miércoles, 28 de octubre de 2009

¿Necesitamos más agua? Pues sigamos asesinando ríos

Artículos referenciales:
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Agua y energía: las grandes ciudades vuelven a mostrarnos su fragilidad, colapsando por esos flancos. Y por supuesto, dependiendo del bando en que se mueva cada quien, han salido ya los "sabios" a contarnos lo que debió hacerse a tiempo, o lo que se está haciendo para salvar a las ciudades. No parece haber voluntad ni cojones (disculpen las feministas y feministoides la referencia sexista) para agarrar ese toro por los cachos correctos: estas ciudades monstruosas no hay que salvarlas ni planificarlas sino desmontarlas. Las ciudades industriales le sirvieron al capitalismo dutante un rato, pero ahora, en plena debacle del sistema, es absurdo seguir pensando que (perdón: es absurdo que quienes nos llamamos o nos creemos o nos sentimos revolucionarios sigamos pensando que) poniéndoles unas curitas y unos adornos marca "Che Guevara" a Caracas ésta va a convertirse en una ciudad socialista. Es ridículo seguir soñando con la otra sociedad, esa donde el ser humano pueda reencontrarse, y al mismo tiempo ufanarse de la tronco de autopista, las troncos de petrocasas, el tronco de edificio, la tronco de negociación con los dueños del Sambil, la tronco de industria automotriz que vamos construyendo mientras por otra parte se levanta el ferrocarril.
De la energía eléctrica y la energía en general nos ocuparemos luego. Mientras tanto, vamos con lo del agua.

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Hay noticias malas que vienen en envoltorios que las hacen parecer buenas. Por ejemplo, el avance de los trabajos que han de culminar en un acueducto en las montañas de Guatopo para que Vargas, el Tuy y parte de Caracas tengan más agua. Siempre suena hermoso escuchar que a la gente le resuelven los problemas. Pero, ¿qué tal si para resolverle el problema a una gente terminamos destruyéndole la vida a otra gente?
Esta es la historia: Hidrocapital construirá un embalse allá arriba en la cuenca de un río formidable llamado Cuira, y de allí saldrá una tubería de 70 kilómetros que llevará el agua de los ríos afluentes a algunas zonas de Caracas y aledañas. Para que eso sea posible, varias de las 600 familias (unas 6 mil personas) que viven, trabajan y crecen en la zona deberán ser desplazadas de sus hogares y enviadas lejos del lugar donde nacieron y han crecido generaciones. Ya les han marcado un número en sus casas con brocha gorda; nadie les ha explicado si ese número indica el orden en que sus moradores van a ser desalojados de allí, ni si van a ser desalojados por las malas. Porque por las buenas parece que no están dispuestos a irse. Detalles de la alarma y lucha de las comunidades de Guatopo contra esta estupidez, en el blog de Cafecao (clic aquí).
El título de este artículo quiere resumir lo que parece ser la “lógica” de las grandes ciudades industriales, cuna y continuación del capitalismo: con tal de construir megalópolis, somos capaces de arrasar la naturaleza que en condiciones ideales le sirve al ser humano de sustento. Como que no queremos salvar al ser humano sino a las ciudades que le vuelven mierda la vida. Las grandes ciudades son campos de concentración donde los obreros (esclavos) y los amos (patrones) están obligados a convivir, apretados y relativamente cerca de todo lo que huela a medio de producción y a centro comercial. Esta relación con el medio ambiente nació con el capitalismo, y a ella seguimos amarrados, aun cuando se supone que construimos el socialismo u otra sociedad distinta.
Los venezolanos tenemos la desgracia extra de que nos impusieron como emblema cultural una novela medio coñoemadrita ella: Doña Bárbara es la metáfora del hombre “civilizado” que llega al campo a imponerse a la “barbarie”. No sólo en la literatura glorificamos a Santos Luzardo, también lo hemos hecho en nuestra historia política, en los movimientos demográficos, en la vida cotidiana: hoy 80% de la población vive en las grandes ciudades y todo lo que huele a campesino y a labores de la tierra nos produce como cosita. La expresión “Caracas es Caracas y lo demás es monte y culebra” nos sale de la boca con una sonrisa. Pocos nos damos cuenta de que esa sonrisa es una burla macabra contra nuestras posibilidades de salvación: cuando termine el deslave del capitalismo necesitaremos volver a la tierra, allá al monte y a la culebra, para reencontrarnos como seres humanos.
Unas 600 familias han de ser desplazadas porque Caracas, Vargas y el Tuy necesitan el agua de las montañas de Guatopo. Un tubo inmenso de 70 kilómetros y 3 metros de diámetro será colocado desde un embalse que se construirá en la cuenca de varios ríos maravillosos afluentes del Cuira, hasta la represa de Taguaza, allá donde termina Barlovento y la vía se bifurca rumbo al Tuy y a Caracas. El monstruo de metal y concreto le robará a aquellos ríos magníficos 12 mil litros de agua por segundo. Esa agua vendrá a ponerle una curita al cáncer mortal que son estas ciudades inviables: Caracas, El Junquito, Vargas y el Tuy se alimentarán artificialmente de las aguas de este Parque Nacional, en cuyo corazón se construirá un embalse con capacidad para 700 millones de metros cúbicos.
Y el colofón: en ninguna parte se menciona el hecho pavoroso de que para realizar el proyecto deberán ser sacadas de la zona unos seis mil seres humanos. ¿Para qué Barrio de Petare o Charallave serán obligadas a marcharse esas personas? Allá han ido unos burócratas a marcar con números negros las casas que serán destruidas o cubiertas por las aguas del embalse. Sin derecho a pataleo: 6 mil personas tienen que perder su identidad, su relación de pertenencia con la comunidad, su derecho a vivir una vida en contacto con la naturaleza, porque a unos caraqueños les dio la gana de decretar que 5 millones necesitan el agua de la montaña para seguir construyendo el espejismo de una Caracas que no puede más. Que ni con un océano será posible de humanizar, ya que la sed de nosotros no es de agua sino de justicia y humanidad.
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Un visitante-comentarista (Carlos) me dejó este video de Bob Marley acá abajo en la sección Comentarios. Maraca e video, compa, y qué oportuno y pertinente. Ahí se lo dejo:



jueves, 15 de octubre de 2009

La policía no tiene salvación

Artículos referenciales:
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Esto lo escribo movido, conmovido y sobre todo arrecho por la detención ilegal, torturas y vejaciones sexuales por parte de la Disip en contra de Mairim Delgado, mujer de 29 años, militante del PSUV y estudiante de Educación en la UCV. No porque la condición de militante y estudiante le otorgue más derecho a la dignidad, sino porque este caso revela que mientras unos nos empeñamos en hablar y pensar en términos de Revolución otros no pueden quitarse el adeco corrupto de encima.

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Hace unas semanas, un compa que trabaja en el Consejo General de Policía me extendió una oferta de trabajo. La Policía Nacional está formando a quienes serán sus funcionarios fundadores, y el Consejo (ente adscrito al Ministerio de Interior y Justicia) ha puesto empeño en darles a los agentes formación en Derechos Humanos y en otros aspectos de lo que debe ser la “visión” del nuevo policía. Audaces los compas, pensaron en el hijo de Ezio Duque para que fuera a echarles unos cuentos sobre la policía que conozco. Me pongo en el pellejo de la institución y los docentes y digo: sobre lo que no debe ser la policía. Suena bien, ¿ah?
Pero estuve unos días imaginándome a mí mismo en un aula de clases descargando el discurso transgresor-alterno-bovero en la cara de unos muchachos cuya aspiración en la vida es ser policías, y decidí que la aventura no valía la pena. Yo no creo que ninguna policía sea o pueda ser buena en el sistema en que vivimos, así que ponerse a adoctrinar gente con criterios de construcción de otra sociedad, pero contando con unos compatriotas que están ansiosos por ir a servirle a la sociedad actual, es una pérdida de tiempo. Se atraviesa además ese recóndito sentido de la honestidad que uno guarda por ahí, y que le impide ganarse una plata haciendo cosas inútiles o en las que no cree.
Yo no creo que los funcionarios de la nueva policía vayan a ser “mejores” que los actuales, por la sencilla razón de que la sociedad para la cual van a “trabajar” es la misma sociedad descompuesta que pudrió a los anteriores. La comprobación inolvidable de la conexión profunda entre clases acomodadas y cuerpos policiales a su servicio es aquella marcha del 11 de mayo de 2002, cuando el sifrinaje se lanzó a marchar en apoyo a la PM, a agradecerles y a celebrar con ellos el habernos masacrado un mes atrás. Era una delicia ver a tanta niña rosadita pidiéndoles autógrafos a los hijos de puta que nos ametrallaron, nos ametrallan y nos seguirán ametrallando.
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Tengo además suficientes y demasiado contundentes testimonios de policías solidarios, buena gente, tipos sencillos y honestos; agentes que tienen más o menos intacto su sentido de la humanidad y de la justicia. Agentes que, por lo mismo, son enviados a trabajar como funcionarios administrativos, de oficina. En el código de las policías este es el castigo subliminal para los güevonotes, los gochos, los estúpidos incapaces de matraquear, de extorsionar y de pegarle un tiro a quien no pague vacuna. “Bueno”, en el diccionario de los policías, es sinónimo de gafo.

Para ser un policía de verdad, ese que sale a la calle a enfrentar a los malandros, hay que ser malandro también: hay que ser un coñoemadre. Una lógica que parece hecha a la medida: al hampa se le enfrenta con tipos rudos que también son hampa. El problema es que no todos los ciudadanos que andan por la calle son delincuentes, y por lo tanto no tienen por qué calarse que un puñado de mamagüevos disfrazados los sometan a vejaciones en nombre de la moral, las buenas costumbres y no sé qué mierda de orden público y tal. Alguien les dijo a estos hampones de uniforme que ellos son “la máxima autoridad en las calles”, y que por lo tanto ellos están allí para humillar a los ciudadanos, no para servirles. El “criterio de servicio público” es algo con lo cual se limpian el culo: ellos se acostumbraron a que su misión en las calles es demostrar que son más arrechos que los demás.

A los policías y a sus clones frustrados, los vigilantes privados (pobres y explotados todos ellos) se les inculca profundamente, sin necesidad de decírsela con palabras, la siguiente instrucción: los tipos de tu condición, tu aspecto y tu extracción social son sospechosos. Cuando veas a un carajo igualito a ti (pobre como tú, negro como tú, mal vestido como tú), jódelo. En algún post anterior conté cómo un agente de Policaracas quiso hacerme caer en una trampa muy de moda desde hace tiempo: me agarró en Chacaíto después de comerme la luz roja del semáforo y me preguntó que dónde vivía. Cuando le respondí que en el 23 de Enero se llevó la mano al cinto y pregunto: "Ajá, ¿y qué haces por aquí tan lejos?". Le respondí: "Atracando".
La policía es un ente en descomposición dentro de un sistema también en descomposición. Es la carroña a medio digerir en el estómago del zamuro muerto. Usted no hace nada con aplicarle curitas y paños calientes a ese cuerpo putrefacto, porque el cuerpo que lo aloja está pudriéndose también.

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Para los mercaderes de la represión ha sido fácil vender la conocida fórmula: ¿Hay más delincuencia? Pues saquemos a la calle más policías. La policía acaba con el crimen, reza una sentencia en la que casi todo el mundo cree a ciegas. Los años 90 se encargaron de echar por las letrinas ese embuste abominable. Esa fue la década en la cual la descentralización propició la fundación de un cuerpo policial por cada municipio. La aparente paradoja resalta con una claridad que deslumbra: en los años 90 se multiplicó por varios miles la presencia policial en las calles, y sin embargo en esa misma década el crimen violento se disparó hacia arriba en espantosa carnicería. De 2.800 homicidios ocurridos en 1990 saltamos a más de 9 mil en 1994, el año más violento de la historia criminal venezolana. Y la paradoja es sólo aparente, porque a estas alturas ya deberíamos saber que el crimen no se combate con policía.

La gigantesca hipocresía de los dirigentes antichavistas ha encontrado un aliado muy poderoso en ciertas fallas estructurales que al Gobierno chavista le ha costado superar. El discurso del antichavismo se las ha arreglado para organizar así las “ideas”: el Gobierno gasta dinero en el exterior mientras usted es atracado en la calle, no le alcanza el sueldo y los hospitales están sin medicinas. Lindo discurso para unos recoñísimos que, cuando estaban en el poder, jamás se ocuparon de los hospitales, de la seguridad ni del ingreso de las clases populares. Dicen los repentinos sabios de las ciencias sociales (los antichavistas metidos a analistas) que el Gobierno debería utilizar lo invertido en gastos militares para dotar mejor a las policías o “mejorar” las que existen. A unos hijos de puta enfermos por la plata les parece que todo se resuelve con plata. Creen que el factor que jodió a la humanidad es el que va a salvarlos: dales plata a los policías y entonces la seguridad ciudadana mejorará, dicen. Como si no estuviera claro que si a un policía, a un médico o a cualquier servidor público hay que pagarle muy bien para que no se meta a delincuente, entonces es mejor pegarle un tiro en la cabeza y acabar con esa comedia. El combustible de la gente que trabaja para servirle a la gente debería ser la ética y el sentido de humanidad, no la plata. Pero para que eso ocurra hace falta que hagamos una Revolución.

¿Será que le damos?

martes, 13 de octubre de 2009

Abaleado por orden de terratenientes de Machiques el cacique Sabino Romero Izarra, dirigente de la etnia yukpa

  • En el mismo ataque a tiros cayó asesinado Eber Romero Valbuena, hijo del cacique Olegario.
  • Ocurrió hace unas horas en la comunidad Chaktapa cerca de Machiques, estado Zulia.
  • La niña Marilyn Romero (12 años de edad, hija de Sabino Romero) y otro niño también fueron heridos de bala.

Justo un día después del Día de la Resistencia Indígena la familia del cacique de la etnia yukpa Sabino Romero Izarra (quien ha sido amenazado de muerte varias veces, un hecho denunciado una y otra vez ante todas las instancias legales, en los medios de información alternativos y del Estado) recibe un macabro regalo de parte de las poderosas mafias de terratenientes que se sienten dueñas de Perijá. Hace unas pocas horas han sido abaleados en la comunidad de Chaktapa. Hasta ahora se sabe de un muerto (Eber Romero Valbuena, yerno de Sabino) y de tres heridos, entre ellos el propio Sabino, su hija Marilin, de 12 años y otro niño de quien no tenemos más detalles.
El año pasado, en un ataque similar, fue asesinado el padre de Sabino, José Manuel Romero, un anciano de 102 años de edad.
Desde la propia comunidad llega la siguiente información: la Guardia Nacional está apostada en el sector Cuesta de Padre, y está impidiendo el traslado de los heridos a Machiques, adonde tampoco estarán seguros Romero y su familia. La voz de alerta es para que se traslade a los heridos a Maracaibo, por razones que es preciso decir sin adornos: si Sabino y su familia se quedan en Machiques los van a matar. Allí los terratenientes tienen todo el apoyo del sector económico, oficial y de un sector corrompido de la Guardia Nacional "bolivariana".

Ayer nomás, 12 de octubre, Lusbi Portillo, de la Sociedad Homo Et Natura, hacía el siguiente análisis sobre el fraccionamiento de las tierras de los yukpa bajo el aspecto de "entrega de tierras", acto celebrado con grandes aplausos ayer mismo, día de júbilo según la nomenclatura épica del momento.


Transcribimos acá el artículo de Portillo, copiado de Laclase.info:

Este 12 de Octubre nada tendrán que celebrar los pueblos indígenas que habitan la Sierra de Perijá

Lusbi Portillo (Sociedad Homo et Natura)

En los últimos 50 años los Yukpa y los Barí perdieron más 85% de su territorio en Venezuela. Y aún hoy los minúsculos espacios donde sobreviven están de nuevo amenazados por los mega proyectos portuario vial minero-carboníferos del Estado venezolano y las transnacionales.

Todas las tierras de los indígenas Barí y Yukpa ubicadas en el sureste del piedemonte de la Sierra de Perijá, están dadas en concesiones mineras. Pues hasta el mes pasado sólo Corpozulia había renunciado a 6 Lotes de carbón y fosfatos números XXXIX, XLIX, L, LI, LII y LIII ubicados en las comunidades Yukpa Maraca, Botoncha, Río Yaja, Kasmera, Shiraji, Guamo-Pamocha, Chaktapa, Chaparro, Karañi, Tukuko, Paraya, Tontayonto, Shukumo y Mareba, según Gaceta Oficial 39. 274 martes 29 de septiembre 2009, páginas 11-15, esto significa un total 28 mil hectáreas de 125.956,80 dadas en concesiones en el piedemonte perijanero, más 29.072,90 hectáreas de cuatro empresas de capital privado para hacer un total de 155.029, 70 hectáreas.

Este encadenamiento de proyectos amenaza también a los Wayúu del Socuy, Maché y Cachiri que habitan la parte norte de Perijá, en el municipio Mara. Desplazados hace 40 años de la cuenca de los ríos Guasare para la construcción de la mina Paso Diablo y Norte y hoy amenazados en sus nuevos territorios por la creación de la una nueva mina Casa Blanca y Aljibe de la empresa irlandesa Compañía Carbonífera Caño Seco, C.A. y otras tantas de las empresas Venezolana de Minas, C.A. VENMINCA y Suramericana de Minas, C.A. SDM

El estado Zulia, como otras regiones del país, está ubicado dentro del funcionamiento de uno de los nueve Ejes de Integración propuesto por la banca regional y mundial a través de la Integración de la Infraestructura Regional Sur Americana IIRSA/TLC, para reestructurar de nuevo América del Sur desde los intereses de las corporaciones multinacionales y de Estados Unidos.

Los intereses militares en la frontera, los supuestos derechos de terceros, conjuntamente con estos megas proyectos mineros los que, hoy 12 de octubre, no le impiden una vez más al Gobierno Nacional entregarle a los indígenas Yukpa los títulos colectivos de tierras saneadas “sin minas ni ganaderos”. Así como desde el 2006 hasta la fecha son estas mismas razones las que no les han permitido al Gobierno nacional entregarles al pueblo Barí títulos de propiedad colectivas de su territorio.

La actuación de la Comisión Nacional de Demarcación del Hábitat y Tierras de los Pueblos y Comunidades Indígenas y con ella el Estado Venezolano, les niega a estos pueblos Amerindios, los derechos reconocidos sobre la noción de hábitat indígena como en el artículos número 2 de la Ley de Demarcación y Garantía del Hábitat y Tierras de los Pueblos Indígenas, “La totalidad del espacio ocupado y poseído por los pueblos y comunidades indígenas, en el cual se desarrolla su vida física, cultural, espiritual, social, económica y política; que comprende las áreas de cultivo, caza, pesca fluvial y marítima, recolección, pastoreo, asentamiento, caminos tradicionales, caños y vías fluviales, lugares sagrados e históricos y otras necesarias para garantizar y desarrollar sus formas específicas de vida”; y como “tierras indígenas” “Aquellos espacios físicos y geográficos determinados, ocupados tradicional y ancestralmente de manera compartida por una o más comunidades indígenas de uno o más pueblos indígenas.” En segundo lugar, les niega la posibilidad recuperar las tierras expropiadas a sangre y fuego por los ganaderos colonos durante la fundación de Machiques. Esta comisión intencionalmente les desconoce el derecho que poseen los pueblos indígenas a volver a sus territorios expropiados.

El Estado gobierno pretende fraccionar el territorio del pueblo Yukpa entregando este lunes 12 de Octubre de 2009 en mano de Sergio Rodríguez sólo 45 mil hectáreas a 33 comunidades ubicadas en la cuenca del río Apón en los sectores Shirapta, Aroy y Tinacoa, dejando por fuera el 90% de las comunidades ubicadas en las cuencas de los ríos Negro, Yaza y Tukuko. Siguen pendientes los derechos humanos territoriales del pueblo Yukpa. Ya se escuchan rumores que varios dirigentes Yukpa de estas tres comunidades solicitaran la nulidad de estos títulos.

Para poder cumplir con los derechos humanos territoriales de los pueblos Yukpa y Barí el Estado gobierno debe derogar o eliminar las concesiones mineras y pagar las bienhechurías de varias haciendas y parcelas solicitadas:

EL PUEBLO YUKPA. SECTOR TINACOA: solicita sus tierras ocupadas por las haciendas: potrero Los Andes de la hacienda El Mango, hacienda Cuibas. SECTOR AROY, solicita sus tierras ocupadas por las haciendas: Puerto Nuevo, El Cofre, San Salvador, La Sierra y Alto la Piedra, vaquera El Mamón y vaquera Guayaquil de la hacienda La Esperanza. SECTOR SHIRAPTA, solicita sus tierras ocupadas por las haciendas: El Capitán y la vaquera Erapsha (Campo Alegre) de la hacienda La Esperanza. SECTOR TOROMO, cuyas tierras se encuentran ocupadas por las haciendas Medellín, Maracay, La Lucha, El Higuerón, Campo Libre y La Victoria. SECTOR KASMERA, solicita sus tierras ocupadas por las haciendas: Wariompa, Aguas Calientes, Maracas, Maraquita, Rancho Alegre, Medellín; están ocupadas las haciendas: Paja Chiquita, Brasil, Kusare y Tisina. SECTOR TUKUKO, solicita sus tierras ocupadas por las haciendas: potrero Los Andes de la hacienda: La Fron­tera, Galaxia, Brasil, La Victoria, Majumba, Las Palmas, Perijá, Playa Bonita, Las Lilas, Cambuche, La Sierra, La Gran China, Ceilán, Delicias, La Piscina, Las Lomas, Rancho Quemao, Rosario, Cordillera, Calvario, vaquera Delicias de la Hacienda Panamá, Santa Isabel, potrero de la Hacienda Santa Rosalía, Altamira, El Carmen, parcelas de La Gloria, Barranquilla, San Salvador, Materita, par­celas de La Estrella. PUEBLO BARÍ; constituido por las comunidades: Bokshi, Orokori, Okshidabú, Ihtanbobó, Araktohba, Somemé, Ishirakbayiroo, Saimadoyi, Barisakba, Dakuma, Bachichida, Kugdayi, Karañakaek, Yegbachi, ubicadas dentro de la zona demarcada por la pica barí solicitan el reconocimiento oficial de dicho lindero y la afectación de las mejoras y bienhechurías de varias parcelas y las haciendas El Rodeo, Puerto Estrella, El Diamante y Puerto Rico. LA COMUNIDAD KUMANDA solicita la afectación de las mejoras y bienhechurías del fundo El Socorro y potreros de la hacienda San Ricardo, y el lote de montaña donde se encuentra los conucos y lugar de casería y recolección. La comunidad LAS COMUNIDADES BAKUGBARÍ Y BUAHSSAGDARI, solicita la afectación de las mejoras y bienhechurías de los fundos Los Bohíos, Buena Esperanza, La Unión, El Paraíso, La Esmeralda, La Virtud, El Carmen, San Pablo, parcelas ubicadas en la antigua hacienda Los Toronjos, San Gregorio y El Oriente. LA COMUNIDAD KOKDAKINKAE solicita la afectación de las mejoras y bienhechurías de potreros de las haciendas Nueva América, Monterrey y Junín. LA COMUNIDAD SENKAE solicita título colectivo de las tierras que Las haciendas Alga y El Rosario y las parcelas San Miguel, las de Roberto Méndez y Ciro Fernández. LA COMUNIDAD DUGDUDARI solicita la ampliación de sus tierras con la afectación de las mejoras y bienhechurías de Las haciendas Alga y El Rosario y las parcelas San Miguel, las de Roberto Méndez, Ciro Fernández y la parcela de Elena Cohen. LA COMUNIDAD AHDOUBARI, solicita las parcelas de Luis Iguarán y Eligio Chacín, LA COMUNIDAD ASOGBAKAA solicitan la ampliación sus tierras con la adquisición de la hacienda Caño Negro y LAS COMUNIDADES ARUUTATAKAE Y KAÑAGUATO las haciendas la Platanera y Corubal.

miércoles, 7 de octubre de 2009

La clase media no debe seguir intentando contar la Historia del Pueblo

Hace unos pocos meses, cuando trabajaba en Ávila TV, me solicitaron que les diera el discurso de bienvenida a la EMPA (Escuela de Medios y Producción Audiovisual) a la cohorte de muchachos y muchachas que recién ingresaba. Me metí en aquel salón lleno de chamos, les vi la cara, les vi la ropa, los oí hablar, y decidí soltarles uno de los discursos que llevaba en la cabeza para la ocasión. Desde la primera frase los entrompé por el medio de la calle: “A ustedes se les nota que han pasado hambre. Que los viejos de ustedes, al igual que los míos, han pasado hambre también y se han ganado la vida trabajándoles a los ricos. Ustedes y yo somos unos pelabolas”. Les miré la cara a todos esperando la reacción. En los párrafos finales de este artículo les termino de echar el cuento.

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Yo no soy cineasta, cinéfilo, crítico de cine ni estudiante de lo mismo. Yo soy un tipo que de vez en cuando ve unas películas y se forma un juicio sobre ellas. Tal vez no manejo muchos ni mayores ni suficientes criterios cinematográficos, artísticos o estéticos como para decir que soy un experto en cine o en nada que se le parezca o relacione. Pero sucede que, aparte de un par de ojos que han de tragarse los gusanos o el glaucoma, manejo ese tipo de elementos de juicio, criterio o mala intención que me hacen sospechar que unos reales estuvieron bien o mal gastados en determinada película. Y algo más: la convicción de que nuestra historia como pueblo no puede seguir contándola la clase media.

Esa fue la presentación personal de mí mismo. Ahora, mi opinión personal de lo que es la película venezolana “Zamora”: es una plasta de mierda que nunca debió haber sido rodada y mucho menos subvencionada por el Estado venezolano. Dicen que a Chávez le encantó la película y que recomendó verla. Me importa un coño. Esa película es un bodrio y si usted está pensando ir al cine a verla mejor ahórrese esos reales.

Antes de “Zamora”, la última película venezolana que me hizo salir arrecho de la sala de cine fue “El Caracazo”. Ambas fueron dirigidas por Román Chalbaud, en ambas participaron más o menos los mismos actores y en ambas se nota al menos una tara inaceptable para alguien que se dice creador: el empeño obvio, evidente y vergonzoso de hacer que el discurso repita y reproduzca la visión de la Historia que tiene el presidente Hugo Chávez para serle complaciente. Iba a decir “para jalarle bolas”, pero he decidido ser respetuoso en este artículo.

Luis Britto García ha contado cómo fue que le rejodieron el guión original. Le creo.

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Yo no quiero juzgar al Román Chalbaud cineasta porque a mí el cine venezolano y mundial me importan un pepino, dos tomates y un ají. Es decir, me importa un coño si la cinematografía de tal o cual país o industria están en pleno auge o en decadencia. En general cuando yo voy al cine es porque me distraigo bastante con el culo de Jennifer López y Angelina Jolie, gozo una bola con los efectos especiales de ciertas películas hechas para impresionar con eso y me río con las payasadas y chistes malos de Jim Carrey. A lo mejor eso me descalifica para emitir juicios concluyentes sobre el cine-arte, pero no sobre el cine-negocio, el cine-industria y el cine-discurso político, que son los temas de este artículo.

A mí me parece una aberración que se haya gastado el billetamen que se gastó para poner en las pantallas una película mal contada donde no queda claro por qué Zamora era querido por las clases oprimidas, no queda claro por qué en ciertas escenas uno ve pasajes reciclados de “La Oveja Negra” y “Pandemónium” y no queda claro si el José Antonio Páez reducido en la película a ricachón entregado a los placeres sensuales tuvo un pasado glorioso. Yo creo que Chalbaud oyó a Chávez decir que Páez era un traidor y entonces él, para complacer a Chávez, construyó un Páez estúpido, flatulento y amanerado, algo así como un Milos Alcalay del siglo XIX (y maldita sea, hasta se parece físicamente a Alcalay el actor). No tengo noticias de cómo ni bajo qué criterio se construyeron los personajes, pero alguna intención debe haber en el hecho de que Páez y Juan Crisóstomo Falcón sean sólo un par de gordos burgueses y maricones, Zamora un tipo que enamoraba a las nenas con sólo mirarlas y tocarse el ala del sombrero, y Daniela Alvarado una doncella a quien el General de Hombres Libres le zampó una hija en el único encuentro que tuvieron, hija que después se convierte, no en un personaje sino en una alegoría: la coñita que le llevaba la espada a Zamora para todas partes pero que nunca se la entregó, por razones que Chalbaud se reserva y que seguramente se llevará a la tumba.

Por cierto, no es casual en lo absoluto que los personajes mejor logrados de la película, y en general de toda la cinematografía nacional, son aquellos bichos afectados y tal: la clase media es super efectiva para narrarse a sí misma. Guzmán Blanco y Juan Crisóstomo Falcón están bien dibujados ahí. Obvio: Chalbaud les conoce el alma a los bichos de su clase y visión del mundo. Él sabe cómo dibujarlos. Obvio también que Martín Espinoza haya quedado como una caricatura.

Ya asomé allá arriba lo que creo que explica ciertas distorsiones, y quiero profundizar en ello: la clase media no debería contar la Historia del pueblo oprimido. La Historia nuestra debemos contarla nosotros. Se atraviesa un detalle: estamos hablando de cine, y el cine es un arte desarrollado y perfeccionado por la clase media. Es un arte sifrino, dominado, manejado, monopolizado, colonizado, secuestrado y explotado por sifrinos de clase media. No debe extrañarnos entonces que la estética y el discurso de ese arte queden siempre o por lo general impregnados de esa aura sifrinoide.

Hay una escena de El Caracazo que me hizo dar con todas las claves necesarias para llegar a esta conclusión. Es la escena en la cual un grupo de gente del 23 de Enero (el coñísimo, no fue capaz de escoger otra parroquia) decide bajar a la avenida Bolívar en pleno mariquerón de la masacre del 28-F, para enfrentar a la represión policial. Cuando llegan a Parque Central, el grupo (encabezado por el actor que, según supongo que supuso Chalbaud, era el que mejor podía representar a un líder popular del Veintitrés: Yanis Chimaras, que en paz descanse) se pone frente al pelotón de pacos y ¿saben qué?, pues todos se arrodillan, se toman de las manos y empiezan a cantar el himno nacional. Sólo a un sujeto de clase media que no salió de su apartamento en El Cafetal (o que no estaba en el país cuando aquel rolo de peo) pudo habérsele ocurrido una escena miserable, estúpida y risible como esa. Y mejor no hablemos del personaje del super héroe y líder de los motorizados de Petare, Fernando Carrillo, y su parrillera, La Coconaza, porque ya me estoy como arrechando.

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Regreso a la EMPA-Ávila TV, al discurso de bienvenida a los chamos.

Después de la provocación, cuando confirmé que tenían una risa o una mueca de aprobación o arrechera cómplice y ninguno me reviró, continué. “Ustedes vinieron a aprender a utilizar una herramienta sifrina y secuestrada por los sifrinos. Ustedes pueden revertir eso y aprovecharla para contar la Historia de nosotros, los pelabolas. Hay un método para lograrlo, y es este: compas, pase lo que pase, triunfen como triunfen o fracasenm como fracasen; gánense la lotería o lleguen a Hollywood y a hacer carrera en estados Unidos o en Europa, por favor hijos míos nunca olviden de dónde vienen. Nunca olviden que nacieron pobres, y que los pobres tenemos una Historia que contar. No dejen que venga un sifrino mamagüevo a contarla por ustedes, pero por sobre todas las cosas, se dediquen o no a hacer cine o televisión, hermanos, nunca olviden de dónde vienen”.

Mi invitación a los cineastas o productores audiovisuales venezolanos, sifrinos y clase media casi todos: en vez de estar recreando dinámicas sociales que no conocen dedíquense a narrar las incidencias de las clases medias y altas. Si usted no vivió en un barrio no puede contar al barrio, por mucho que tenga panas o amores allí, compre drogas allí, rumbee allí, pase unos fines de semana allí. Si usted no es pobre siempre le quedará impostado y ridículo su relato de la Historia de los pobres. Dedíquese a contarnos su clase. O siga estafando a sus compinches de clase haciéndoles creer que La Oveja Negra, Amores de Barrio Adentro y El Caracazo son retrato fieles de la realidad. Pero no nos intenten a joder a nosotros. Aquí los tenemos es pillaos.