viernes, 22 de enero de 2010

El 23 de Enero y la historia del Pueblo

Uno de los recursos más efectivos y eficientes del método que las clases dominantes han llamado educación (adoctrinamiento, inculcación de una visión del mundo, moldeado de la conciencia ciudadana de acuerdo a la conveniencia de la Historia oficial) ha resultado ser la glorificación de determinados hitos temporales. Hermanas de ésta, otras glorificaciones han servido para lo mismo: se glorifican héroes y lugares, y con ello se garantiza o al menos se busca la sumisión del pueblo. Esa es la explicación de que haya tipos a los cuales usted no puede llamar “tipos” como si fuera el chichero de la esquina (como ese tipo llamado Bolívar) y lugares adonde usted no puede entrar comiendo, fumando, echando chistes o con la misma ropa con la cual juega chapitas o bolas criollas (la casa natal del tipo ese llamado Bolívar). Hay figuras totémicas, colosales, inmarcesibles, inamovibles, pasteurizadas y homogeneizadas, y no va a ser un pobre como uno el que las va a venir a manchar pretendiendo humanizarlas.

El “secreto” primero de la dominación consiste en colocarle enfrente, desde niño, a alguien (o algo: una casa monumental, una estatua, una iglesia, una institución, un himno con aires gloriosos o fúnebres) capaz de hacerle sentir a usted empequeñecido, inferior, miserable, dócil y al borde del llanto. Gustavo Merino dijo una vez, cuando era director o presidente de Fundapatrimonio, haber visto gente persignándose al pasar frente al Teatro Municipal, y no es de extrañar porque las casas del poder se hicieron para eso: para recordarle a usted que las bellas artes, el poder y la gloria son eternos y que (en cambio) usted es un pobre pendejo que cualquier día de estos coge una gripe porcina o se deja picar por un zancudo infectado y se muere, sin haber libertado cinco naciones y ni aun una cuadra de su barrio, y ni siquiera el maldito rancho donde vive. Ejercicio: hágase ahora mismo una autoencuesta, una revisión interior a partir de una pregunta simple, y verá que usted no se siente (ni usted ni nadie) más honesto, ni más glorioso, ni mejor amante, ni más inteligente, hermoso, fuerte, brillante, importante y trascendental que Simón Bolívar. Ahora hágase otra pregunta simple y respóndale a sus adentros (y no en voz alta si no quiere): ¿qué tal se siente ahora si se compara con el chichero de la esquina, ese mismo tipo que nombramos en el primer párrafo?
Es que hay jerarquías. Vivimos en una sociedad donde todo es competir y superar al otro. Donde es cosa natural que haya triunfadores y derrotados.



Cuando el héroe no es un sujeto individual, o la referencia lugareña no tiene la suficiente potencia, o el aspirante a héroe es tan difuso que no logró calar con nombre propio en el ánimo colectivo de la gente, entonces se produce la exaltación del hito temporal. Casos 19 de abril, 5 de julio, 23 de enero, otras. Ante la mención de las dos primeras fechas algo empieza a oler a escaparate, alcanfor o mortaja, y ante la mención de la tercera empieza a oler a adeco, y ninguno de esos aromas es agradable. Pero todos esos hitos guardan otras semejanzas entre sí, producto de una profunda relación de identidad, de un dato común a todas: ante todas esas fechas el común de la gente se siente presa de un vago pero muy fuerte sentimiento relacionado con lo venezolano y la Patria; algo que mueve irreflexivamente a respeto, veneración y en casos hasta a orgullo. Ese dato oculto, medio esotérico el bicho, se llama dominación, dícese: estado lamentable de nuestra conciencia colectiva, producto del mucho “educarnos” para creer, aceptar, adorar y repetir todo cuanto nos imponen en los libros oficiales de historia.

Y lo peor: para aceptar como un hecho natural (otro “hecho natural” más), normal, irreversible, ineluctable y conveniente que nos impongan una historia, y nos escamoteen, nos escondan, nos nieguen y nos oculten otra: la historia nuestra, la historia del Pueblo.


Caso 23 de enero. Que esa fecha se fue Pérez Jiménez del país, que esa huida fue la culminación de una insurrección popular paralela a otra militar-partidista; que los partidos al servicio del Estado burgués (a pesar del aire populachero que destilaban AD y URD, fueron instrumentos necesarios de una burguesía nacional en proceso de consolidación) se entronizaron desde entonces en el poder, dándole la respectiva patada por el trasero a los comunistas y traicionando al Pueblo que en ellos confió, es cuento conocido y los historiadores se han encargado de contarlo con pelos y señales. Pero incluso en esta época de revisión de valores y reformulación de códigos (ya hemos oído de Cuarta y Quinta Repúblicas) el Pueblo sigue ausente y desaparecido de la historia. Los demagogos de turno se han cuidado en todas las épocas de atribuirle la caída de la dictadura a “la gesta del bravo pueblo”, pero la historia oficial sigue ensalzando las virtudes del mismo puñado de políticos muertos, presos, exiliados y torturados.

Chávez ha pedido revisar la narrativa de los hechos para hacerle justicia al coronel Hugo Trejo, quien se alzó el primero de enero del 58. Esto pareciera un cambio en el modo de ver los hechos pero la estructura de pensamiento es la misma, porque la propuesta de Chávez sólo traslada el presunto heroísmo de unos sujetos a otros. Tal vez (sólo tal vez) comparando sujeto a sujeto, ni Trejo ni sus compañeros de insurrección jamás merecerán el pozo séptico de la Historia que se ganaron Morales Bello, José Ángel Ciliberto, Simón Consalvi o Jaime Lusinchi, pero en esencia no hay ninguna diferencia entre reconocerle heroísmo o protagonismo a éstos o a aquellos. Que ya no sea obligatorio invocar en los exámenes de la escuela a un adeco sino a un militar; que Wolfgang Larrazábal le ceda el pedestal a otro almirante, teniente o capitán más progresista o de izquierda, no tiene ninguna gracia si vamos a seguir obviando el hecho de que el día 23 de enero hubo linchamientos, degollados, fusilados y despedazados en las calles, y que los autores y víctimas de esa parte de la historia tienen o tenían un pasado, tenían nombres y apellidos, tenían sus rutinas cotidianas, unos amores, una familia, unas ilusiones, unos planes, unas conquistas y unos fracasos: aquello era gente y tenía una vida.


Pero la historia oficial no nos cuenta eso. Lo que nos “enseñan” los profesores, doctores y sabihondos es que había una cosa sin forma que se agitaba en las calles mientras la Historia la escribían unos señores de uniforme o corbata; los militares por una parte y unos cuantos activistas adecos, copeyanos y comunistas hacían cosas trascendentales, mientras el pueblo le servía de paisaje, telón de fondo y alfombra a unos héroes que ni siquiera estaban aquí cuando estalló el merengue: todos de pie para que hagan entrada triunfal Rafael Caldera y Rómulo Betancourt. Ah, y ahora Hugo Trejo.


Y del chichero del primer párrafo, nada de nada.

Y hablando de gente que tenía una vida, una familia, un pasado e identidad individual y colectiva, la más renombrada de las parroquias llamadas “23 de Enero” (la de Caracas, crisol y hervidero de movimientos sociales, luchas populares y gestas magnánimas por la justicia social) está celebrando su 52 aniversario en medio de un interesante debate dominado por una paradoja que es preciso poner desde ya en la calle, en el centro de una discusión que puede parecer cosmética pero es muy trascendental.


El Gobierno (Revolucionario, Bolivariano) le ha reconocido a la parroquia su aporte a la historia, a las luchas, a la organización popular, pero sigue siendo tímido o temeroso a la hora de medir el tamaño de su Historia de Pueblo. Quizá tiene que ver con que sus habitantes también hemos sido temerosos y un poco descuidados, pero lo cierto es que en el 23 seguimos considerando que las líneas macros de la historia de nuestra comunidad son estas: “el 23 de Enero lo construyó Pérez Jiménez (él lo llamó ‘2 de Diciembre’) y quien diseñó los superbloques fue Carlos Raúl Villanueva”. Muy sintético y conveniente para la Historia oficial: un militar y un señor profesional de clase media inventaron el 23 de Enero y entonces llegamos un poco de marginales, invadimos los bloques y ahora fíjate tú qué cosas, chico, lo lindo que se veía el 23 a finales de los 50 y el desastre que es ahora, lleno de ranchos y tal.


La Historia oficial, incluso en este tiempo, sigue glorificando y escribiendo con letras doradas el nombre del señor arquitecto que se copió de Le Corbuisier, pero en ninguna parte están escritos los nombres del señor que metió el cableado en el bloque 20-21, el obrero que se mató al desprenderse un andamio en el bloque 9, la señora que le cocinaba el desayuno cada día a los hermanos que frisaron y pintaron el bloque 50, los hombres y mujeres que organizaron la primera Asociación de Vecinos en el Siete Machos, los fundadores de la primera línea de transporte, el portugués que abrió un abasto en el año 60 y que debió irse porque se lo saquearon el 28-F-89. Estos detalles y personajes anónimos son los que le dan forma a la Historia del Pueblo del 23 de Enero. Esa es la historia que nos interesa conocer, esa es la gente que hizo y sigue haciendo a la parroquia.


Acotación final para aclarar que sí ha habido iniciativas al respecto (pero se han quedado en eso, en iniciativas): la Misión Cultura y los Consejos Comunales han levantado buena parte de esa historia menuda que al final es nuestra Historia. Los colectivos organizados de la parroquia tienen una compilación de sus mártires y fallecidos. Quien esto escribe trabajó en un proyecto afín de Fundarte: el registro y recopilación de historias de la fundación de bloques y barrios, de varias parroquias. Allí hay resultados en audio y video. Algo debería poder hacerse con esos materiales. Publicarlos y difundirlos sería el mejor homenaje que se le rinda al amado Veintitrés (y la propuesta vale para todas las comunidades), y por supuesto que estamos a tiempo de hacerlo. Pero mientras lo hacemos seguimos alimentando la farsa de que al Veintitrés lo construyeron un general y un arquitecto, y esa es una falta de respeto inaceptable para muchos miles de constructores cotidianos y anónimos.

11 comentarios:

Corbu dijo...

En cuanto a la pregunta sobre la comparación entre el chichero y cualquiera de nosotros (¿podría llamarse, tipo remembranza "el chichero y yo"?), si tenemos en cuenta que el chichero tuvo que tomar una decisión nada fácil de, quizás, dejar un empleo fijo (si es que no lo botaron), para arriesgarse por su cuenta, tener que pelearse a causa de quién sabe cuántos peajes por la permisología, tener que asegurarse casi todos los días de tener los ingredientes necesarios para poder trabajar, calibrar cuánto puede cobrar, y estar siempre pendiente de quedar bien con la gente para que no se busquen otro chichero mejor que él, si tenemos todo eso en cuenta del chichero, ¿cómo quedamos el resto que solo somos unos pobres bolsas asalariados? Por eso te devuelvo la pregunta a tí, ¿cómo quedamos en la jerarquía que mencionas comparados con el chichero?

En cuanto al otro tema, ¿lo que te molesta es que la Historia Oficial no hable de todas las personas que mencionas que construyeron el 23 de enero? Te lo pregunto porque no entendí muy bien.

JRD dijo...

Yo tampoco entendí el planteamiento de tu primera pregunta. Creo detectar por ahí que crees que yo de verdad considero inferior al chicero y que creo en las jerarquías. Que no captaste que todo el artículo es una burla a quienes creen que hay seres superiores e inferiores. Pero en fin, prefiero que formules tú mismo tu planteamiento más claramente, a ver cómo te respondo.

En cuanto a la segunda pregunta, lo que me molesta de la Historia oficial es que exista. Que sus promotores se consideres superiores porque fueron a la universidad y que su espíritu privilegie a próceres y protomachos, y esconda y desprecie al pueblo.

Ivan Sotomayor dijo...

Qué mas, Duque.

¿No crees que es difícil describir y dar JUSTO RECONOCIMIENTO individual a cada uno de los miles de muertos que ha dejado hasta ahora nuestra guerra de liberación?
(O tal vez no entiendo si estas hablando de reconocimientos individuales o no)

Creo que no se trata de dar mérito a individualidades o masas: Bolívar, Sucre, Zamora, Fidel... tal vez jámas le sacaron el tripero a ningún enemigo, pero son ÍCONOS de nuestras luchas, y nos recuerdan los valores que debemos practicar, y las causas que debemos defender (o tal vez así los veo YO). Los pelabolas que luchamos en las calles (y tú lo sabes mejor que yo) no buscamos que nos hagan una estatua o pongan una foto nuestra en algún libro; porque muchos han sido nuestros muertos, y muchos más serán (al final del túnel, lo que hay es plomo, ¿no?). "Sólo" queremos y buscamos la victoria, "más nada", jaja. Como dice el cayapo Gino: "nosotros somos los mismos, nosotros somos aquellos, porque somos la semilla vital DE TODOS LOS TIEMPOS..." Así que los endiosadores y pulidores de la historia que se traguen sus homenajes...

¿Crees que a mí no me da arrechera que la obra de Solimar Cadenas, su posterior siembra y el homenaje que le hicieron sus amigos el jueves 21 de enero en PDVSA La Estancia hayan pasado casi que por debajo de la mesa? Pero no me extraña: ella es (y perdóname lo cursi) una más de nuestro anónimo Ejército Libertador, alguien que hizo lo que debió mientras pudo... y una más de nuestros muertos.

Por otro lado, no es tarea fácil sacarle a la gente de la cabeza tantos dioses y leyendas heróicas. Pero Hay que empezar en algún punto.

Ojalá se reimpulse esa compilación histórica de los consejos comunales y colectivos sobre sus luchadores y gestas. Y lo más importante: que se difunda toda esa información. No para endiosar a nuestros camaradas caídos, sino para saber de ellos. Aunque no me parece lo más importante por ahora.


Saludos, desde un rinconcito de Margarita.

JRD dijo...

Las respuestas a tus inquietudes las asomas tú mismo en el primer párrafo: nada de reconocimientos individuales. Pero si me van a meter la yuca de Villanueva, Bolívar y Betancourt entonces es justo exigir que me obliguen también a los muchachos a aprenderse los nombres de cada José Antonio y tanta Tomasa que han trabajado por esta mierda de "patria". No sea marico nadie, difícil no es. Si cualquier piedrero se aprende un reggetón de diez minutos con escucharlo tres veces no debe ser difícil que se aprenda también el nombre del padre de familia a quien asesinó la semana pasada.

En cuanto a "los valores que debemos practicar y las causas que debemos defender" yo no le veo ninguna gracia a la "causa" de un Bolívar y unos próceres esclavistas, que eso eran la parranda de coñoemadres que empezaron a hablar de independencia. Si es imposible dejar de glorificar a Bolívar entonces vamos a echar el cuento como es: que ese maldito aristócrata era dueño de esclavos y olímpico terrateniente hasta que llegaron las hordas de mi Taita Boves y le enseñaron en los campos de batalla lo que es la rabia de 300 años de un pueblo. Y que después, en 1815, el gran Petión lo agarró en Haití y le terminó se enseñar a grito pelao que si quería una República iba a tener que contar con ese poco de negros a quienes odiaba por haberse ido con los realistas.

¿Santificar a "nuestros libertadores"? Pinga e burro hermano. Pfrimero díganme qué clase de libertad es esa donde unos blancos españoles le ceden todo el poder (y las vidas de los negros) a unos blancos criollos, y después negociamos la mariquera esa del "biocentenario" que ahora nos quieren obligar a celebrar.

Joe Garagnon dijo...

Es bueno decir las cosas desde la cruda pero honesta voz de las vísceras, bien suena eso de "maldito aristócrata". Yo no he logrado aún digerir este pastiche del chavismo-bolivarianismo, donde hay de todo, incluso de ese militarismo al cual le tengo alergia. A fin de cuentas esto poco importa si desde allí un pueblo está despertando. Lo que està claro, como dice el blog de Misiòn Boves, es que el peo de de clases. Lo que sè del Taita es por pluma de Herrera Luque. Con todo su sesgo burgués, pude ver una mirada tímidamente justa de su historia. Boves fue humillado por esos coños de la oligarquìa calaboceña porque osó "igualarse" a ellos ofreciendo hombres para las filas "patriotas". Allí su ira tomó la fuerza de los despojados y trascendió su propia muerte en Urica. Aprovechó que los españoles lo salvaron casi en el umbral de la muerte y reunió a ese poderoso ejercitó lleno de furia, harapos y hambriento de libertad. Este pueblo de hoy es muy manso, quizás porque ve en Chàvez una esperanza, la misma que miles de hombres oprimidos encontraron en aquel hombre que humilló la arrogancia de una casta detestable. Hay que observar con detenimiento el curso de los acontecimientos. Yo estoy planeando irme a la tierra a sembrar. En la ciudad es donde se concentra todo ese culto a "la grandeza" y la grandilocuencia, quimeras e ídolos de pvc. Eso ha permeado incluso a los espíritus de las clases más populares. Este ya no es mi lugar. Saludos

Anónimo dijo...

Eso de idolizar a las individualidades es una vaina que uno ve en todas las películas de Hollywood donde hay coñazas de ejércitos medievales (tipo Braveheart de Mel Gibson. Se glorfica al líder, que lo pintan como arrechísimo mata a 40 carajos él solo, pero y el pobre pendejo interpretado por un extra ese no estaba enamorado de nadie, no tenia mamá, casa, caballo, nada. Ese no vale. Y bueno lo de glorificar

Duque, puede ser que te entienda más ahora. En este peo el o uno esta con los oprimidos que se quieren liberar o con los opresores. Lamentablemente, es así. Que esto vaya a desembocar en una explosión violenta, no lo sé y no lo deseo, porque lo que hemos visto es que esas situaciones siempre las aprovecha el poderoso para hacerse más poderoso o lo sustituye otro que va a ocupar su mismo.

La solución pasa por un verdadero cambio de conciencia. ¡Qué innovador! Casi nada.

H.

JRD dijo...

Garagnon.
El punto de partida necesario es ese: el cuestionamiento a lo existente. Luego viene la demolición o destrucción violenta. Pero antes viene la demolición dentro del cerebro, el desmontaje en la idea y el sueño de lo que queremos. La invitación entonces es a que ahora lo veas como un asunto menos personal o individual (no es Boves al que hay que salvar, y no se salvará nada el día que te vayas de Caracas) y asumirlo como una tarea de multitudes y generaciones.

H
Cambio de conciencia, o adquisición de la que nunca hemos tenido. El reconocimiento de que somos un poco de bichos alienados, pero con la energía y la llama suficientes para multiplicar el otro discurso: el que invitará a mucha gente para que destruyamos lo que hay. O al menos hacerle decir con la boca que no está contenta con lo que hay. Y eso va a tener que ser violento. No porque a mí me guste o alguien lo decrete, sino porque no hay otra forma. Ladillas de la historia humana.

Anónimo dijo...

¡LA PATRIA! ¡AH, LA PATRIA!




ramiro porfirio helmeyer

Ivan Sotomayor dijo...

Por aquí otra vez...

Primero: a ti te da mucha bronca cuando te atribuyen cosas que no dijiste/escribiste; ¿dónde hablo de "santificar a nuestros lbertadores? ¿Cuando hablo de "íconos"? Yo no me refiero a un asunto de odolatría: tener un afiche del Ché en mi cuarto y después poner todas las excusas del mundo para no ir a una jornada de saneamiento de playas o ayudar (es decir, gratis) a embalar comida que se va a vender bien barata en Mercal o a donar.

Las acusaciones que haces contra nuestros Próceres son irrelevantes: ellos cumplieron su deber en un momento determinado y a su manera, como "TU TAITA" Boves(y "el gran Petión", y yo soy el idólatra).

Por otro lado, y dejando de lado toda la paja que los vencedores ecriben de sí mismos en los libros de historia, yo no creo que Bolívar y su combo quisieran liberar a Venezuela del Imperio Español para quedarse ellos en el coroto, con los mismos sistemas y procedimientos. Pero bueh, paja, como ya dije (supuestamente nació rico, terrateniente y esclavista; y murió pobre porque dió su fortuna a la causa libertadora, y habiendo decretado la abolición de la esclavitud... paja, paja, paja). No hay que ver la historia escrita de manera dogmática y lapidaria, hermano.

***

¿Cómo ponemos a estudiar a los piedreros y gatilloalegres?

***

Fé de errata: el domingo, como dos horas después de hacer mi primer comentario, el presi le hizo un pequeño homenaja a Soli en el Aló Presidente.

Saludos.

JRD dijo...

Iván
Es que incluso el ejercicio que propones, de ver quién dijo qué para terminar diciendo que la Historia que nos impusieron hay que dejarla quieta como está (Bolívar "murió pobre porque dió su fortuna a la causa libertadora, y habiendo decretado la abolición de la esclavitud") es una manifestación de la dominación. Lo mismo da si Bolívar sigue siendo glorificado o enviado a las cloacas de la historia, porque siempre habrá quien diga que él y su generación "cumplieron con su deber" y lucharon por la libertad. Ah, y siempre habrá gente nuestra engañada con la fábula de que Bolívar abolió la esclavitud.

En ese contexto de héroes de papel e historias falseadas, MI TAITA BOVES Y EL GRAN PETIÓN tuvieron un mérito enorme: ellos sí liberaron a los esclavos. No por decreto sino mediante los hechos. De la mano de estos caballeros el pueblo tomó el Poder. Que después lo hayamos perdido es otra cosa. Así que apréndete esto, lapidaria y dogmáticamente: Bolívar no liberó ni a un solo esclavo (ni siquiera a su sirviente y esclavo personal: ese pobre señor que la historia mantuana, oficial, blanca y bolivariana recuerda con cariño porque le lavaba el único pantalón y la única camisa el pobre y sacrificado Bolívar); MI TAITA BOVES Y EL GRAN PETIÓN liberaron a pueblos enteros y les entregaron lo que los blancos les arrebataron durante 300 años.

¿los piedreros y gatilloalegres? No sé si ponerlos a estudiar sería la solución a nada. Mejor sería que en el futuro no hubiera gente rebajada a esa categoría. Pero a los que están vivos hoy sería bueno, sí, explicarles lo humillante que es seguir adorando ídolos mantuanos y esclavistas. Y enseñarles cuál es el verdadero enemigo, para que a la hora de la coñiza y la degolladera sepan para dónde echar coñazos y no terminen jodiéndonos a nosotros, que somos iguales que ellos.

Ivan Sotomayor dijo...

Tan rompías las alpargatas, otra vez...

Disculpa el chistecito tonto del los piedreros y gatilloalegres.

***

"Así que apréndete esto, lapidaria y dogmáticamente: Bolívar no liberó ni a un solo esclavo (ni siquiera a su sirviente y esclavo personal: ese pobre señor que la historia mantuana, oficial, blanca y bolivariana recuerda con cariño porque le lavaba el único pantalón y la única camisa el pobre y sacrificado Bolívar); MI TAITA BOVES Y EL GRAN PETIÓN liberaron a pueblos enteros y les entregaron lo que los blancos les arrebataron durante 300 años."

No, hermano, nada de dogmatismos... eso que dices es lo que está escrito y que tú haz escogido creer. Yo soy muy empirista, y sólo puedo hablar mieles de mis padres, porque los conozco. De todas formas no suena muy lógico aquello de que Boves "aglutinó los odios y descontentos de las clases oprimidas en contra del mantuanaje", ¿bajo las armas realistas?. En fin, a mí sólo me consta que hay que destruir y matar lo que hay, para construir y parir lo nuevo y digno.

Yo no propongo dejar todo como está, si no ya estaría con los manitos blancas.

Saludos.