miércoles, 24 de marzo de 2010

La palabra escrita, la historia dicha, la historia por hacer (I)

De España heredamos, entre muchos otros complejos y miedos irracionales, la adoración fetichista de la palabra escrita. Parte de ese deslumbramiento cuasirreligioso se trasladó en el siglo 20 a la radio y la televisión y últimamente a Internet, pero al principio fue el verbo y no debe ser de gratis el que los fans de la Biblia se regodeen en tan efectivo eslogan. Puede que una imagen diga más que mil palabras, pero ninguna imagen ha postrado y sometido a tanta gente como estos garabatos que, cuando alguien no sabe descifrarlos, ejercen un poder más perverso todavía: la ignorancia de la Ley no exime de su cumplimiento, así que donde usted se esconda irá a buscarlo el pulpo de lo que está escrito. Española es esa convención atávica que considera legal, genuino, valioso, importante e irrebatible a todo lo que viene plasmado en un papel, preferiblemente tamaño oficio, y tampoco es casual que “oficio” signifique “comunicación legal” y también “ceremonia religiosa”.
Usted va al banco a solicitar un préstamo y tiene que demostrar que está vivo; el capitalismo no le presta dinero a alguien que no existe. Pero para cumplir con requisito tan crucial (el existir) no basta que usted hable, se mueva o transpire: usted tiene que ir a los dominios de un burócrata a solicitar una “Fe de vida”, un papel lleno de sellos y firmas. Esas firmas y esos sellos pudieron haber sido estampados por un funcionario que en su vida cotidiana es un maldito borracho, pirómano o violador, pero como viene en papel la sociedad les otorga carácter legal e institucional: lo dicho en papel (oficio) es casi sagrado.


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Todo el sistema jurídico y el aparataje cultural que las hegemonías han impuesto tienen su soporte primero en el papel. Esa fábula que llaman (con justicia o sin ella) La Verdad puede ser dicha por el mejor orador, pero como a las palabras moduladas se las lleva el viento (cuando no el olvido y la desmemoria) sólo alcanzan categoría de santidad cuando están impresas. Así, mucha (pero muchísima) gente tiende a creer que cuando algo aparece en el periódico o en un libro, es cierto o al menos respetable. En esa extraña fascinación hipnótica reside el éxito de cierta prensa que llaman amarillista: pocas publicaciones se vendieron más en el siglo pasado (y todavía en este) que aquellas que reseñan casos insólitos, raros, asquerosos e improbables, junto con otros de la vida real pero particularmente enfermizos: el niño que nació con cabeza de cochino, la mujer preñada por un extraterrestre, el tipo que coleccionaba las cabezas de sus víctimas, el perro que se comió a su amo, el chupacabras, los muchos duendes que anuncian terremotos y desgracias. En Venezuela la gente de cierta edad recordará, sin duda, publicaciones como Crónica Policial y Crónica Criminal. La masificación del photoshop ha acabado en buena parte con la eficacia publicitaria de esos recursos; cualquier muchacho de diez años es capaz de ponerle patas de cabra y cabeza de gallo al cuerpo de una top model.
Lo anterior viene a reforzar el fetiche de lo escrito: una computadora puede crear imágenes asombrosas pero ningún programa ha logrado crear ninguna historia que cautive a nadie hasta la adoración, al menos no por mucho tiempo. Usted dibuja o retoca una fotografía o video donde una niña se eleva a los cielos ayudada por unas sábanas y seguramente no se ganará la admiración de nadie: cualquiera puede descubrir y repetir ese truco. Pero alguien lo escribió una vez con la suficiente destreza, la cosa salió publicada en un libro y todavía hoy libro y anécdota son objeto de culto. Lo cual aporta otra revelación: el poder de la palabra escrita rebasa el ámbito moral de la verdad: los escritores ganan fama, admiración, reconocimiento y algunas veces fortunas por algo tan cuestionado éticamente como el mentir.
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Una querida amiga me hizo hace poco una confesión que en su momento me dolió en mis gramos de vanidad, esa cosa que al final todos tenemos. Hoy me río del asunto y hasta le agradezco que me haya aportado una clave tan nítida para reforzar el tema de esta columna, pero vaya: cuenta la amiga que, antes de conocerme, era una consecuente lectora de mis escritos de prensa, y que alguno de mis libros le había encantado. Una vez se enteró de que me habían invitado a compartir pareceres con los estudiantes de la escuela de Letras de la UCV, y ella consideró que esa era una ocasión inmejorable para conocer al autor de sus embelesos. No hay forma de decir estas cosas conservando la modestia, así que ahí va, como salga: debido a la fascinación que aquella prosa le generaba, la joven se había formado una también fascinante imagen corporal del autor. El tipo que escribía esas cosas, y de aquella forma, tenía que ser un carajo impresionante, de por lo menos 1,90 de estatura, vozarrón trepidante y poderosa musculatura: un coloso del tamaño de su colosal escritura. Así que se disfrazó de estudiante, se puso una pinta de hembra al ataque, se abultó el escote, ensayó unos movimientos y unas actitudes, se dejó acariciar por un perfume tal y se presentó en el salón donde el insigne escritor disertaba. El final de la anécdota es desolador: la caraja con su fantasía y sus ilusiones despedazadas y la frase revoloteándole adentro: “¿Y este peazo e bicho es el Duque?”.
Este verbo es poderoso, y es muy difícil igualar su fuerza y su estatura.
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Durante unos meses y hasta la semana pasada estuvo en nuestro país, en visita de trabajo, la Lic. Mariana Bruce, investigadora brasileña de la Universidade Federal Fluminense. Esa sería su presentación correcta, en el horroroso lenguaje académico que sobrepone lo curricular a lo humano. Aquí entre nos, es una chama de 24 años a quien le apasionan el cine, la historia de América Latina y, de un tiempo para acá, eso que por ahí llaman “el proceso bolivariano”. La muchacha realizó una pesquisa por Internet, se tropezó con un puñado de leyendas urbanas, llegó a la página el23.net, realizó unos contactos y de pronto se apareció en Caracas. Su objetivo, realizar una investigación en y sobre la parroquia 23 de Enero. Hasta ahí, nada sorprendente, nada extraño o inusual; docenas de investigadores viajan anualmente a Caracas para lo mismo: a verificar cuánto de cierto, cuánto de fábula y cuánto de nuevo pueden averiguar en el contacto con la gente, con los colectivos, con la comunidad viva.
La joven me citó para una entrevista. Comenzó a hablarme de su investigación, de sus dudas e inquietudes. Me hizo unas cuantas preguntas y se las fui respondiendo más o menos mecánicamente, en la medida de lo que sé o creo saber. Le expuse unos puntos de vista sobre la tensa oposición entre historia patria (oficial) e historia del pueblo. Hasta que me hizo la pregunta facilita, la bonita, la del ayayay, la que me dejó con la boca abierta (o cerrada, da lo mismo) para soltarme su principal hallazgo: “¿Usted sabe de algún libro que sintetice la historia de la parroquia 23 de Enero?”. Esperó unos cinco segundos, y después remató: “Yo quisiera escribir esa historia”.
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En efecto, no se ha publicado tal libro, aunque es probable que se haya escrito. Lo más cercano a eso, según lo que recuerdo y según lo que confirma la investigación de Mariana, son tesis de grado de Trabajo Social e Historia. Hay capítulos enteros de esas tesis, artículos dedicados a contar lo básico, lo institucionalmente correcto: lo fundó Pérez Jiménez como “Urbanización 2 de diciembre”, luego la gente se metió y un bachiller Rangel repartió docenas de títulos de propiedad a invasores, el diseño es de Villanueva, hay tantas escuelas y tantos módulos policiales, etcétera. También es posible conseguir información dispersa sobre curiosidades o datos más o menos inocuos: que había un “Hombre de la Chaqueta Negra” que coñaceaba malandros y se los entregaba a la policía, que el bloque 8 no está en la parroquia sino en Cali porque Pérez Jiménez se lo regaló a Colombia como gesto luego de un terremoto, que es cuna de músicos, peloteros de grandes ligas y un medallista olímpico. “Pero no hay un libro que recoja todo eso”, insiste la chama. Y me rindo: nosotros, que amamos tanto a esa comunidad y nos enorgullecemos de su tremenda historia, de su epopeya, de su aporte a la revolución venezolana, debemos reconocer que existe ese bache, esa deuda.
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Paréntesis. Hace tres años llevamos a cabo con Fundarte un esfuerzo cuya intención era registrar la memoria de los ancianos, rescatar datos no compilados documentalmente, sobre las comunidades que había antes de llamarse 23 de Enero esa unidad demográfica. La investigación se realizó parcialmente, los materiales existen en audio y video. Pero sigue sin existir el libro. Cierra el paréntesis.
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Primeras conclusiones, para desarrollarlas más adelante. Como pareciéramos creer que las cosas sólo son importantes si están publicadas en un libro, entonces 1) si en este momento ocurriera un cataclismo y el tiempo se congelara, dentro de 100 años un investigador comelibros viniera a documentarse sobre las luchas populares de Venezuela, su conclusión sería: “El 23 de Enero no fue importante, no le aportó nada a esas luchas”.

Otra: como estamos en revolución, 2) más que en lo escrito, la importancia de los pueblos está en su hechura práctica y en lo que sus habitantes están en condiciones de contar.

lunes, 15 de marzo de 2010

¿Apostamos a la libertad?

Referencias:
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En estos días de discusiones, algunas muy importantes e interesantes y otras francamente anodinas, sobre el tema de la libertad en internet, nos ha tocado tropezarnos con expresiones extremas del uso de esa libertad. Sorprende (o quizá tan sólo maravilla) la fragilidad de los principios de alguna gente que dice amar la libertad, pero cuando ésta muestra su potencia y sus posibilidades entonces arrugan y empiezan a recrear de varias formas el viejo adagio de almanaque: "Mi libertad termina donde comienza el derecho del otro". Ni más ni menos: seamos libres sin fastidiar a los demás.
Nadie cree en lo que propone esa frase barata pero todo el mundo la carga a flor de labios. Todo el mundo quiere tener alas y volar y llevarse en los cachos el derecho del otro a no tener pesadillas con esa voladera de gente allá arriba; todos queremos tener todos los derechos y que éstos aplasten la libertad del imbécil que está en la otra acera.
Es sabroso proclamar con la boca el amor a la libertad. Pero a la hora de la chiquita, y aterrizando ya en el estricto y particularísimo caso de la Venezuela actual, cierto chavismo quisiera que el antichavismo no tuviera libertades, y cierto antichavismo quisiera ver atados a los chavistas. Más: unos y otros se quieren muertos; así que háblame ahora de lo que quieren ambos para la libertad del otro. Voy a decirlo más claramente para cerrar esta idea, y aclaro de una vez que no es una metáfora: yo amo la libertad pero (y por lo tanto) seré feliz el día que a Marta Colomina se le cierre su hocico infecto para siempre. Porque emplear la propia libertad para promover la esclavitud de un país y una clase social es un atentado contra el pueblo.
Esto lo he dicho yo, con pleno conocimiento de causas y consecuencias, me hago responsable de esas palabras y además seré feliz el día que me inviten a repetirlas. Ahora, ¿qué sucede cuando ese anhelo ciudadano de un individuo sin poder alguno se traslada al Estado? ¿Qué cataclismos median entre el deseo y el hecho cuando se tiene poder? Que un borracho diga en un bar que le gustaría detonar una bomba atómica en Miraflores no tiene mayor relevancia. Muy distinto si lo dijera o tan siquiera lo pensara alguien que tiene mando para encender la bicha esa y dispararla desde su oficina...
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Está caliente el caso de un foro en el cual se dio la "noticia" de los asesinatos de Diosdado Cabello y de Mario Silva. Y el caso, más patético aun, de los movimientos para controlar contenidos en internet. Conservadurismo en pasta. Tela que cortar.
Vamos desde lo más flaco. Un güevón difundió la semana pasada, en un foro público de internet y bajo anonimato, la especie de que a Diosdado Cabello y a Mario Silva los habían asesinado. ¿Qué tiene eso de malo? A estas alturas del certamen de guerra sucia, contrainformación y desinformación que se ha desatado en el país, me calo cualquier respuesta menos esta: "Decir eso estuvo mal porque no es verdad". Pampoco aquello de "Eso es estimular el asesinato de esos personajes", porque no me imagino a nadie, a menos que sea Kico Bautista, César M. Rondón, el Unai Amenábar o algún retrasado por el estilo, diciendo algo como "¡Mataron a Diosdado! ¡Vamos a matarlo ahora!". En un país donde el periodismo se fue al coñísimo, y donde la mayoría entiende por política el arte de destruir la imagen del adversario así tenga que inventarle cualquier historia, no nos vamos a poner ahora conque amamos la verdad. Así que el crimen de haber echado a rodar esas especies puede ser más bien la desconsideración. Lo que califica como gesto canalla es haberles creado unos momentos de zozobra a los familiares y gente querida de uno y otro personajes. A nadie le gusta recibir la noticia de la muerte de alguien querido o cercano, y es condenable el que haya sujetos escondiéndose tras una computadora para hacer mierdas como esa. Pero:

A) Ningún Estado debería intervenir para tratar de evitar lo inevitable (que en internet pululen los embusteros y chismosos, al lado de los bienintencionados, creadores y espíritus ejemplares). Un cantautor norteamericano (no recuerdo quién, me disculpan), interpelado acerca de la pertinencia o no de controlar el libre intercambio de canciones vía internet para proteger los derechos de autor, dijo: "Intentar controlar internet es como estar frente al mar y pretender que se quede quieto".
B) La gente en ejercicio de su libertad creadora o destructiva tiene herramientas, intuición y capacidad de sobra para neutralizar las formas perversas y aberradas de ejercicio de la libertad.
C) Salvo en casos extremos en que esté en juego la vida de ciudadanos sin capacidad para discernir o defenderse, la respuesta o medida contra los fenómenos perversos producto de la libertad no debe ser represiva sino libre y colectiva, y por lo tanto esa medida o respuesta no debe ser un acto institucional de ningún Estado. La respuesta a que haya chismes y chismosos en internet no puede ser la supresión o limitación de la libertad de todo el mundo, y si alguien debe decidir este tipo de control ha de ser la gente misma, no un ente poderoso que se atribuye a sí mismo la potestad de decidir qué contenido es permisible y qué contenido es nocivo.
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Ligera digresión para darle carne y ejemplo a lo dicho en los primeros párrafos. El año pasado, el director de un diario de circulación nacional de reciente aparición me invitó a crear y darle concepto a la sección de temas judiciales, sucesos criminales y afines. El estimado caballero me aportó una definición para describir la sección en la que estaba pensando: "Una sección que registre los sucesos, pero no desde la perspectiva tradicional que se regodea en el crimen sino desde una perspectiva edificante y creadora de conciencia". Le dije que eso no era posible. Que la noticia de sucesos es siempre sensacionalista y a veces amarillista. Que cuando uno se apega a la verdad y convierte la noticia en denuncia está haciendo una labor noble, pero nunca dejará de ser sensacionalista, porque la materia prima que se está usando (la violencia criminal en una sociedad en descomposición) es siempre sensacional, espectacular, dramática.
Por su parte, el amarillismo es exageración, mentira descarada y regodeo en el detalle morboso por sangriento. Así que cuando uno investiga y escribe sobre sucesos criminales podrá salvarse del amarillismo mediante el simple respeto a la ética periodística (una cosa que existía antes y que los periodistas de este país se han metido por el culo, unos para atacar a Chávez y otros para jalarle bolas; el periodismo venezolano se ha ido a la mierda y la ética es aquí un mito) pero no del sensacionalismo. Que las secciones más leídas de los diarios sean las de crímenes, y que haya un número gigantesco de personas que consumen compulsivamente esas secciones, a mí me parece lamentable (a mí, que viví algunos años de escribir este tipo de notas y no tengo por qué negarlo). Pero hay que ubicarse en el sitio exacto del análisis y llegarle al fondo: lo realmente lamentable es que la sociedad produzca ese tipo de acontecimientos noticiosos. Un padre viola a su hija de cinco años, y cuando su mujer lo descubre la asesina y entierra en el patio de su casa. Que un periódico publique eso, y que ese día el periódico se agote porque todos en el barrio quieren enterarse de los detalles es horrible; pero más horrible aun es que esa tragedia haya tenido lugar.

Ha sido mi punto de vista desde los tiempos en que escribía una crónica roja semanal en El Nacional. Forma parte también de ese punto de vista el respeto, el interés y el apoyo a toda forma de periodismo o reporterismo ciudadano, porque, como casi toda manifestación del ser humano en libertad, tiene sus propios mecanismos de regulación. Por lo general tampoco tienen origen corporativo (las empresas que acumulan dinero son tiranías) y por lo tanto su combustible no es el dinero ni su espíritu es mercantilista. El ciudadano-reportero, ese sujeto armado con una cámara o un celular, comunica lo que ha registrado y el producto de ese ejercicio reporteril puede ser divertido o atroz, pero es una forma muy sólida de periodismo porque capta la realidad. Por mucho que nos duela la noticia, eso es lo que hay. Hago énfasis en estas últimas acotaciones movido, conmovido y exaltado por el reciente descubrimiento del portal quelacreo.com.
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Mientras escribo esta nota hay aquí cerca unos compas viendo el contenido de esta página, www.quelacreo.com. Su lema o eslogan es honesto e irrebatible: "El notisiero de los bajos fondos" (error ortográfico incluido). Es una página que muestra fotografías y videos y al lado de estos un comentario del administrador, casi siempre un texto desgarrador, lacerante, macabro, lleno de un humor corrosivo y diabólico (y me perdonan la risa que me causa esa narrativa), desafiante y contracultural, porque es un ataque a las buenas costumbres, al periodismo académico y al idioma castellano. Van ejemplos de esos textos malditos y maravillosos:

tiroteo en el consielto de car cox
gueno esto paso ase bulda e tienpo se trajeron a un diyei que era un guebo pa que tocara su changa en el poliedro y al pareser un tipo entro tranqilaso con su yerro pa dentro y no se sabe que paso el tipo saco la bicha y enpeso a dispara a todo el mundo y se murieron como 5 y otros mas quedaron tirotiaos entonse el diyei se fue pa carajo y dijo que no venia mas nunca pa esta mielda

su marido la esmochio toda y la metio en un pipote
paso en petare un tipo estaba seloso de su mujel entonse le entro un ataque e locura y con un serrucho la esmochio toda y la metio entro un pipote despues la encontraron unos indijentes que pensaron que abian encontrado un poco e calne y se pusieron felises pero cuando le vieron la totona pelua se cagaron

lo palten pol la mita pa areglarlo pol dentro
bueno a este tipo le dolia una vaina pol dentro y se fue paeste medico que lo opero con una nueba teicnica que aprendio en una isla del carive que conpsiste en serruchiarlo pol la mita al convive lo pegaron otra ves y se le puede ver en la estasion de palo velde vendiendo bon ice

lo chusiaron i se le salio el tripero
pol andal ique dandosela de malandro bino uno mas arrecho que el i plan le metio un chuso too osidao pol la barriga y cuando le saco el chuso tanbien se le salieron las tripas pafuera pero el cuchillaso no le revento ninguna tripa pol que sino el regero de mielda ubiese sido bulda e lo caimán

un vendedor de piña se machetio la mano por beserro
el bicho tenia un camion y vendia piñas en la callie y entonces se paro un carro y le pidio pal de piña y el tipo agarro una piña y la puso en una tabla pa coltale la rrama y entonse paso una mami bien guena y el tipo voltio en el momento en que machetio la piña y se escoñieto la mano por becerro

la nueva folma de viajar en el metro cuando esta colacsao
estos menores lo que estan es chiguiriando pero nolmalmente haora la jente viaja fuera el bagon agarrao bulda e lo fuelta pa no caese mientras el metro esta danco culvas pol que ya naidien se cala ir metio dentro llevando coñiaso o que un marico te arrecueste el guebo


Así habla el notisiero de los bajos fondos. Uno, que alguna bulla ha hecho entre los consumidores de libros de este país, porque uno dizque hace literatura con el habla malandra, tiene que quitarse el sombrero ante este auténtico cronista de la miseria y la descomposición de este tiempo. El tremendo escritor anónimo de quelacreo.com es el verdadero Homero de la guerra desatada en las ciudades de Venezuela.
Los panas aquí al lado tienen cerca de una hora hablando del espanto, de la inmoralidad, de lo asqueroso de esta página. Pero no pueden parar de navegar en ella. En este momento están mirando el video de un linchamiento ocurrido en Coche. Antes se espantaban con el de un ladrón que se metió en una casa y fue sorprendido por dos perros pittbull; ya le comieron una parte de la cabeza y el hombre intenta decir algo mientras los perros lo rematan. Antes vieron las fotografías del cadáver de Yanis Chimaras (captadas en la morgue) y las de un reciente doble asesinato, madre e hija asesinadas e incineradas en Parque Caiza. ¿Es repugnante que haya una página que registre este tipo de noticias? No: lo repugnante es que en esta sociedad en descomposición sucedan estas cosas. Alguien tiene que dar cuenta de estas señales del deterioro del capitalismo, y menos mal que no son periodistas profesionales quienes se están haciendo cargo. ¿Por qué? Porque en esa página hay algo que no encontrará usted en Globovisión, VTV, El Nacional o Vea: la verdad, la noticia sin procesar, el suceso patente y contundente.
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Colofón.
Tenemos un Presidente, unos legisladores, unos políticos y unos analistas hipersensibles, vigilantes de la salud mental de nuestro pueblo y blablabla. Es probable que cuando detecten la presencia de estas páginas (y de otras páginas amigas; una de ellas anuncia: "Hacia el pornosocialismo del siglo XXI", y es una recopilación de videos de gente común teniendo sexo en cámara; nada escandaloso, aunque el cuerpo de algunas de las muchachas lo es) les estalle más aún las ganas de aplicar leyes represivas en internet. Me enfrento a un dilema verdadero, y les pido colaboración en esto (sinceramente, porque no es un asunto que pueda resolverse hablando con la almohada): ¿le apuesto a la libertad plena y al periodismo ciudadano en internet, o al derecho que tienen los asesinados y mutilados de mi país a no ser expuestos en su dolor en una página web?
Otras: ¿me río de la intención de algunos imbéciles, funcionarios del Estado venezolano, de controlar internet (con la moral de ellos, que debe ser superior que la mía, me imagino), o me solidarizo con el derecho de las familias de Diosdado y Mario a no sobresaltarse con informaciones falsas? ¿En qué lugar queda esa frontera que separa la libertad plena de la protección del Estado? Eso que llaman “el Estado” ¿es una entidad más pura y limpia que usted y yo? Sus funcionarios ejecutores, ¿son sujetos como todo el mundo, con debilidades, lados oscuros, miedos y complejos, un pasado lleno de errores, o son dechados de virtudes y perfección? ¿Merecen entonces controlar lo que yo hago? ¿Tan moralmente sólidos así son los señores diputados y la señora Fiscal General?

martes, 9 de marzo de 2010

Los espacios de poder (I y II)

Tengo varios panas que aspiran, con todo derecho por supuesto, a ocupar cargos en la Asamblea Nacional, y otros que aspiraron y aspirarán también a ocupar alcaldías y gobernaciones. Van para ellos estas reflexiones.
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Parece tan sencillo. Al menos desglosarlo en sus partes lo es. Vamos con un ejercicio de ubicación en la materia.
Hay una cosa que llaman Poder. Hay muchas formas en que el poder se manifiesta y ejerce, pero limitémonos al que está depositado en las instituciones del Estado este que tenemos. Aquí, al menos formalmente, el poder se ejerce desde algunos puestos, cargos o espacios. Llamémoslos “espacios” para reforzar la sensación de lugar por ocupar o llenar. Hay una cantidad equis de espacios; dicen las matemáticas o nuestra información deportiva estándar que si su adversario ocupa más espacios que usted, el adversario gana y usted pierde. ¿Seguro? ¿Y si sacamos otro tipo de cuentas?
¿Es lo mismo ocupar todos los escaños de una asamblea legislativa o consejo municipal que ocupar un solo espacio llamado Presidencia de la República? Y poniéndonos exquisitos: ¿es el Presidente de la República el hombre más poderoso del país? ¿Es crucial, decisivo o insuficiente tener de aliado al Presidente al abordar la tarea ciclópea de cambiar un sistema por otro?
El Presidente de la República es un hombre que aglutina mucho poder, cómo no. Muchos adversarios del actual Presidente han ganado renombre, viajes por el exterior, cierto prestigio, y otros simple y pura compasión de sus semejantes, a punta de proclamar que “El hombre más poderoso de Venezuela” los persigue. Y a veces provoca creérselo, nomás para disfrutar mejor el espectáculo de un Marcel Granier lloroso diciendo que un zambo no lo deja ejercer su tiranía particular y familiar en el ámbito de las comunicaciones. Pero uno, que ha tenido amigos y familiares presos, perseguidos, allanados, desaparecidos, descuartizados, vejados y luego criminalizados por los medios, sabe que ese llanto empresarial es una farsa. Que su tragedia no es la del aplastado por el poder sino la del que no puede ejercerlo a sus anchas. Al menos no en su condición de delincuente con fuelle y contactos para extorsionar al Estado, como lo hacía antes.
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Hace unos añitos el Gobierno cometió el error táctico de no renovarle su maldita licencia de transmitir en señal abierta a RCTV y eso lo pagamos con una derrota en el referendo por la Reforma Constitucional. El cacerolazo antichavista más sobrecogedor que he padecido me sorprendió el lunes 28 de mayo de 2007, no en Altamira ni en El Cafetal sino en el 23 de Enero, sector La Cañada. Ese fue el primer lunes en muchas décadas que no se transmitió el programa aquel llamado Radio Rochela. La inmensa popularidad del Presidente Chávez (combustible vital para su permanencia en el poder) había resistido todas las pruebas anteriores, pero trastabilló al enfrentarse a un rival invisible que soporta varias denominaciones: la nostalgia, la fuerza de costumbre, lo vesánico emocional. Nuestras viejas adoran a Chávez, pero en 2007 se activó la sucia magia que hizo creer a miles de ellas que Chávez había silenciado, no a una familia tiránica y gangsteril, sino a un puñado de nuestros recuerdos afectivos más remotos y poderosos (las telenovelas, la música de varias épocas, los personajes: ¡ay Julio, cómo te arrugaste cuando viste a Caridad Canelón proclamando su antichavismo!).
Hay un misterioso chip o software conductual que nos hace sentir y comportarnos como si estuviéramos en una película, y ese software está bajo el control de los hijos de puta que tienen medio siglo y más controlando las pantallas, la radio y la prensa. En la mayoría de las películas los protagonistas triunfan contra los peores villanos y salvan todos los obstáculos. Fue muy jodido procesar emocionalmente el hecho de que Chávez cerraba el canal donde vi el mejor culo de mi adolescencia. Honor y gloria a Tatiana Capote. Hasta que funciona el escudo de la conciencia y la formación y uno puede mandar a Caridad Canelón a la mierda con toda tranquilidad, y a Tatiana con algo de intranquilidad. Pero no todos tienen ese escudo.
Primera lección: el poder no sólo se ejerce desde espacios (cargos, puestos) sino también desde posiciones tan jodidamente abstractas e inasibles como, por ejemplo, el control de la nostalgia y las emociones.
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Una cantidad imprecisable de reporteros anónimos sin carnet, escolaridad conocida o asociación formal, han sido capaces de derrotar más de una vez a ese poder gigantesco que roza lo esotérico, ese poder rotundo y desconcertante que ejercen las hegemonías económicas. Las fantasías mejor logradas del episodio abril 2002 han sido rebatidas gracias a las imágenes y comprobaciones de ese reportero colectivo y sin nombre: el pueblo atribuyéndose sus propios poderes.
Segunda lección: hay muchos espacios desde donde el Poder puede ejercerse con un mínimo de nobleza y con beneficio real para la gente nuestra. ¿Hora de ir definiendo y buscando las claves y mecanismos desde donde puede activarse el fulano Poder Popular, tan mentado y tan difícil de definir?

Segunda parte

Vuelta a una idea anterior: la construcción ejecutora y depositaria de todas las tiranías y formas de opresión (eso que llaman “Poder”) está dividida en este momento. Al menos en Venezuela, los poderes hegemónicos (tradicionales) no cuentan con el respaldo irrestricto de los poderes del Estado, como ocurría hasta hace poco. Estado y tiranías empresariales se encuentran en una etapa de confrontación sorda y burra, y esto deviene interesante ventaja para el llamado Poder Popular.
Este puede ser el año en que consigamos como Poder Popular avances y definiciones (o al menos sólo definiciones) frente a los poderes constituidos. Pero ese avance y esas definiciones del Poder Popular no se concretarán participando con candidatos en estas elecciones ni aspirando a cargos dentro del Estado. Usted puede pensar que si uno de los nuestros llega a ocupar un puesto en la Asamblea se evitaría que éste caiga en manos del enemigo (interno o externo: en manos de un adeco o de un chavista de derecha). Ese análisis es de una puerilidad desesperante, ya que si esa es la preocupación deberíamos dormir tranquilos: la maquinaria electoral más poderosa del país se llama PSUV y ésta está a las órdenes del chavismo. Lo que no pueda evitar el PSUV no lo evitará el pana del 23 de Enero que se lanzará apoyado por vecinos y organizaciones de 150 activistas, y no por una maquinaria.
Ya asoman nombres de camaradas muy valiosos que se han lanzado a la arena electoral, muy legítimamente pero partiendo de una premisa errónea: creen muchos de ellos que una forma de salvar o ayudar al proceso es ocupar espacios dentro del Estado o al menos intentándolo. Creo que esa táctica (ubicar estratégicamente a unos compas en puestos de la Asamblea para que ayuden desde ahí al movimiento popular) vendría más bien a agotarnos como opción hacedora del otro país.
Hay otra reflexión más pueril todavía, y es la que se refiere a la posibilidad de que la Asamblea funcione y sea chévere, eficiente y pulcra si colocamos allí a gente pulcra, eficiente y chévere, siendo (porque lo es) una institución burguesa en avanzado estado de descomposición como todo el maldito aparato burgués que la soporta, financia y promueve. Supongamos que usted es un tipo honesto y eficiente y se hace diputado, y su sueño consiste en impregnar a toda la Asamblea de sus valores personales, ampliamente probados y de una solidez colosal. Pregunta: ¿Usted cree ser tan proceroso y vergatario como para inyectarle frescura a una institución centenaria y anquilosada? ¿O cree que la institución lo cambiará a usted? Yo creo que la institución lo cambiará a usted. Usted no puede cambiar a esa institución, hermano, lo siento mucho.
Hay una tercera opción que da las claves más sórdidas del problema. Dice el comunicado que postula a Juan Contreras como candidato por la circunscripción 2 (San Juan, Santa Teresa, Catedral, Altagracia y 23 de Enero): “Postulamos a Juan Contreras porque queremos diputados como Fabricio Ojeda”. Yo admiro a Juan Contreras. Creo que es uno de los sujetos que pueden llamarse a sí mismos “revolucionarios” en voz alta, porque es difícil rebatir esa declaración. Justamente por eso, creo que no debería postularse a ocuoar un cargo en una de las instituciones más retrógradas, reaccionarias y corrompidas del Estado burgués. Lo que Juan ha construido con su gente en el 23 de Enero es inmensamente más grande, trascendente y hermoso que lo que pueda hacer nadie en la cagada esa de congreso. Si Juan Contreras llegara a ganar, ganaríamos un diputado pero perderíamos a un luchador social, de los más aguerridos y de vocación constructiva que conozco. Juan, hermano: si usted se hace diputado existe el riesgo de que termine como cualquiera de los diputados actuales o pasados del congreso venezolano. O terminará como Fabricio Ojeda. Ambas opciones son una mierda. Yo no quisiera ver a Juan arropado por ese asco de institución, y mucho menos llorar sobre su cadáver cuando su sentido del honor se lo exija.
No hay forma de salir ileso de una diputación. ¿Que no hay que entregarle la Asamblea Nacional a los adecos y a los sifrinos neonazis? Cierto, pero evitarlo no es tarea nuestra. Para eso está el PSUV, la maquinaria electoral más poderosa de la historia de Venezuela. La tarea del Poder Popular es construirse y construir al margen de lo que el Estado burgués, ese enfermo en estado terminal, puede seguir intentando construir dentro del capitalismo.
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Juro que no es sino ahora cuando me entero de que hubo una actividad del Movimiento Popular en la UBV. Su objetivo era organizar una instancia de Movimientos Sociales del ALBA. Misma reflexión: qué bueno organizarse y juntarse con movimientos sociales de otros países, pero ¿nadie se ha dado cuenta de la enorme perversidad que representa el hacerlo para integrar un aparato, no de un Estado burgués sino de varios (creo que son nueve)?
Y entonces, ¿qué le queda al poder Popular, a sus expresiones mal o bien llamadas “vanguardias”? Asumir, entender, internalizar y difundir la noticia de que el Poder Popular no es un poder formal más dentro de la institucionalidad del Estado burgués, sino una opción de organización distinta, aparte. Continuar organizándose en Asambleas, pero con criterio de acumulación histórica, de autoconstrucción permanente. Es importante, conveniente, honesto y necesario asumir las asambleas que vengan como continuación de muchas otras. Y por sobre todas las cosas acudir siempre al principio originario de nuestra existencia como pueblo organizado: el pueblo es una cosa y el Estado es otra, y otra también el Gobierno. Que no porque tengamos hoy a un aliado en el Gobierno (en la jefatura del Estado) somos ya la misma cosa. Que nuestra misión histórica no es apostar a la salvación de un Estado burgués capitalista sino más bien echar las bases para su destrucción.

lunes, 8 de marzo de 2010

Mollejón de jornada cayapérica

Barro, gente, sangre, hip hop, música llanera, sancocho, conversa, sol llanero: Revolución.
Pasó en El Cogollo (Cojedes):

http://elcayapo.blogspot.com/2010/03/adobes-con-cayapos-y-tiuna-el-fuerte.html

miércoles, 3 de marzo de 2010

Aquí está El Cayapo

El Cayapo se reproduce a sí mismo.
El Cayapo es difícil de encontrar pero fácil de matar (usted se sabe el cuento: todo el mundo lo conoce: cuando lo encuentre le dice Cayapo, tú no eres hijo de tu mamá, y el bicho se muere de rabia).
la historia es larga y seguramente la echaremos aparte. Pero lo que se llama el periódico El Cayapo está en la calle (en algunas calles) en su edición número 38. También está en la red, específicamente en un blog: El Cayapo, y también en formato PDF metiéndose vía http://www.archive.org/, registrándose y bajando cada uno de los cuatro pliegos en los siguientes enlaces:

**http://www.archive.org/details/ElCayapo382
**http://www.archive.org/details/ElCayapo383
**http://www.archive.org/details/ElCayapo384
**http://www.archive.org/details/ElCayapo384_652


Para quienes lo tengan o lo encuentren impreso, en papel: si usted comete el error de desdoblarlo pues haga como pueda y léalo así. No intente doblarlo de nuevo como estaba: hay que esforzar el cerebro y eso no es bueno en estos tiempos. No deja dividendos.