lunes, 24 de agosto de 2009

Tracción de sangre: el país en las huellas del pueblo

Tengo rato acariciando la idea de largarme de Caracas, ciudad con la cual mantengo hace rato una relación perversa (la adoro pero sé que debo divorciarme de ella). Corrijo: hace un año acariciaba esa idea, ahora la manoseo y la penetro y casi la empreño. He dado algunos pasos preparatorios en esa dirección, y esos pasos son tantos que ya ando en plan itinerante pegando unos brincos cada vez más prolongados fuera de la capital. Creo que esbocé o insinué algunas de mis motivaciones principales en este artículo.
Mientras acostumbro mejor el cuerpo y la mente a la concreción de la idea ando garrapateando una especie de cuaderno de viajes, que no es sino la exploración o reencuentro con el país que dejé atrás en la infancia y juventud sin haberle metido el diente como debía. Y adivinen qué, el cuaderno de viajes ya es un blog en construcción (otro más. Qué verga, ¿ah?), uno que busca y registra lo que se está construyendo y destruyendo más allá de Caracas, y más allá de esa rara visión de la política que hemos consolidado los venezolanos, en la cual no hay sino confrontación entre el chavismo y el antichavismo.
Vayan a visitarlo pues. El nuevo blog es una visión individual (aunque no individualista) de ese fantasma que nos recorre: la nobleza de corazón, el ímpetu revolucionario (ese que existe más allá de Chávez o antichávez), la sencillez o la altivez de un pueblo y sus íconos olvidados o en peligro de olvido.

lunes, 17 de agosto de 2009

Errores tácticos, desubicación estratégica

Uno se siente medio pendejo cuando, en casos como el actual, se pone a recordarles a los demás que todos cometemos errores. Y que cuando uno los comete de buena fe, por exceso de voluntarismo o pundonor, o porque sencillamente tenemos una visión medio cinematográfica de lo que es el combate contra el mal, quienes se dicen camaradas de uno no pueden atribuirle el error cometido a perversidad o a que uno es un contratado de la CIA. Unos compas chavistas-no oficialistas, voluntariosos ellos, cometieron un error táctico de mediana a alta gravedad la semana pasada, cuando fueron a caerles a palos a unos güevones que se lo merecían, pero que al salir coñaceados salieron ganando la batalla de la opinión pública. Lo increíble, en la continuación de la comedia, viene empaquetada en monstruo de dos cabezas:

1) El chavismo oficialista, empezando por Chávez y el Minci, pasando por el Consejo de Comunicadores Socialistas y aterrizando en el PSUV, han pedido cárcel para los camaradas que participaron en la coñiza.


2) Los señalados han salido a defenderse con argumentos que jurídicamente están bien, pero...: "Nosotros no le pegamos a nadie".


Y a estas alturas nadie se atreve a decir en voz alta lo que muchos pensamos: que es verdad que gente nuestra salió a repartir patá y kung-fu, y que es una vaina grotesca que el chavismo oficial pida cárcel para esos compas, como si nosotros mismos no hubiésemos sido nunca víctimas de esa violencia sifrina celebrada por los medios privados, y cuyos perpetradores gozan de total libertad e impunidad.A dejarse todo el mundo de mamagüevadas: sí fueron panas nuestros, chavistas y camaradas de grupos organizados, los que fueron a patearles el culo a unos señores licenciados que por serlo se la dan de intocables. Fue un error que lo hicieran, cómo no. Como también es un error, y este sí malintencionado y revelador de una desubicación acojonante, el que el Consejo Nacional de Comunicador@s Socialistas emitieran un comunicado en el cual se lee esta mierda:


"El CNCyCS exhorta al Ministerio Público a realizar todos los esfuerzos necesarios para que se aclare la responsabilidad de quienes hayan cometido estas agresiones y no queden impunes".


A ese comunicado les respondí de la siguiente manera, en correo colectivo:


"Supongo que es obligante este tipo de comunicados, para efectos de la organización pulcra, mesurada y decente que quiere ser el Consejo. Sólo quisiera que el Consejo se dignara medir muy bien el alcance de su llamado a meter presos a camaradas nuestros, sobre todo cuando las acciones de la derecha recrudecerán y no será con discursos y comunicados como podremos detenerlos. Va mi declaración irresponsable y sospechosa de ser financiada por la CIA: yo prefiero que nos veamos acusados de haber agredido a unos vergajos de la prensa enemiga y no tener que llorar a nuestros muertos, porque somos arrechísimos pidiendo cárcel para la gente nuestra pero dignos de risa a la hora de pedir justicia por Danilo Ánderson, Jairo Gregorio Morán, Oscar Aponte Gómez.


Les propongo este ejercicio: busquen esos dos nombres mencionados después de Danilo Ánderson, sin buscarlos en internet. Nadie se acuerda de ellos, ¿cierto?


Pues de ese tamaño es nuestra pérdida de la brújula. Cárcel para quienes coñacearon a los señores periodistas ayer, olvido para nuestros muertos. Es decir, cárcel y muerte para nosotros, justicia para el enemigo. Así vamos a ganar la guerra, seguro que sí".



***



Ya antes, cuando Chávez acusó al Grupo de Trabajo La Piedrita de trabajar para la CIA, se lo espetaba al chavismo oficialista y al propio Chávez (clic aquí): todos cometemos errores pero hay quienes sólo le otorgan el derecho de equivocarse al comandantísimo Hugo Chávez (después se arrechan porque los tildan de jalabolas). Pero si cometer un error o un exceso en las batallas contra el enemigo es una prueba de infiltración de ese mismo enemigo entonces a apretar ese culo, chavistas de todo pelaje, porque el camarada Presidente se la pasa cagándola y mire que sus palabras y acciones también las usa el enemigo para echarnos coñazos a todos. ¿Quién es el que va a acusar a Chávez de recibir instrucciones de la CIA? ¿A que nadie en el chavismo oficial se atreve a echarle bolas?

A mí me sabe a mierda que a estas alturas del campeonato la gente empiece a mirarte con aire de sospecha cada vez que llamas a las cosas por su nombre. Total, si mal no recuerdo es lo que he hecho toda la vida y no pienso dejar de hacerlo. Va otra vez, a modo de síntesis.Los periodistas antichavistas son unos cínicos cuando exultan y se desgarran en voces de alerta porque les dieron unos coñazos a varios de ellos, siendo que ellos mismos han ninguneado a nuestros asesinados y coñaceados: remember Oscar Aponte Gómez y Jairo Gregorio Morán, 3 de enero de 2003.Los camaradas nuestros que salieron a coñacearlos son unos irresponsables, sobre todo por haberlo hecho en un tiempo de alta sensibilidad política como el actual.Los señores del Consejo de Comunicadores Socialistas son también unos irresponsables y unos entreguistas al pedir cárcel para los nuestros, bajo el argumento de que los revolucionarios dizque amamos la paz.Tanto los periodistas "nuestros" como los de ellos caminan por una misma vereda y su tufillo es a atavismo de clase: unos y otros olvidan o no quieren recordar que a una reportera de Ávila TV le estallaron un niple en la cara unos manosblancas, y que no hay ni habrá nadie preso por ello. Mayor cogeculo se hubiese armado en este país si semejante atentado se hubiera llevado a cabo contra un señor licenciado de cualquiera de los bandos, compadre.
Remedio contra todo esto: ubicación (clic aquí). Recordar de dónde viene cada quién, a qué nos debemos y a qué hemossido convocadosen tiempos que quieren llamarse revolucionarios.

lunes, 10 de agosto de 2009

Oficialistas

Estimado burócrata:

No hay revolución sin actos revolucionarios. La institucionalidad es, por definición, lo contrario al cambio revolucionario: usted crea institución, usted proclama que esa institución es sagrada, intocable, digna del respeto y la sumisión de la gente. Crea institución y entra al maravilloso mundo del conservadurismo: nadie quiere que los vientos revolucionarios (ni ningún otro viento, brisa, huracán o flatulencia) devasten lo que uno está construyendo.

¿Es bueno o malo que lo antes dicho funcione como funciona? Depende. Si usted creó instituciones después de demoler las que había previamente, vale, convengamos en que las nuevas instituciones merecen la aprobación y el esfuerzo militante de las multitudes (ahora unos europeos decretaron que está prohibido llamar masa a las masas, y los europeos tienen razón en todo) para su construcción. Pero si usted conservó la estructura antigua y quiere que yo le rinda pleitesía sólo porque usted tuvo el valor de poner nuevos burócratas donde estaban los viejos, y de cambiarle el nombre a la estructura (antes PTJ, ahora CICPC; antes Inavi, ahora MOPVI) usted me está haciendo trampa, compañero. Usted quiere que yo lo respete, no por su aporte revolucionario a la construcción de una nueva sociedad, ya que usted no ha hecho ninguno, sino por la misma razón por la cual antes había que cargar encima un carnet de AD o COPEI, o ambos: usted pretende que yo me incline ante su in-ves-ti-du-ra, esa cuota de poder nacida bajo los auspicios, el patrocinio y la bendición del Estado adeco.

Ya sé qué es lo que le acaba de cruzar por la mente en este momento. Usted ha pensado: “Ajá, este es escuálido, porque los escuálidos también nos llaman oficialistas”. Pero resulta, apreciado burócrata, que precisamente donde es más patética y proliferante esta enfermedad del oficialismo es en las filas del antichavismo. Los antichavistas son conservadores por naturaleza, y por ende son oficialistas genuinos. Si usted se fija bien en los discursos y la acción de estos sujetos (siéntese a ver un rato Globovisión o a escuchar Unión Radio) y notará un desmedido apego a las leyes. ¿A usted no le parece raro que los bichos conozcan la Constitución de 1999 mejor que uno, y que en los últimos tiempos se hayan dedicado a defenderla con ese encono, con esas ganas, con ese aire de paladines que da dentera? ¿A usted no le chirrió un pelo esa imagen de Antonio Ledezma dizque pasando hambre frente a la OEA, con el librito azul en la mano? ¿Usted no se preguntó por un momento qué vergas está pasando en el mundo que ahora los ateos andan chapeando con la biblia?

Respuesta única: la razón es que finalmente a los antichavistas los ha vencido su inclinación vesánica a respetar las leyes (hay un verso del Himno Nacional que glorifica esta actitud: la Ley respetando) y ahora prefieren la paz aparente, el “orden” que da la santificación de leyes y papeles, han salido del clóset y se han destapado como los oficialistas que son.

Oficialista: persona que rinde culto a lo oficial.

Así que lo lamento mucho, querido burócrata, pero en eso los escuálidos se parecen más a usted que a quienes creemos que es preciso demoler lo que hay y luego construir lo nuevo. El oficialista adora el estatus que le dan las leyes. Los revolucionarios detestan las leyes porque sabe que sin su cuestionamiento, estremecimiento y destrucción no será posible construir una sociedad de otro tipo.

Lo siento, lo siento.

***

Vamos al terreno de la práctica, del cochino mundo real, que aquí sobran los ejemplos de cómo el chavismo adorador de lo que nos han impuesto creen que se la están comiendo con eso del respeto a las leyes y a las costumbres de los ricos. El día 23 de junio fui a La Vega a vacilarme el San Juan de esa parroquia (¡parroquia! ¿La llamaremos Comuna algún día?), que es de los mejores de Caracas, y me encontré con un espectáculo lamentable. Usted me dirá: “Ah, ¿revolucionario y adorador de santos?”, a lo cual la negritud le responde: esa fiesta es un ataque formidable al catolicismo y la reivindicación del carácter pagano y cimarrón del hombre descendiente de africanos. Pues bien, ese día un batallón de Policías Metropolitanos quería impedir que los cultores y custodios del santo lo sacaran a las calles y le dieran rienda suelta al repique de tambor. Una discusión absurda surgida a partir de un argumento absurdo (estamos hablando de funcionarios de la PM: absurdo todo): que por instrucciones de no sé qué dependencia del MPPIJ no podían permitir que se celebrar el San Juan porque eso siempre termina a tiros y a coñazos. A William Ochoa, organizador de la fiesta durante muchos años de vida, le gritaron en la cara: “Si hacen la fiesta la culpa de lo que pase va a ser tuya, y te vamos a meter preso”.

El gentío estaba fuera de la capilla del barrio El Carmen esperando, pidiendo a gritos al San Juan, y los pacos intimidando, obstaculizando, jodiendo. Me retiré de ahí como a la una de la madrugada, despechado e incrédulo: una gloriosa institución (Ministerio del Poder Popular para Interior y Justicia, guao) estaba acabando de un solo pingazo con una de las celebraciones más hermosas, corajudas y pundonorosas de la cultura venezolana. Cuando me levanté en la mañana supe cómo terminó todo: la gente se hartó de la intromisión de los policías y empezó a sacar sus tambores y su curda a las calles, sin pararle pelotas a pacos ni a cultores asediados, y el San Juan se llevó a cabo. El pueblo derrotando a la mentalidad obtusa, conservadora y reaccionaria de un puñado de oficialistas.

***

Domingo 2 de agosto, La Vega. El oficialismo se llevó para allá a la orquesta juvenil del “maestro” Abreu, con Dudamel al frente, y hasta los medios de la derecha celebraron que hubiera ocurrido “eso”. Que el estado venezolano hubiera llevado un concierto gratis de música académica para La Vega. Qué chévere, que los pobres escuchen a Bach y a Mozart. Y qué cagada que escuchen, toquen y bailen tambores.

En eso también se parecen a ti los escuálidos, estimado: creen que las manifestaciones del pueblo son buenas sólo si las patrocina lo oficial, las instituciones.

Iba a comentar algo sobre el concierto homenaje a Caracas, organizado por la alcaldía de Libertador, con Don Omar, Jorge Celedón, Chino y Nacho, Olga Tañón. Pero se me acabó el espacio.