en la construcción de instituciones y leyes. Cuando se ha querido obviar ese paso la gente ha reaccionado con firmeza sin ser acribillada por la DISIP .

Saludos y pa' lante.

Leo A. dijo...

Compa revelaste nuestra fortaleza ante los jesuitas y toda esa perfumada dirigencia que gobierna y la que espera su turno... Sin embargo, y a pesar de ellos, Venceremos...

Anónimo dijo...

Interesante reflexión que demuestra entre otras cosas que eres bastante idealista (cosa muy buena cuando no se queda en mero soñador). Eres anarquista, lo cual positívamente significa que estas en contra de cualquier autoridad (que eres rebelde) o gobierno y negativamente que estas a favor del libertinaje. Semánticamente esto implica un nihilismo en el control (que es sinónimo de autoridad o gobierno) y aunque supongo que comúnmente te refieres a lo político te recuerdo que aparte de en tu ideal o utopía, en cualquier grupo o sociedad (no solo humana) hay un líder, palabra también sinónima de autoridad que por ende se transforma en una clase de gobierno. Teniendo ya varios meses leyendo tu blog, se que tu ideal es una clase de control (por no llamarlo una clase de gobierno) horizontal, contrapuesto al vertical o piramidal, pero ese sistema es posible solo en un grupo de reducidas dimensiones y no en uno numeroso por la diversidad (cada cabeza es un mundo) existente entre individuos y mucho mayor si es entre humanos ya que se suman las artificiales o mentales (los pajaritos preñados). No debieras olvidarte que lo informal con el pasar del tiempo se vuelve formal o institucional. Yo no voy a disculparme por el "determinismo histórico" al referirme que solo en tu sueño la humanidad va hacia la democracia directa. En la realidad, el Proceso Venezolano y no la humanidad en su totalidad (es decir somos la excepción o el patico feo) es el único enfoque existente orientado a una democracia participativa, semántica, Lincoln-niana o directa si es que te refieres con esto a que el pueblo determina directamente (a través del voto) las cosas por decidirse. De paso ¿esa concepción no implicaría que todos los dias haya referendo? porque son muchísimas las cosas que se deben decidir en un país. Gracias a nuestro ejemplo puede que otros pueblos luchen por adoptar ese modelo, pero a la humanidad per se no le queda tiempo para disfrutar de una democracia participativa, mucho menos de tu ideal anárquico o sea gente sin gobiernos, sin alguien o una minoría que decida lo que hay que hacer. Esa forma de sistema existe solo aparentemente en la Naturaleza y digo aparentemente porque en Realidad Todo obedece (o es gobernado) por "Algo" que los chinos y japoneses lo conciben como un patrón orgánico y los hindúes como un principio o ley (Dharma en sanscrito) que rige los eventos del Universo y es como el flujo de la Esencia del Universo. Saludos.

TANIA ELIZABETH dijo...

durante estos 11 años de "revolución" he tenido la oportunidad de pasearme por distintas instituciones del estado y darme cuenta que lamentablemente, en este proceso que mal llamamos revolucionario, existe una gran cantidad de oportunistas que viven de la palabra revolución, más no son revolucionarios y que lamentable no podrán serlo . Yo no culpo la idea maravillosa de revolución que nos presento el presidente Chávez, pero viviendo y funcionando bajo la terrible burocracia que nos ofrecen las instituciones del estados es prácticamente imposible crear un estado revolucionario. Es preciso y necesario el derrocamiento absoluto de los poderes estatales y para ello es absolutamente indispensable la educación del pueblo, no podemos depender tan solo de la lucha absoluta de un hombre (Hugo Chávez Frías) pues es tan solo un ser humano como todos nosotros y lamentablemente no es ni será eterno, y este pueblo debe y tiene que ser capaz de crear una verdadera revolución en el momento oportuno, no podemos pensar que todo será resuelto por un solo hombre, debemos ser hombres y mujeres realmente revolucionarios capaces de estar atentos y en pie de lucha. Es cierto que en este momentos debemos buscar la forma y manera de consolidar y blindar los derechos de un pueblo revolucionario, pero muy concientes de que cada momento político al cual nos enfrentamos tiene una estrategia precisa, para lograr metas especificas, más no es el ideal que buscamos.

Gea du Soleil dijo...

AMIGO EXCELENTE ANÁLISIS YO LO REFRENDO COMPLETAMENTE DE LA A A LA ZETA Y SÓLO MEQUEDA DECIRTE QUE FUISE MODERADO EN CUANTO A LO TORTUOSO DEL CAMINO PORQUE SÍ RECONOZCO EN LA ETAPA CHAVEZ EL QUE NOS HA LIBRADO DE EL DERRAMAMIENTO DE SANGRE PERO SÓLO "POR AHORA", PORQUE ESO CAMARADA USTED LO SABE TAN BIEN COMO YO OCURRIRÁ MÁS TEMPRANO QUE TARDE; PERO ESTA ETAPA NOS HA DADO LA OPORTUNIDAD DE QUE ESOS MOV. PRECHAVISTAS COMO LOS LLAMAS HAYN DEJADO DE SER NVISIBLES Y LOGREN MULTIPLICARSE GRACIAS A DIOS Y A CHAVEZ. UN ABRAZO SOLIDARIO Y EL QUE NO ENTIENDA QUE LEA COMPÁ PORQUE SIN FORTALEZA IDEOLÓGICA NO HAY CAMPAMENTO GUERRILLERO QUE AGUANTE.