lunes, 18 de octubre de 2010

José María Korta, los yukpa, el derecho a la tierra y ciertas formas de lucha

Referencia:

Razones de mi huelga de hambre (José María Korta)

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Hoy a las 11 de la mañana, en la sede de los tribunales en la esquina de Pajaritos (Caracas) el hermano Jesuita José María Korta comenzó una huelga de hambre "por los derechos de los pueblos indígenas en Venezuela". Voceros de movimientos sociales en solidaridad con esta acción han dicho que denuncian "El silencio y la evidente voluntad dominante dentro del Estado-gobierno para condenar a los luchadores yukpa por la tierra; y el irrespeto a los derechos territoriales indígenas a favor de la mineria transnacional, han llevado a uno de nosotros, un luchador ejemplar y muy querido por todos, a tomar una decisión radical de protesta con la esperanza de que los de abajo despierten y los de arriba rectifiquen".

En concreto, se denuncian situaciones como el encarcelamiento del cacique yukpa Sabino Romero Izarra en el Zulia, y la negligencia en hacer cumplir la demarcación de territorios ancestrales de los yukpa, para beneplácito de una macoya de militares y terratenientes.

Abajo, mi posición personal al respecto.

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Considero noble y corajuda la decisión del compai Korta. Pero no puedo suscribir ni apoyar una acción personalísima de alguien si lo pone en riesgo a él mientras yo lo observo, o peor: si estoy a su lado dándole palmaditas en el hombro para que se arriesgue. Yo no puedo animar al hermano a que ponga en riesgo su vida con una huelga de hambre, porque yo voy a almorzar ahora mismo y seguramente comeré otra vez esta noche. Una huelga de hambre es un asunto demasiado serio y grave como para que yo anime a ese hombre a que lo haga, si yo no lo voy a acompañar. Invito a los camaradas que están acompañando a Korta para que revisen si de verdad están agotadas todas las formas de lucha, si no hay algo más que se pueda hacer colectivamente. Algo que haga prescindible o postergable la individualización de la protesta en un solo hombre, Korta en este caso.

Por otra parte, si me pareciera una medida necesaria y decisiva para el triunfo de una causa iría yo mismo a inmolarme, pero no lo es. Este episodio será aprovechado por la derecha para echarle mierda a un Gobierno aliado como el de Chávez. Sí, el Gobierno ha fallado y cometido injusticias en el caso de los yukpa y su derecho a la tierra, pero ninguna falla es tan grave como para poner nustro esfuerzo militante a hacerle comparsa y entregarle argumentos a la derecha. ¿Cuánto tardará Globovisión en ir a entrevistar a Korta, y los neodiputados de la derecha en ir a ofrecerle su solidaridad?

Y que le conste a la derecha de este país, antes que salgan a llenarse el hocico con comparaciones malabarísticas: la huelga de este caballero es por justicia y libertad, por un viejo anhelo de los pueblos indígenas. La huelga de Franklin Brito tenía por objeto que le dieran unos reales (más de los que le dio el Gobierno). Es la diferencia entre alguien que lucha por ideales y alguien cuyo “ideal” tiene precio: si me das plata suspendo la huelga.

Así que mis respetos y saludos a José María Korta. No lo animo a que se inmole porque sería irresponsable de mi parte, desde mi comodidad. Y los cámaras que están con él, antes de darle aplausos para que se sacrifique piensen en el pabellón que se van a comer más tarde, y mañana, y los días siguientes. Y después piensen en las muchas formas de lucha que hay, distintas al sacrificio de este viejo combatiente, que nos hace más falta vivo que muerto.

martes, 5 de octubre de 2010

¿Y como pa qué simpatizarle al enemigo?

La reflexión me la removieron unos compas que se acercaron, más o menos llorosos, con esta joya del análisis político: “Si no hubiéramos pateado al PPT y a Podemos hubiésemos sacado (en las elecciones) 500 mil votos más”.
Mi respuesta: “Y si en vez de declararnos en revolución o al menos en rebelión, y hubiésemos pactado con los adecos, Primero Justicia y UNT, hubiésemos sacado ocho millones de votos”.
Pregunta para los compas, para el camarada Presidente y para el chavismo en pleno: ¿cuál es nuestra maldita misión histórica? ¿Ganar elecciones a costa de lo que sea o hacer una Revolución? Si la misión es ganar elecciones pues listo, vamos a hacer alianzas con AD y el reguero de partidos de derecha; les jalamos bolas a los burgueses y a los gringos, financiamos a Globovisión, les damos una patada por el culo a los comunistas, a los negros, indios y pobres (a quienes captaremos vía propaganda mediática para que se odien a sí mismos y nos quieran a nosotros), proclamaremos que esto es una revolución que le abre los brazos a la sociedad civil y la libre empresa, y ya: segurito que así ganaremos las elecciones del 2012 con 18 millones de votos.
¿Qué? ¿No les gusta la fórmula? Entonces volvamos a la pregunta de arriba y ahora pongámonos serios para responderla: ¿Nuestra misión es ganar elecciones a costa de lo que sea o hacer una Revolución?
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Se comprende el pánico de algunos compas chavistas y camaradas con el GPS dañado, para quienes la Revolución sólo es posible hacerla desde el Gobierno y con Chávez en la presidencia. Hay gente que cree que cuando el chavismo ya no sea gobierno entonces se acabará la Revolución, la historia se detendrá o volverá atrás y entonces estaremos todos perdidos. Habrá que recordarles que la Revolución no es un acto de Gobierno sino un acto de Pueblo; que si bien en este período llamado Gobierno Bolivariano el avance hacia la Revolución ha sido gigantesco y relativamente poco doloroso, cuando el actual gobierno cese en funciones la Revolución continuará su avance aunque bajo condiciones lamentables, muy distintas a las actuales: habrá que seguir haciendo actos revolucionarios pero éstos serán ilegales (las leyes las volverán a dictar ellos, los enemigos) y por lo tanto quienes continuemos haciendo Revolución seremos perseguidos, asediados, encarcelados, torturados y asesinados por las hegemonías.
Hacer una Asamblea u organizar una protesta ya no será algo bien visto en los medios sino que será criminalizado, aplastado, proscrito. Quien quiere hacerse una idea de lo que nos espera a quienes reunamos a diez o veinte personas para ensayar métodos de formación y discutir de política, favor remitirse a los casos Yumare, Cantaura y El Amparo, masacres de los años 80 en contra de gente que quería hacer cosas menos graves que las que estamos haciendo ahora.
En esas condiciones habrá que continuar la tarea de organizarnos como pueblo, y, lamentándolo mucho por los compas que le han cogido el gustico a echar cuentos y cantar hazañas por Venezolana de Televisión, lo que recibiremos ahora de los medios del Estado (y de los privados, como siempre) será insulto, bofetada y patá e kung-fú.
Será muy doloroso, pero al menos tendremos claro algo esencial para continuar y afirmarnos en la historia: que las Revoluciones no son ni pueden ser actos oficiales sino ilegales, al margen y también en contra de las leyes burguesas.
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Continuemos con el síndrome del que le quiere caer bien al enemigo histórico. Todavía resuena por todas partes el clamor de varios grupos que solicitan el Premio Nobel para Fidel Castro, Chávez, las Madres de la Plaza de Mayo y otros. Es decir: increíblemente, hay quienes quieren que alguna gente revolucionaria o cercana a la revolución o a la sociedad que queremos reciba un premio que fue concebido para premiar a los constructores de la sociedad burguesa.
Es la misma condición mental de los que cargan un nudo en la garganta por lo que hubiera pasado si Chávez no hubiera carajeado a Ismael García y al PPT en pleno. La misma condición mental de los que creen que es revolucionario darle un aporte millonario al “maestro” Abreu para que sus orquestas salgan a mostrarle al mundo lo bien que imitamos a los europeos. Y es la misma condición mental de los que creen que la labor de los alcaldes y gobernadores chavistas, y de los nuevos diputados, es hacer lo mismo que hacían los diputados de antes: promulgar leyes burguesas, gobernar para fortalecer la sociedad que tenemos; ocuparse del ornato público, de defender la moral y las buenas costumbres. Que la clase media piense así, se entiende; pero que alguien se llame revolucionario pero no desee destruir esta sociedad sino maquillarla y remendarla, ya es materia metafísica.
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No sé exactamente por qué razón este tema se me emparenta con la vieja discusión acerca de si hay una o más formas de ser “socialista” o “de izquierda”. Desde hace muchos años, Teodoro Petkoff anda llenando de ladridos los medios de información de la derecha, en busca de un reconocimiento que él ha pateado y desechado con sus actos: Petkoff quiere ser reconocido como el último socialista, y para lograrlo ha tenido que perfeccionar una insalubre maniobra retórica que le ha conseguido adeptos. Su misión ha tenido éxito en ciertos círculos, y no es extraño para nada: el hombre ha logrado embaucar a una o dos generaciones de sifrinos y aristócratas con la leyenda autorrefrendada de que él fue guerrillero, anduvo con un fusil por las montañas y se fugó del Hospital Militar. Resultado: a alguna gente le cuesta poner en duda que Teodoro Petkoff sea un hombre de izquierda.
Todo un personaje cinematográfico, en cuya boca resuenan muy convincentes algunas tesis, como por ejemplo esa según la cual hay dos formas de ser de izquierda: la forma caduca, fracasada y fea representada por Cuba, Castro y los extintos comunismos de la Europa Oriental, y por otra parte la forma linda, potable y soportable representada en él: la “izquierda” que negocia con los empresarios y terratenientes las condiciones en que seguirá explotando obreros y campesinos, la izquierda que tiene el enorme cinismo de autoproclamarse izquierda mientras defiende a los figurines de la derecha. Teodoro puso a la Bachelet como ejemplo de lo que debe ser un izquierdista latinoamericano, y días después el Departamento de Estado (administración Bush) hizo lo mismo: decir que había un socialismo con el que se podía dialogar y negociar: Lula, Bachelet, el güevón de Uruguay antes de Pepe Mujica.
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Post-datas. 1) El PPT seguirá siendo promocionado como una izquierda chévere que resulta grata a Globovisión. Vladimir Villegas, Kico y otros fantasmas se están encargando de eso. 2) Presidente Chávez: no se le vuelva a ocurrir ofrecer neveras y lavadoras baratas una semana antes de las elecciones. Sobra la explicación del porqué.

sábado, 2 de octubre de 2010

Más allá de los números

Pese a lo que anuncia el título, y pese a la certeza de que la Revolución no es un fenómeno matemático sino político, es muy difícil apartarse de la tentación de ensayar un análisis puramente electoral, de numeritos y tal. Así que ahí va, brevemente.
El PSUV tenía al menos dos metas numéricas. Tuvo éxito en una y falló en otra. Consiguió elegir más diputados que la oposición pero no los 110 de la mayoría calificada. Efecto sicológico en algunos compas chavistas: no alcancé lo que me propuse, entonces me deprimo. Ha sido muy difícil reanimarlos con la bofetada de rigor: muchacho pendejo, no podemos decirles a más de 5 millones de chavistas que se suiciden en masa. Ya lo entenderán. O lo desecharán. Y habrá que seguir; si los que sabemos qué es una Revolución somos diez güevones, pues con esos habrá que darle. Los “emos” y creyentes de que la política es un campeonato de beisbol, pues que sigan deprimidos.
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Hay que sincerar la detección de ciertos datos, admitirlos y digerirlos, y empezar a trazar tácticas a partir de ellos. Primer dato: el antichavismo superó su máximo histórico de votos y sigue creciendo electoralmente. Segundo: pese al bombardeo propagandístico indiscriminado, sostenido, implacable y artero del poder económico y sus sirvientes de los medios de información, el chavismo no se vio disminuido electoralmente (son sus cinco millones y pico de siempre, con la excepción de los 7 millones de 2006). Tercero: el chavismo volvió a ganar en los sectores populares de Caracas, excepto Petare, donde Primero Justicia ya es fuerza gobernante. Cuarto: traicionar al chavismo no es negocio (descansen en paz el PPT y su Henri Falcón, Podemos y demás cadáveres). Quinto: una cosa es que la gente se niegue a votar por los diputados que Chávez apadrina, y otro muy distinta que deje de votar por Chávez, cuya popularidad no baja de 50 por ciento. Sexto: si el ataque antichavista fue así de grande para alcanzar unos puestos en la AN, imagínenselo cuando los bichos vayan por la presidencia…
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Ahora, retomando el contenido y el espíritu de la columna anterior, creo que a partir de ahora, si de verdad creemos que procede profundizar la Revolución, debemos estar más atentos a lo que hemos de hacer en el ámbito comunal-comunitario y las otras formas de organización como pueblo. El salto adelante que ha de captar a molestos e indecisos consistirá en demostrarnos que miles de asambleas comunales en barrios, caseríos y otros puntos de encuentro (fábricas, planteles, puestos de trabajo, colectivos, sindicatos) tienen tanta o más potencia democrática, tanta o más índole revolucionaria, que el quehacer de los señores diputados en la Asamblea Nacional. Esto, hablando exclusivamente en términos de elecciones y proselitismo, que es lo que interesa al aparato institucional aunque también al ser político que nos define.
Pero profundizando en la necesidad de hacerle aportes a nuestra Revolución nos encontramos con que es preciso retomar el discurso matriz y la línea rectora de nuestras luchas: difundir y hacer masivo el dato clasista que sigue moviendo al pueblo. Que hubo millones de pobres y explotados que fueron captados por el antichavismo, es verdad, como también lo es el que los barrios obreros y asiento de desposeídos y marginados volvieron a votar mayoritariamente por el chavismo. En Caracas los barrios populares (23 de Enero, El Valle, Macarao, Antímano, Catedral, Coche, La Vega, San Agustín, Sucre/Catia, y los barrios populosos de Petare) volvieron a votar rojo, y no es casual el que siga moviéndonos esa intuición histórica, que es el dato crucial a exponer y desnudar para discutirlo masivamente: cómo hacer conciencia el instinto profundo de rebelión del ser humano explotado, en contra de la caterva de señorones y señoritos ricos y de clase media que quiere volver a gobernar a Venezuela.