jueves, 16 de septiembre de 2010

A 228 años del nacimiento de José Tomás Boves: ¿cuándo escribiremos la Historia del Pueblo?

Artículos referenciales:
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En un tiempo que queremos llamar, saber y sentir revolucionario, deberíamos comenzar por masificar la idea de que todo lo existente debe destruirse o al menos conmoverse desde sus cimientos. Nunca podrá construirse una nueva sociedad si antes no demolemos, o al menos cuestionamos, el sustento ideológico, estructural e infraestructural que le dio vida a lo que está muriendo. Hartos deberíamos estar, por ejemplo, de biografías de héroes que libertaron y fundaron naciones (¡ellos solitos, con su genio, unos cojones, un caballo blanco y una espada!) y de narraciones heroicas acerca de cómo 50 hombres hambrientos, semidesnudos y sin armas destrozaron a un ejército de seis mil soldados armados con cañones, misiles, un perro pitbull y siete condones saborizados. Seguimos creyéndonos los cuentos que nos echaron los invasores, y por eso nos sentimos orgullosos de un tal Guaicaipuro que dizque medía dos metros de estatura (¿qué indígenas de estas tierras miden más de 1 metro 70?) y movilizó un ejército de 20 mil hombres (hoy, septiembre de 2010, el ejército venezolano no tiene 20 mil hombres en toda Caracas, pero ni de verga) y después se dejó agarrar en su guarida por 80 españoles.

Hartos estamos ya algunos, pero el proceso masivo y obligatorio de inculcación de doctrina y de “valores patrios” continúa. Nos llamamos revolucionarios pero nos da terror apartarnos del discurso, los contenidos y el método utilizado por quienes nos sometieron. Utilizamos sus mismos códigos, sus mismas fantasías, sus mismos símbolos y valores: queremos acabar con el mal y encaminarnos hacia un mundo de justicia y de paz, y lo hacemos en el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo, triunvirato al que también se encomendaban los criminales y torturadores que despedazaban gente bajo el amparo de la santa inquisición. Nos aterra cuestionar e interpelar a Bolívar, a los próceres, a la caterva de oportunistas dueños de esclavos que fundaron “la patria”.

Ese es el clima ideológico y emocional en que nos sorprende una fecha que a nadie “le suena”, porque la historia oficial decidió que no debe sonarnos, o que debe sonarnos pero razones que convengan al culto de la nacionalidad. En estos días de septiembre, por ejemplo, a usted le dijeron o le dirán que en este mes nacieron o murieron (da lo mismo) Atanasio Girardot, Luis Razetti, Alejandro Humboldt, Vicente Lecuna, Lisandro Alvarado, José Laurencio Silva, Lino de Clemente, Fermín Toro, Miguel José Sanz, Rómulo Betancourt y su criatura estelar, el partido Acción Democrática. A usted le dirán que en septiembre los españoles fundaron Maracaibo, que Bolívar escribió la Carta de Jamaica y que la virgen se le apareció a un indio por allá por Guanare. ¡Oh!, qué grande y glorioso es el mes de septiembre.

A usted le dirán que el día 19 de septiembre cumple años José Félix Ribas, pero ni de santa vaina le recordarán que un día antes, el 18, cumple años también el antihéroe por antonomasia de la historia de Venezuela. O tal vez se lo recuerden, pero sólo para acotar que ese hombre era muy malo porque defendía la Corona española y porque degollaba prohombres y violaba doncellas, y que mediante esos procedimientos acabó con la Primera y Segunda Repúblicas. Pero difícilmente le hablarán del volcán de pueblo que se fue tras ese hombre, ni por cuáles razones y motivaciones. Difícilmente en las instituciones educativas de Venezuela algún docente les explicará a los estudiantes qué significó para el pueblo (nuestro ancestro verdadero: el ser humano oprimido y vejado por los poderosos) José Tomás Boves. Tal vez algún audaz alcanzará a decir que Boves era un gran general, un militar excepcional, y será un gesto contracultural respetable, pero ese docente estará equivocado. Porque Boves no era un ser excepcional. Boves ganó las batallas que ganó, y “su” gente destruyó lo que destruyó, porque tras de sí se movilizaba todo un pueblo con una mezcla de agradecimiento, respeto, amor y una rabia apretada en el pecho desde hacía 300 años.

Estuve a punto de decir que el día que estas cosas se expliquen y debatan en la universidad entonces sí habrá comenzado en serio la Revolución. Pero en la Revolución verdadera el conocimiento y la historia del pueblo no se impartirá en quejumbrosos salones ni en vanidosas cárceles (que eso son las escuelas y universidades) sino en las casas y esquinas, en los bares y canchas de bolas criollas, en los caminos y montañas, en las aulas sin paredes construidas a puro verbo, al aire limpio de la libertad que algún día han de respirarse en estas tierras, cuando nos liberemos de las ideas opresoras de Dios, Bolívar, los símbolos patrios y la maldita república mantuana que todavía nos aplasta.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Un detalle pendejo se le puede agregar a toda esa cábala: nació el mismo año que Bolívar. Y más sanguinario fue Campo Elías. Y me caía mejor.

Ramiro Helmeyer

José Ramírez Guaigua dijo...

Un interesante aporte para replantear la historia es precisamene la película de Lamata Taita Boves, que independientemente de las críticas, omisiones o poca profundización en algunos aspectos de la misma, está cumpliendo con ese papel ahorita mismo en varias salas de cine, espacios reservados para la industria del entretenimiento y el espectáculo, pero que ahora sirve para interrogar con esta pelicula al espectador promedio venezolano, mal - educado por el triste sistema educativo cuartorrepublicano (A mí me hablaron en la escuela de lo sanguinario y "malo" que era Boves, pero jamás me dijeron que su ejército era pueblo, eran indios, negros, pardos, jamás me lo dijeron, y como duele enterarse que no te echaron el cuento como era, que te manipularon, que te mintieron). La pelicula de Lamata por lo menos le plantea al espectador de manera franca y clara que esa lucha independentista comandada por la elite mantuana de 1814 era pura paja, y que el Taita armó su ejército de pueblo, o que armó al pueblo propiamente, con el fin de derribar ese sistema intolerable. Muchos lectores asiduos de este blog y el de Misión Boves esperamos sus apreciaciones y críticas sobre esta película. La pelota está de tu lado Duque. Al fin me animo a comentar en este blog. Salud.

P.d: http://www.google.com/hostednews/epa/article/ALeqM5icivXDA2iHmRHtCfy2uxtn4sQZeQ

Anónimo dijo...

Imagina no más tamaña falacia. Hace poco me increpó un colombiano diciéndome que quienes creemos que la historia no se ha escrito, que siguen contándola otros, si estuviéramos en Colombia formaríamos una Misión Mancuso; misión cualquier hijo de puta asesino paraco... Y eso que ese carajo, que escribe un periódico popular, se dice estudioso de la Historia de Venezuela... Cierto, no está en duda; pero de la historia de venezuela que me contaron en la Escuela, donde un español sanguinario, realista, enfrentó a los patriotas mantuanos.
Coincido contigo en que el día en que comencemos a discutir qué pasó en la historia, estaremos frente a una verdadera revolución. Pero los partos de la revolución son dolorosos y lentos; así que mientras te propongo: UNA PINTA PARA REIVINDICAR LA GESTA DE LOS DESCALZOS DE BOVES...
La Guara

Zhandra dijo...

De nuevo leyéndote, Sr. José Roberto. Sinceramente, alabo tu agudeza al plantear esos puntos incómodos que nos alejan del camino discontinuo y lleno de dificultades que debería conducirnos en un futuro (esperamos algunos que no demasiado lejano) hacia la revolución.
Muchas veces me he preguntado qué tan bueno resulta el construir una aparentemente nueva historia patria con el discurso de Eduardo Blanco y su "Venezuela Heroica" y llego a la conclusión que, definitivamente, al menos desde mi punto de vista, esa historia patria construida sobre la base de héroes que realizaron hazañas tan increíbles como los de DC Comic o Marvel, es tan revolucionaria como esos mismos héroes diseñados por la CIA para exacerbar el nacionalismo gringo.
A veces siento que estamos estancados, o lo que es peor aún, que estamos creando formas de alienación y adoctrinamiento que reemplacen a las tradicionales.
En esta lógica, por supuesto es natural que no sepamos nada de Boves, que aún tengamos la balurda idea en la cabeza que tener un título nos hace sabios y que la "intelligentsia" es la única autorizada para discriminar qué y cómo debemos aprender.
Un sincero abrazo libertario,
Zhandra

Joel Sangronis Padrón dijo...

Saludos José Roberto.Aca en la sede Mene Grande de la Universidad Nacional Experimental Rafael María Baralt arrancamos en este mes de septiembre con un ciclo de conversatorios sobre la rebelión popular de los años 1813 y 1814 y la figura del Taita José Tomás Boves.Lo hacemos en las aulas de la universidad no por una pretensión elitista sino por que es el lugar de encuentro de quienes por aca vivimos y soñamos con la construcción de una sociedad distinta y mejor. Ojalá te pudieramos tener alguna vez por aqui para dialogar y compartir.
Joel Sangronis Padrón

Pedro Gonzalez dijo...

La película. Fui al Metrocenter. Una cola horrenda en un calorón. Pedí "dame dos taitas." No compré la cajota de cotufas, y entré a refrescarme en la sala, que llegó a estar quizá un 60% llena. Muy bueno eso. En la película primero te presentan el "lado humano" de Boves, y hasta simpático te cae el tipo. Luego se vuelve sanguinario por el despecho que le inspira Danielita y la maldad de algunos godos. Sobresimplificación. Pero qué cabía esperar. El cine venezolano, siempre lo he dicho, es una industria parásita de la telenovela. Ahora que no hacen telenovelas y nos dejamos invadir por las culebras colombianas "venevisionizadas," vemos telenovela en el cine gracias a la Villa. En resumen, la película es menos ladilla que la de Zamora. No había que jalarle bolas a nadie, porque Boves no es santo de la devoción de nadie. Hubera querido otra cosa, que hablaran de Urica, más historia. Que mostraran más a los patriotas, aunque fuera como unos miserables oligarcas asustados. Boves debió haber sido más interesante que eso que mostraron. Herrera Luque siempre me dejó con hambre. Pero siempre es preferible a Eduardo Blanco.