- Al barro vamos
- Monte y culebra, o muerte
- Territorialidad y nomadismo (y algo de la Reforma Constitucional)
- Un poblado integral en gestación
Agua y energía: las grandes ciudades vuelven a mostrarnos su fragilidad, colapsando por esos flancos. Y por supuesto, dependiendo del bando en que se mueva cada quien, han salido ya los "sabios" a contarnos lo que debió hacerse a tiempo, o lo que se está haciendo para salvar a las ciudades. No parece haber voluntad ni cojones (disculpen las feministas y feministoides la referencia sexista) para agarrar ese toro por los cachos correctos: estas ciudades monstruosas no hay que salvarlas ni planificarlas sino desmontarlas. Las ciudades industriales le sirvieron al capitalismo dutante un rato, pero ahora, en plena debacle del sistema, es absurdo seguir pensando que (perdón: es absurdo que quienes nos llamamos o nos creemos o nos sentimos revolucionarios sigamos pensando que) poniéndoles unas curitas y unos adornos marca "Che Guevara" a Caracas ésta va a convertirse en una ciudad socialista. Es ridículo seguir soñando con la otra sociedad, esa donde el ser humano pueda reencontrarse, y al mismo tiempo ufanarse de la tronco de autopista, las troncos de petrocasas, el tronco de edificio, la tronco de negociación con los dueños del Sambil, la tronco de industria automotriz que vamos construyendo mientras por otra parte se levanta el ferrocarril.
De la energía eléctrica y la energía en general nos ocuparemos luego. Mientras tanto, vamos con lo del agua.
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Hay noticias malas que vienen en envoltorios que las hacen parecer buenas. Por ejemplo, el avance de los trabajos que han de culminar en un acueducto en las montañas de Guatopo para que Vargas, el Tuy y parte de Caracas tengan más agua. Siempre suena hermoso escuchar que a la gente le resuelven los problemas. Pero, ¿qué tal si para resolverle el problema a una gente terminamos destruyéndole la vida a otra gente?
Esta es la historia: Hidrocapital construirá un embalse allá arriba en la cuenca de un río formidable llamado Cuira, y de allí saldrá una tubería de 70 kilómetros que llevará el agua de los ríos afluentes a algunas zonas de Caracas y aledañas. Para que eso sea posible, varias de las 600 familias (unas 6 mil personas) que viven, trabajan y crecen en la zona deberán ser desplazadas de sus hogares y enviadas lejos del lugar donde nacieron y han crecido generaciones. Ya les han marcado un número en sus casas con brocha gorda; nadie les ha explicado si ese número indica el orden en que sus moradores van a ser desalojados de allí, ni si van a ser desalojados por las malas. Porque por las buenas parece que no están dispuestos a irse. Detalles de la alarma y lucha de las comunidades de Guatopo contra esta estupidez, en el blog de Cafecao (clic aquí).
El título de este artículo quiere resumir lo que parece ser la “lógica” de las grandes ciudades industriales, cuna y continuación del capitalismo: con tal de construir megalópolis, somos capaces de arrasar la naturaleza que en condiciones ideales le sirve al ser humano de sustento. Como que no queremos salvar al ser humano sino a las ciudades que le vuelven mierda la vida. Las grandes ciudades son campos de concentración donde los obreros (esclavos) y los amos (patrones) están obligados a convivir, apretados y relativamente cerca de todo lo que huela a medio de producción y a centro comercial. Esta relación con el medio ambiente nació con el capitalismo, y a ella seguimos amarrados, aun cuando se supone que construimos el socialismo u otra sociedad distinta.
Los venezolanos tenemos la desgracia extra de que nos impusieron como emblema cultural una novela medio coñoemadrita ella: Doña Bárbara es la metáfora del hombre “civilizado” que llega al campo a imponerse a la “barbarie”. No sólo en la literatura glorificamos a Santos Luzardo, también lo hemos hecho en nuestra historia política, en los movimientos demográficos, en la vida cotidiana: hoy 80% de la población vive en las grandes ciudades y todo lo que huele a campesino y a labores de la tierra nos produce como cosita. La expresión “Caracas es Caracas y lo demás es monte y culebra” nos sale de la boca con una sonrisa. Pocos nos damos cuenta de que esa sonrisa es una burla macabra contra nuestras posibilidades de salvación: cuando termine el deslave del capitalismo necesitaremos volver a la tierra, allá al monte y a la culebra, para reencontrarnos como seres humanos.
Unas 600 familias han de ser desplazadas porque Caracas, Vargas y el Tuy necesitan el agua de las montañas de Guatopo. Un tubo inmenso de 70 kilómetros y 3 metros de diámetro será colocado desde un embalse que se construirá en la cuenca de varios ríos maravillosos afluentes del Cuira, hasta la represa de Taguaza, allá donde termina Barlovento y la vía se bifurca rumbo al Tuy y a Caracas. El monstruo de metal y concreto le robará a aquellos ríos magníficos 12 mil litros de agua por segundo. Esa agua vendrá a ponerle una curita al cáncer mortal que son estas ciudades inviables: Caracas, El Junquito, Vargas y el Tuy se alimentarán artificialmente de las aguas de este Parque Nacional, en cuyo corazón se construirá un embalse con capacidad para 700 millones de metros cúbicos.
Y el colofón: en ninguna parte se menciona el hecho pavoroso de que para realizar el proyecto deberán ser sacadas de la zona unos seis mil seres humanos. ¿Para qué Barrio de Petare o Charallave serán obligadas a marcharse esas personas? Allá han ido unos burócratas a marcar con números negros las casas que serán destruidas o cubiertas por las aguas del embalse. Sin derecho a pataleo: 6 mil personas tienen que perder su identidad, su relación de pertenencia con la comunidad, su derecho a vivir una vida en contacto con la naturaleza, porque a unos caraqueños les dio la gana de decretar que 5 millones necesitan el agua de la montaña para seguir construyendo el espejismo de una Caracas que no puede más. Que ni con un océano será posible de humanizar, ya que la sed de nosotros no es de agua sino de justicia y humanidad.
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Un visitante-comentarista (Carlos) me dejó este video de Bob Marley acá abajo en la sección Comentarios. Maraca e video, compa, y qué oportuno y pertinente. Ahí se lo dejo: