martes, 26 de diciembre de 2006

Por qué votaré por Chávez el 3-D

El título de la nota me obliga a una respuesta rápida y sin rebuscamientos. Va: porque si alguien o algo pudiera detener el proyecto chavista, continuación del largo proceso histórico de dignificación y de conquista del poder por parte de las masas populares, esto que llamamos Venezuela seguirá siendo una mina o un centro comercial, y no un país.
Lo demás son consideraciones colaterales. Paso entonces a volar sobre ellas.

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Hace unos días escuché en el programa del “analista político” César Miguel Rondón algo que yo pensé que nunca escucharía. Si la derecha venezolana no estuviera así de llena de hijos de puta, ignorantes e irresponsables (Rondón califica en las dos últimas categorías) uno de verdad creería que la revolución venezolana puede hacerse lentamente y por las buenas. Pero no hay nada que hacer (o mucho). Si “locutor” no pareciera compartir la misma raíz etimológica de “loco” yo mismo lo hubiera declarado en emergencia médica. Pero estoy a punto de creer que el desvarío es un gaje más del oficio.
Hablaba Rondón con un par de invitados sobre un tema que toca de cerca de los automovilistas caraqueños: el tráfico infernal, la profusión de vehículos automotores en la calle, el hecho de que en esta ciudad uno puede mamarse fácilmente una hora para avanzar tres cuadras. En vista de que sus fanáticos esperan de él algún tipo de respuesta o explicación a todos los fenómenos sociales, históricos y políticos (a él, un investigador tan eficiente que conoce a todos los salseros emblemáticos y sin embargo sólo alcanzó a producir un bodrio lleno de incongruencias e inexactitudes titulado “El libro de la salsa”) el tipo se aventuró e insinuó algo que seguramente le hervía en el pecho. Lo presentaremos en forma de silogismo:

*En el Gobierno hay corrupción.
*Los corruptos chavistas compran con sus dineros mal habidos grandes camionetas y automóviles de lujo.
*Por lo tanto, el excesivo tráfico de Caracas es culpa del corrupto Gobierno.

No, hermanos. Con esta clase de mierda no se puede construir un país en sana paz.

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¿Y el discurso opuesto, desde esta trinchera personalísima aunque no personalista? Va: sí invoca o revela cosas no necesariamente buenas la excesiva circulación de automóviles. Por una parte, revela que hay mucha liquidez en movimiento; que ahora muchos más venezolanos pueden adquirir carros de agencia (ya se ha hablado del repunte de la industria automotriz) y en efecto han llenado las calles y autopistas con unos artefactos que antes sólo compraban unos pocos privilegiados; que, en concordancia y como deducción de todo lo anterior, el consumo se ha desatado (también es dato conocido y comprobable). Lo cual, compas queridos, indica que si bien estamos ante un indicador revelador de cierta equidad en medio de la bonanza también es cierto que desenmascara una contradicción vital para entendernos como proceso: usted puede alegrarse de que haya mucho billete en la calle, de que ahora el consumo desbordado forme parte de un colectivo cuyo signo ha sido siempre la carencia y el hambre. Usted puede también proclamarse socialista o partidario de la construcción de una forma del socialismo. Pero no puede hacer ambas cosas a la vez: emocionarse por el destape, por la actual manifestación extrema de la cultura del consumo, y al mismo tiempo decirse socialista, es una contradicción.
Socialista que se alegra del triunfo de la sociedad consumista no existe, compatriotas. Estas no son vainas de escuálidos. La Caracas actual es la demostración en pequeño de por qué el modelo capitalista es un error histórico y una aberración que puede liquidar a la raza humana: un millón de carros han convertido esto en un infierno. Si el resto de los 4 millones de caraqueños tuvieran también su carro el hombre quedaría suprimido, anulado, desfigurado bajo un deslave automotor.

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Lo bueno de las contradicciones es que en su resolución, o al menos en la lucha contra ellas, el ser humano se perfecciona y se hace cada vez mejor. Sociedad o proyecto cuyos propulsores consideran perfectos está condenada a despedazarse o a desaparecer. Si usted cree que es justo que 500 años de hambre, de injusticias, de muertos, de sufrimiento y de guerras culminen en esto (es decir, en una sociedad que quiere construir una revolución pero que no termina de arrancar para allá) entonces usted es un retrógrado, un conservador, un embustero. Si usted cree que esto (y no sólo lo de los carros, sino unas cuantas contradicciones extras de las cuales habrá que hablar a lo arrecho, a gritos, pase lo que pase y cueste lo que cueste, después del 3 de diciembre) es digno de ser revisado, corregido, sacudido y relanzado (Revolución en la Revolución, lo llamó alguien por allí) entonces usted es de los nuestros.

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Conclusión de la respuesta que inicié allá arriba en el primer párrafo: yo votaré por Chávez porque creo que, bajo su Gobierno, esto es reversible; es decir, que el proyecto chavista, hermoso en esencia, es perfectible. Para lo cual será necesario que nos hablemos duro, amargo y descarnado, y procedamos en consecuencia. ¿Le echamos bolas o seguimos consolidando el modelo capitalista, mojoneándonos con la fantasía de que socialismo significa Grand Blazer para todo el mundo?
24/11/2006

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