lunes, 22 de febrero de 2010

Henri Falcón no ha traicionado a nadie

Es que no aprenden, chico.
Desde ayer me bombardean el teléfono con la "superprimicia": chamo, Henri Falcón saltó la talanquera. Dije: "Verga, se metió a revolucionario, es uno de nosotros ahora". Chiste fácil: el carajo nunca fue de los nuestros, así que o se metió a chavista o se quedó donde estaba. Pero la GRANNNN noticia de que salió del clóset no me parece que sea tal.
Realicé una escarbada simple en este mismo blog y me encontré con un artículo del 25 de noviembre de 2008 (dos días después de las últimas elecciones regionales): El chavismo volvió a ganar en los sectores populares.
De ese artículo extraigo un párrafo:
  • Pero uno carga encima la manía esta de los análisis cualitativos, los necesarios para entender que el PSUV no es la Revolución, y se encuentra con que, en realidad, tampoco ganamos ni en Lara, ni en Guárico, ni en Sucre, ni en Mérida, ni en Vargas, y ve tú a saber en cuántos estados más. Quien se diga revolucionario y esté feliz por el triunfo de Henri Falcón hay que meterle una patada en el culo. Y después fusilarlo. Antes que contento, yo estoy alarmado porque el sujeto más votado del evento electoral fue un hijueputa que tiene felices a las mafias de la construcción (Sambil Barquisimeto), y por eso hizo campaña prácticamente sin oposición a la vista. Todos lo quieren: los pobres porque Chávez le levantó la mano y los ricos porque los está haciendo más ricos. Digo, ¿la tarea de un revolucionario es ganar elecciones o hacer la Revolución? Si el PSUV hubiese apoyado a Graterón en Chacao, ¿habría que contabilizar "eso" como una victoria o como qué mierda?
Así que despéchese el que quiera pero no jodan más con esta pretendida historia de cachos y traiciones. Es como si tu pareja fornicara en el cuarto de al lado todos los días y tú la vieras en acción sin decir un coño, y un día, años después, la tipa te lo confesara. ¡Ay qué dolor, qué pena! Bueno marico, ¿y ya no lo sabías?
Señor: Henri Falcón no ha traicionado al chavismo, ese tipo siempre fue de derecha y siempre se dio besos de lengua con las mafias regionales y con la burguesía nacional. Decía Perón que el poder se conquista con la izquierda y se defiende con la derecha. Ponerse a llorar ahora porque un antichavista y antipueblo de pronto reconoce que lo es, son ganas de dar espectáculo y hacerse la víctima. Déjense de mariqueras. Falcón nunca fue de los nuestros y me parece de pinga que por fin haya reconocido públicamente que sólo usó a Chávez como portaaviones.

viernes, 19 de febrero de 2010

El enemigo

El único ente capaz de derrocar a Hugo Chávez es el pueblo. Cuando lo haga no será de manera violenta sino en un trámite eleccionario. No será la derecha antichavista la que ha de desalojar al chavismo del control del Estado. El poder económico hizo ya todo lo posible para sacar a Hugo Chávez del poder de manera violenta. Lo logró por un rato en 2002, pero ya no volverá a conseguirlo.
Paradójicamente, es probable que alguien de derecha sea presidente después de Chávez, pero no será porque sus méritos, discurso o propuestas le vayan a resultar simpáticos al pueblo pobre que ha despertado, sino porque la depauperación, erosión o quiebra de la credibilidad del chavismo harán que la gente busque otras opciones.
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Cuando el Pueblo salga a saquear (y es probable que lo haga) el espíritu de esa justa rebelión no será antichavista ni antiestado, sino antiespeculación y antiestatus. El pueblo no sale a saquear a los ministerios ni a Miraflores ni a la Asamblea o al Ejército o a los hospitales o escuelas: el pueblo saldrá a saquear comercios. El motivo de sus rabias muchas veces es el político mentiroso, pero en el caso venezolano ha de ser también el multimillonario y el que acumula o acapara. No deberían entonces los ricos y aspirantes a ricos (la clase media) ilusionarse con que un estallido social va a acabar con el chavismo y a dejarlos quietos a ellos. Pero los ricos chavistas y la clase media chavista tampoco deberían quedarse tan tranquilos, porque si bien el pueblo no ha tomado conciencia de que ellos también son enemigos, hay formas organizadas y orgánicas del pueblo pobre que sí tiene claro el chiste: enemigo es también ese "camarada" que viene a hablarme de socialismo embutido en un traje millonario y escondido en un carro último modelo.
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Decíamos en otro artículo: “el sifrinaje venezolano sueña con un sacudón o 27-F antichavista, y hace y seguirá realizando intentos para que éste ocurra. Pero se quedará esperándolo. La razón: el 27-F (…) fue una insurrección del pueblo contra la alianza monstruosa Gobierno-Poder económico-Comerciantes especuladores. (…) Pero hoy esa poderosísima alianza ya no existe. Eso que conocemos como El Poder está dividido y ya no caerá íntegro sobre el pueblo”.
Esto último hay que tenerlo presente sobre todo en momentos en que otra vez hay factores jugando a un desborde de violencia callejera, tratando de propiciarlo. Los elementos a recortar y colgar en un cuadrito (o mesa de noche o cabecera, quienes tengan de eso) son los siguientes:
  • • Antes: el poder económico formaba una unidad férrea e impenetrable con otros poderes o derivaciones de su propia hegemonía: instituciones del Estado (Ejército, policías, órganos de inteligencia, instituciones), medios de información, medios de producción, sindicatos y gremios, gobiernos fornáneos y sus formas de asociación, iglesia, mafias culturales: todo eso que llaman “las fuerzas vivas”.
  • • Ahora: aunque el poder económico todavía controla y domina buena parte de cuanto moviliza al país y a sus aparato de producción, ya no cuenta, al menos en teoría, con la totalidad de las instituciones del Estado, y esto incluye la capacidad de fuego, el monopolio de la violencia (fuerzas militares y policiales, etc.). Tampoco cuenta con la totalidad ni con el abrumador control sobre los medios de información.
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El primer punto no es hipotético, semejante atmósfera irrespirable la vivimos. La padecieron quienes tenían planes de organización contra los poderes (Yumare, El Amparo). La apoteosis del Poder en su faceta más espantosa ocurrió el 27 de febrero de 1989. Sobre esto han llovido millones de litros de tinta, pero poco se ha hablado del motor interno más escalofriante de la masacre: si usted se roba un televisor y su dueño lo asesina por ello, quiere decir que ese televisor tiene más valor que la vida humana (su pobre vida de pobre que “atentó contra la propiedad privada”). Ese absurdo, esa depravación, se reprodujo miles de veces en espantosa serie de actos de “justicia” cuyo móvil tácito dice: “Con lo mío no te metas”.
El Poder, cuando está al servicio de un solo bando (la hegemonía de los que tienen, pueden y dirigen) tritura de muchas formas. Los únicos capaces de reaccionar y colocar la “otra versión” en la opinión pública por lo general eran individualidades, pero nunca una estructura, como no fueran los microscópicos partidos de izquierda, y derivaciones de éstos en el movimiento estudiantil. No hay que esforzarse mucho para verificar que eso también ha cambiado.
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El segundo punto, que es la situación actual del Poder, presenta interesantes peculiaridades. El Pueblo oprimido cuenta con aliados, formación, experiencia acumulada y recursos que harán inviable un aplastamiento de la naturaleza de febrero 89. O tal vez hagan peor ese aplastamiento: a un pueblo organizado habrá que destruirlo más dramática, metódica y maquiavelianamente. Ya no estamos solos y ya no somos tan pendejos. Consciente de ello, la derecha anda preparándose y preparando a la opinión nacional e internacional para que, ahora y cuando ellos retomen el control del Estado, la etiqueta “chavista” sea una acusación gravísima que incluya narcotráfico, terrorismo, corrupción, demencia y proclividad al magallanerismo.
Ese aplastamiento tendrá que ser sangriento, largo, laborioso y sobre todo costoso en términos políticos.
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Escenario feo. Si Chávez hace cumplir su promesa de no permitir que el Ejército dispare contra el pueblo, los bloques en que se han dividido Pueblo y Poder se enfrentarán en todos los ámbitos de la guerra (o batalla o escaramuza o coñacera simple). Si ese escenario se prolonga en el tiempo y en el territorio nacional, y el bando sublevado consigue financiamiento en el exterior, la situación no tiene otro nombre: se llama guerra civil y al final de ese estado crítico Chávez permanecerá en el poder.
Si el escenario prende y se disipa en pocas horas o días, se producirá una situación de caos similar a abril 2002 y al final de ese estado crítico Chávez permanecerá en el poder.
¿Y si Chávez no logra que el Ejército y los cuerpos represivos acaten la decisión de no disparar contra el pueblo? El Gobierno perdería legitimidad, se produciría una masacre como la de 1989 y Chávez tendría que desalojar el poder.
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Hoy como ayer la seña es la misma: no dejar de soñar pero no dejar de actuar y construir (y destruir lo que nos esté estorbando), porque hay cosas por hacer en la vida real.

martes, 2 de febrero de 2010

Las rebeliones de verdad; las rebeliones idiotas

Artículos referenciales:
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El sifrinaje venezolano sueña con un sacudón o 27-F antichavista, y hace y seguirá realizando intentos para que éste ocurra. Pero se quedará esperándolo. La razón: el 27-F, ese estallido que protagonizamos los pobres en Venezuela en 1989, fue una insurrección del pueblo contra la alianza monstruosa Gobierno-Poder económico-Comerciantes especuladores. Ante semejante enemigo por supuesto que el Pueblo tenía que terminar reprimido y aplastado por los cuerpos represivos del Estado, y luego vituperado y vuelto a aplastar por los medios, como en efecto lo fue. Pero hoy esa poderosísima alianza ya no existe. La correlación de fuerzas ahora es distinta. Eso que llamamos El Poder está dividido y ya no caerá íntegro sobre el pueblo.
La clase media lo sabe o lo intuye. Pero no pierde las esperanzas de lograr que estos demonios se desaten: ahora andan soñando con que las llamadas “redes sociales” de internet (Facebook, Twitter, otras) socavarán al rrrégimen y harán que se caiga. ¿Son unos güevones? Lo son. El problema es que hasta en eso queremos hacerles competencia: ellos juegan a la rebelión cibernética y muchos de nosotros creemos que la rebelión es de verdad. Parece que hubiera una voz diciéndonos: “Tú puedes ser más sifrino y gafo que los gafos sifrinos. ¡No permitas que te aventajen!”.
Y verga, Chávez dijo la semana pasada que había que pelear vía Twitter…

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La estupidez de las clases medias (las únicas que, a falta de pueblo, pudieran intentar algo en las calles a favor del poder económico, como en abril 2002) las ha llevado a fabricarse rebeliones de mentira, a alimentar espejismos, a confundir navegación web con activismo, a creer que recibir un saludo de Carla Angola vía Twitter es señal de que somos políticamente activos. Es un síndrome del que se ha hablado largo y denso: la sensación que tiene el enchufado crónico a internet de que todo cuanto está en su computadora está afectando y captando la atención de todo el mundo. El que no vio el beso de Sandra Bullock a Meryl Streep es un güevón y el que no tiene Facebook y Youtube es raro, campuruso o sospechoso. En esta corriente de santificación de lo idiota florecen y se desmoronan campañas, celebridades y leyendas con una facilidad pasmosa, y no es difícil comprender que las discusiones del mundo real encuentren aquí fácil reproducción y transmutación. ¿Chávez? ¿Venezuela? Sí hay, cómo no.
Esta emocionalidad nerd (donde también vociferan y se enfrentan chavistas y antichavistas) ha producido fenómenos sicológicos que sólo pueden detectarse (y disfrutarse) si uno se pasa cinco horas seguidas o más pegado a internet. Me tocó en estas semanas, a causa de un accidente que me atornilló largos ratos frente a la computadora: los bichos DE VERDAD creen que una campaña en Facebook puede hacer tambalear a Chávez, comprometer su estadía en el poder. He visto a sujetos inteligentes (aunque de derecha) llenarse de un regocijo infantil porque una categoría llamada “Tas Ponchao” entró (agárrense de sus asientos, traten de no gritar) ni más ni menos que en el TRENDING de Twitter-USA. Y ¿qué mierda es el trending de Twitter-USA? Bueno, chico, una expresión o palabra clave que en un cierto momento es muy usada en Twitter en Estados Unidos, y por lo tanto entra en un ranking de popularidad. Traducción: la expresión “Tas ponchao” fue muy buscada en Estados Unidos el domingo pasado, lo cual le permitió el enorme privilegio de aparecer en las fachadas de todos los Twitter personales en EEUU. ¿Entendieron la hazaña?
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¿Estamos queriendo decir que es malo o estéril tener blogs y usar las herramientas disponibles en Internet? No. Siempre que usted no pierda el sentido de la realidad y entienda que lo que haga en internet no es lo más importante, grave, relevante o hermoso en su vida, ni en la del país. Un reciente post de Reinaldo Iturriza en su Saber y Poder aporta una clave increíble de esta disociación que llama “conocimiento” a estar enterado de lo que sucede en Malasia, mientras se ignora lo que pasa en la esquina. Un cura (¡un cura!) que le escribió a Reinaldo destapa un síntoma social que sería muy gracioso si no fuera tan desesperadamente trágico: la gente considerada hoy “inteligente” y en sintonía con la época sabe el nombre de la penúltima bacteria que se le metió en el culo a Paris Hilton, pero ignora o le sabe a mango que bajo las torres de el Silencio se están botando (ahora, en este preciso momento, 9:36 de la noche del martes 2 de febrero de 2010, en pleno drama por la escasez de agua en Caracas) millones de litros de agua limpia, porque una tubería está rota hace meses.
Y ah verga, para qué hacerme el pendejo a estas alturas: yo, que me jacto de saber que jode de comunicación, medios y dinámicas ciudadanas, paso varias veces a la semana por ese lugar y quien vino a informarme de la gravísima noticia fue un cura. Nosotros, materialistas dialécticos o neoliberales, chavistas o antichavistas, pero pragmáticos todos, nos pasamos horas fajados en trances ideológicos y en discusiones metadiscursivas, mientras el representante de Dios anda haciendo contraloría social.
Ya confesé mi pecado, padre; veremos si sale alguien a admitir que tiene la mirada demasiado puesta en internet como para fijarse en detallitos de la vida real por el estilo.
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Un análisis en el diario español El Mundo, de principios de esta semana, se titula: “Presidente Chávez se enfrenta al poder de las redes sociales”. Todo un banquete para semiólogos, lingüistas, analistas o simples ejecutores de eso que llaman sentido común: el festín comienza cuando uno se pregunta por qué a una concatenación de idiotas escondidos detrás de sus respectivas computadoras se les llama “redes sociales”, y continúa cuando uno indaga en el real sentido que se le da al verbo “enfrentar”. Los carajos creen, o así quieren hacerlo entender, que Chávez está preocupado por lo que dicen de él en Twitter y que por eso le ordenó al Ejército acabar con ese pajarito de mierda.
¿Lo peor de todo? Que una parte del enunciado es cierta. Es decir: los carajos no están equivocados cuando perciben preocupación en el chavismo. Es verdad que Chávez se ha mostrado molesto por las campañas y provocaciones plasmadas por los ciberadictos, y que cierto chavismo se ha dejado contagiar por esa preocupación y cree su deber invertir energía, tiempo y talento en participar en batallas de embuste, esas que (suponen los nerds de este bando y el otro) harán detonar las otras. Por ahí apareció el tal Roberto Alonso promoviendo otra vez las guarimbas, esta vez desde Twitter; y cierto chavismo ya anda desvelándose tratando de contrarrestar la presunta peligrosidad de este marico triste aislado en Miami.
Nosotros sabemos (cualquiera que no esté en un siquiátrico o a punto de salir lo sabe) que los misiles de los que debería cuidarse el chavismo no son los del Imperio, ni los de Colombia, ni los de Twitter o Facebook, sino los lentos y laboriosos misiles que están sembrando descontento en las comunidades pobres de Venezuela. Las alarmas no deberían prenderse cuando Obama diga: “Estamos evaluando la necesidad de una acción militar en Venezuela”, sino cuando nuestras viejas le escupan la cara a Aristóbulo y le caigan a besos a Ledezma. Cuando en Petare sea peligroso declararse chavista y los pobres comiencen a ver con simpatía al patiquín de ultraderecha. No se preocupen, es normal. Los franceses lo llaman Deja-vú.
Todo esto no es sino una vertiente de nuestra verdadera tragedia: el seguir creyendo que para derrotarlos tenemos que ser como ellos. Que para desmontarles su constructo de leyes tenemos que ser abogados, y que para mostrar la buena música hecha en estos años hay que buscar al “maestro” Abreu y que para hacer ciudades socialistas necesitamos arquitectos y urbanistas (burgueses todos), y que para avanzar hacia una racionalidad alterna necesitamos fundar “universidades bolivarianas y socialistas”, y que para callar a Ricardo Sánchez hay que buscarse a un Serra que habla igualito a él, es decir, que es su copia pero chavista. Y que para enfrentar la rebelión idiota de Twitter tenemos que convertirnos también en idiotas.
A repetirlo y creérselo, camaradas: los misiles de los que debería cuidarse el chavismo son los lentos y laboriosos misiles que están sembrando descontento en las comunidades pobres de Venezuela. Los twiteros y ciberenfermos del mundo que se pudran en su guerrita imbécil de mensajes. En el mundo real hay cosas de que ocuparse.

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¡Ah!, ahora estoy en Twitter: http://twitter.com/joserduque