domingo, 7 de diciembre de 2008

Prefiero a un demócrata como Chávez despachando 20 años en Miraflores que a 4 tiranos adecos y plutócratas “alternándose” en el poder

Una de las preocupaciones más hondas y comprensibles de todo aquel que suele lanzar sus ideas al viento (que son las ideas de otros, reformuladas y rehechas desde un ejercicio interpretativo propio) es el afán de coherencia y consecuencia. O dicho en perspectiva negativa: el temor a decir algo diametralmente distinto a lo que dijimos antes. Si uno dijo algo hace cinco años sobre un tema X y hoy escribe sobre el mismo tema, la exploración de las palabras del pasado debería revelar un respeto íntimo, profundo y natural a algunas ideas matrices, a un discurso transversal, a una visión del mundo que puede ser cambiante pero respetuosa de unos principios rectores. Un libro reciente, contentivo de una entrevista a Teodoro Petkoff, por Alonso Moleiro, se titula con lo que parece ser una convicción del entrevistado: “Quien no cambia de opinión es un imbécil”. Una declaración que tiene muchas orillas de dónde agarrarse. Yo me quedo con la declaración contraria: si no estás perdidamente enamorado de una idea mejor no la defiendas ni la divulgues, porque más temprano o más tarde vas a vejarla o a traicionarla.

Ahora, si usted ha escrito al menos un artículo a la semana durante los últimos seis años, es difícil que tenga organizado y a la mano todo cuanto ha dicho. Adquiere entonces enorme valor la intuición, esa brújula que nos orienta en la oscuridad: si no encuentro mis ideas en un mar de textos entonces mejor las busco en el inconsciente, en la trinchera profunda desde donde a ratos despiertan, disparan y laceran. Acabo de hacer un ejercicio de excavación, de viaje hacia mis artículos pasados, y ha resultado en viaje hacia mis adentros, hacia mis convicciones. Y he salido del ejercicio aliviado: sucede que hoy puedo defender el proceso que viene (la batalla por la postulación continuada de Hugo Chávez a la reelección) con ideas plasmadas de varias formas desde el año 2002 hasta la fecha.

La discusión es: ¿cómo seguir llamándonos demócratas y al mismo tiempo respaldar la permanencia de Chávez al frente de la jefatura del Estado? Es fácil e incluso natural si uno se convence de algunas cuestiones y esquiva algunas trampas que nos han impuesto por décadas.

Mis reflexiones anteriores me hacen partir de estas ideas y me hacen volver a ellas:

1) El proyecto bolivariano es imperfecto y ha sido torpemente conducido, pero sus líneas maestras constituyen el único proyecto de país serio que hemos tenido en nuestra historia republicana. Es preciso garantizar la continuación de este proyecto, aun si para lograrlo tengamos que prescindir del trámite de las elecciones.

2) La democracia es el gobierno del pueblo, y nunca como ahora, bajo el gobierno de Chávez, el pueblo ha conquistado espacios para organizarse y gobernarse. Así que prefiero a un demócrata como Chávez despachando 20 años en Miraflores que a 4 tiranos adecos y plutócratas “alternándose” en el poder.

3) La democracia no consiste en promover y organizar elecciones, sino en garantizarle al pueblo herramientas y oportunidades para construir formas locales y específicas de poder, mientras el Estado se encarga de resguardar la soberanía y de otras minucias relacionadas con la distribucón de los recursos, la lucha de tensiones contra las tiranías empresariales (para que ambas tiranías se contrarresten) y la prestación de servicios. Que Chávez gobierne en Miraflores es garantía de que nosotros gobernamos en nuestros espacios de lucha: prefiero a un demócrata como Chávez despachando 20 años en Miraflores que a 4 tiranos adecos y plutócratas “alternándose” en el poder.

4) Es falso que los derechos de la clase política sean los derechos del pueblo: la clase política exige “alternabilidad en el poder” y presenta este factor como fundamental para la democracia, pero cederle a los ricos y a los explotadores el derecho a gobernar al país es atentar contra la democracia. La aberración AD-COPEI nos impuso un espejismo durante medio siglo a los venezolanos. Nos hizo creer que la democracia consiste en votar alternadamente por ellos, en perpetuar el “Quítate tú pa ponerme yo”. Cuando el pueblo decidió que ya no quería más con ninguno de los dos entonces se acabó la democracia. Y vino un período de lo más sabrosón para los desenmascaramientos: AD-COPEI y la burguesía en pleno llamaban “fiesta democrática” a las elecciones. Ahora que llegó Chávez y les ha metido una dosis para caballos de tal “fiesta”, entonces ahora las elecciones son malas. Es una delicia oír a un Ledezma indignado porque ahora en Venezuela hay más elecciones y referendos de los que su alma “democrática” puede soportar. Prefiero entonces a un demócrata como Chávez despachando 20 años en Miraflores que a 4 tiranos adecos y plutócratas “alternándose” en el poder.

5) Comparto una visión muy difundida del asunto democracia-elecciones: aquella según la cual los venezolanos deberíamos eliminar el trámite de las elecciones y declarar al país espacio y laboratorio de construcción de otra sociedad. Sin el sobresalto perenne de una oposición “a punto de” volver al control de las instituciones del Estado. Mejor tenerlos en la calle intentando rebeliones y asaltos, pero con Chávez en Miraflores. Prefiero a un demócrata como Chávez despachando 20 años en Miraflores que a 4 tiranos adecos y plutócratas “alternándose” en el poder.

6) Creo que Chávez debe permanecer en el poder hasta que el proyecto bolivariano madure y se consolide. Cierto que es un defecto del proyecto el no haber hecho crecer un liderazgo nacional capaz y digno de sustituir al de Chávez, pero ya que estamos en esto, si el proyecto depende de la permanencia de Chávez en el poder, pues habrá que defender a Chávez; si el camino que se escogió no fue la supresión de cosa tan engañosa y bastarda como las elecciones, pues habrá que ir a votar por Chávez. Prefiero a un demócrata como Chávez despachando 20 años en Miraflores que a 4 tiranos adecos y plutócratas “alternándose” en el poder.

7) Dejamos a Chávez gobernar en Miraflores; Chávez nos permite, como hasta la fecha, gobernarnos en los niveles más locales del pueblo. Él al frente de un Estado que no nos interesa para otra cosa sino para que nos deje construir nuestros experimentos de autogobierno en paz; nosotros al frente de nuestros mecanismos de autorregulación de la sociedad. Prefiero a un demócrata como Chávez despachando 20 años en Miraflores que a 4 tiranos adecos y plutócratas “alternándose” en el poder.

8) A usted, venezolano de a pie, ¿realmente le afecta la permanencia de Chávez en la presidencia? Si la respuesta es SÍ usted es un embustero, o no es un “venezolano de a pie” sino un político con aspiraciones de ser Presidente. Si este es el caso no me interesa su respuesta. Mi pregunta va dirigida al ser humano que puede hacer cosas en su localidad o en su ámbito de lucha, y las puede hacer como nunca antes porque en el Gobierno de Chávez hay plena libertad para hacerlas. Bajo otros gobiernos no es posible construir nada. Prefiero a un demócrata como Chávez despachando 20 años en Miraflores que a 4 tiranos adecos y plutócratas “alternándose” en el poder.

9) Por cierto que en este punto de los liderazgos nacionales, regionales y locales puede uno precisar la profundidad de la democracia en construcción: es verdad que el chavismo no ha hecho crecer liderazgos nacionales capaces de sustituir a Chávez, pero uno se asoma a las comunidades y a las regiones y ve brotar de la tierra a miles de líderes y constructores de pueblo. Por eso, prefiero a un demócrata como Chávez despachando 20 años en Miraflores que a 4 tiranos adecos y plutócratas “alternándose” en el poder.

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Cito un texto de Santiago Alba Rico (“La pedagogía del millón de muertos):

“Es comprensible, y desgraciadamente inevitable, que en un mundo en el que la Democracia invade países, bombardea ciudades y construye campos de concentración, el sistema mismo de elecciones nos parezca solamente una trampa concebida y fabricada por los poderosos (…) el capitalismo, como demuestra el helenista italiano Luciano Canfora, se limita a manejarla mediante una estrategia pedagógica que no excluye ningún método, según las circunstancias y los países: manipulación legal, propaganda, soborno y, llegado el caso, fascismo. Si de algo fue un “ensayo” la guerra civil española fue de las intervenciones estadounidenses en Latinoamérica a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, según un principio que ya he enunciado en otras ocasiones: cada treinta años se mata a casi todo el mundo y después se deja votar a los supervivientes”.