lunes, 15 de noviembre de 2010

Desobediencia y conspiradores de cartón

Primero, lo particular, y después lo general.
Yo sí estoy de acuerdo con que la gente en ejercicio de su arrechera forme peo y le prenda candela al Metro cuando éste funcione mal.
Después de esta declaración vienen reflexiones más incómodas, a saber: ¿por qué la gente forma peo si para donde la lleva el metro es a la ignominia de un trabajo mal pagado? ¿Por qué ese apuro para meterte en el infecto vagón que te llevará a un campo de concentración (lugar de trabajo) más infecto y degradante aun?
Pero vamos al plano inmediato, que es la actitud ante la ofensa: el ser humano que se siente burlado por una institución y reacciona con rabia. Eso está bien y va con la historia del pueblo: la rebelión o las rebeliones son hechos colectivos, no experimentos ni formulaciones teóricas.
Y entonces viene lo otro: ¿cuándo la rabia es genuina y cuándo es provocada por unos aspirantes a líderes que tiran la piedra y esconden la mano? ¿Cómo detectar un chispazo de alcance monumental como el del 27-F y cómo diferenciarlo de la escaramuza provocada por una macoya de maricos que ponen a la gente a pelear, pero sin ellos salir de su apartaco en Altamira?
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Una de las actitudes más hermosas y enaltecedoras del ser humano oprimido es la desobediencia. Hay caminos individuales que conducen al ser revolucionario. Un primer peldaño sería la transgresión consciente a la norma simple: el desafío al orden y la autoridad que se nos impone día a día de las formas más sutiles (en la casa, en la escuela, en el trabajo). Los pasos siguientes ya requieren más elaboración, formación y sentido de la oportunidad (las trasgresiones políticas contra leyes, instituciones y jerarquías). Pero un primer paso para ser revolucionario y/o libertario es el ser rebelde: esa cosa que nos empuja desde adentro a no besarle la mano al obispo, rendirle pleitesía al poderoso, pararnos firmes cuando suena el himno nacional o ponerse a las órdenes del figurín encumbrado.
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Pero hay conductas en apariencia rebeldes, transgresiones sonoras y efectistas, que no califican como Desobediencia porque tienen como fin el respaldo solapado a formas de opresión. Los miles de güevones que marcharon en 2007 "contra el cierre de RCTV" se creían pilares fundamentales de una presunta lucha por la libertad y la democracia, cuando en realidad estaban dejando músculo y sudor en aras de los intereses de una familia tiránica y coñoemadre. Luchar contra la tiranía de Hugo Chávez y apoyar la tiranía empresarial que se viene: gran verga. Qué clase de rebeldes, esos burros y burras (discurso de género adelante) que con tal de liberarse de este espantoso comunismo son capaces de darle el culo a los pervertidos de Primero Justicia, AD o el club de fans de Manuel Rosales.
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Las últimas semanas han sido un hervidero de rebeldías posibles que al final han resultado ser puro lameculismo encubierto. ¿Usted quiere identificar a un conspirador genuino, a un transgresor desde la sangre, a un rebelde honesto? Observe su acto de desafío a la autoridad y luego su actitud ante la opinión pública. Alguien que desafía y transgrede y después ratifica su posición, interpélelo quien lo interpele, es un señor conspirador y merece respeto, no importa de qué bando sea. Pero dígame usted el caso de este relambepipe:

http://www.noticias24.com/actualidad/noticia/180429/enjuiciaran-a-hombre-que-ofendio-a-jefes-de-gobierno-con-mensaje-en-franela/

Públicamente, ante las cámaras de su televisora favorita y rodeado de la gente que piensa igual que él, le informaba a Hugo que se cagaba en su revolución. Todo bien: tipo valiente, ¿ah?
Transcurridos unos días, el bicho vuelve a ser noticia al meterse de esta manera su rebeldía en el hueco del culo: No traté de insultar a Chávez.

Y esa es apenas una actitud individual. Pero está la actitud de todo un partido, los neonazis de Voluntad Popular, quienes promovieron disturbios en la estación del metro de Propatria, y luego le han dicho al país: "VP desmiente presunta participación en protesta del Metro de Caracas". Y se entiende: esa no es la actitud de los vergajos que agitaron la masa sino la del dueño del partido, el Leopoldo López.
Conspiradores de televisión y café con leche, son incapaces de responsabilizarse de nada que amenace su confort o contradiga lo que les ha chorreado por la jeta en forma de proclamas altisonantes.
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Una única moraleja al respecto vendría a ser la verificación de algo que está de cajón: usted sólo puede ser rebelde y transgresor en presencia de una opresión o tiranía real. Cuando usted juega al insurgente es porque no tiene nada real contra qué insurgir. Sólo el pueblo oprimido es capaz de verdaderas insurrecciones: los pobres luchamos por derechos, los ricos y la clase media luchan por privilegios.
El pueblo venezolano ha llevado a cabo una rebelión que en cualquier momento pudiera hacerse revolucionaria: esto de elegir y reelegir una y otra vez a un sujeto como nosotros mismos (irresponsable, ingrato a la vista y al oído de los pichones de aristócrata, audaz y contracultural) es apenas el primer paso de actos desobedientes más profundos. Eso es lo que el antichavismo en pleno no termina de entender: así derroquen a Chávez, así ganen alguna de las elecciones presidenciales venideras, la índole libertaria está aquí adentro, presente y latente, y eso no se apaga con propaganda ni con terrorismo ni con policía. Ya se darán cuenta, quizá cuando sea demasiado tarde para ellos.

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