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Artículos referenciales:
CAVEP dice que intención del gobierno es asfixiar a la educación privada
Los maleducados
Otra vez los maleducados
Los enfermos privados
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A los padres de niños que estudian en colegios privados los están estafando. La primera señal de este delito horrendo es la naturaleza de la “mercancía” sometida a compra-venta. Dicen los estafadores que la educación en los planteles públicos es un asco, en lo cual tienen razón; en lo que pecan es en hacer creer que la “cosa” que venden en los planteles privados es distinta, es superior, de mejor calidad. Dicen ellos que hay una “educación privada” y una pública, y exhiben como una demostración de la superioridad de la primera el que los niños educados por privados sacan mejores notas y “están mejor preparados”.
Ni de vaina se pasean por los dos puntos clave:
- 1) los niños pobres, hijos de gente pobre en estado permanente de rebeldía, asisten a planteles públicos, arrastran una carga de hambre, insalubridad y otras condiciones adversas. Por origen, entorno y naturaleza, estos niños no han venido al mundo a reproducir dócilmente esquemas impuestos por una sociedad para niños mimados, sino para violentarlos. Un muchacho que no repite fielmente lo que lee o le dicen tiene que ser reprobado por la fuerza, en la escala miserable y castradora del sistema evaluativo en vigencia. Y ¿a quién le interesan los dictámenes de un orden que te condena a ser esclavo?
- 2) Los niños ricos van a clases bien desayunados y debidamente estimulados para absorber cuanto el Estado Burgués les inculca en forma de doctrina. Los padres de estos niños se dejarían decapitar defendiendo el embuste de que esos niños están recibiendo “educación privada”, cuando la realidad es que se trata de la misma educación burguesa de siempre, de los tiempos en que los Gobiernos caminaban de la mano con los empresarios. Estos niños, adiestrados al igual que sus padres en las “artes” del amoldamiento dócil a la cultura dominante, impuesta por el hombre blanco y “exitoso”, sobresalen en eso: en reproducir sin problema alguno las indicaciones de una sociedad que les tiene reservado el papel de sujetos dominantes.
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Ahora sí, el editorial de Temas:
En un increíble caso de patología colectiva, un club de estafadores y mercaderes de la educación ha convencido a sus víctimas (clientes), padres y representantes de planteles privados, de que la educación no es un derecho sino una mercancía por la cual hay que pagar, y mientras más se pague por ella ésta será de más calidad. Una estafa monumental a la vista de todo el país, y defendida con argumentos idiotas que pretenden mezclar libertad ciudadana con libertad para hacer negocios a costa de los estudiantes
Nuevamente el absurdo y la prepotencia afloran en las palabras y acciones de la derecha. La enfermedad antichavista ha alcanzado tales abismos de insania mental que sus promotores son capaces de renunciar a sus derechos, o proponerles a otros ciudadanos que renuncien a los suyos, con tal de oponerse automáticamente a todas las medidas del Gobierno nacional. En estos momentos está en desarrollo una protesta subnormal promovida por los mercaderes de una llamada “educación privada”, quienes han convencido a un minúsculo grupo de padres y representantes (es decir, a sus clientes) para que impida que el Ejecutivo le ponga límite a los aumentos de las matrículas o mensualidades en los colegios privados. Ha dicho el Ministerio de Educación que este aumento no debe pasar de 15%, pero los vendedores de “educación privada” han hecho simulacros de asambleas en las cuales sus víctimas (clientes) EXIGEN que ese aumento sea entre 20 y 40 por ciento.
Esto de los mercaderes no es un insulto gratuito: de verdad-verdad, existen agrupaciones de empresarios que se han enriquecido haciéndole creer a la gente que la educación no es un derecho constitucional sino una mercancía por la cual hay que pagar, y que mientras usted pague más dinero la educación será de mayor calidad. A ese negocio repugnante, a ese tráfico de doctrina, se dedican empresas como la Asociación de Institutos de Educación Privada (Andiep), y la Cámara Venezolana de Educación Privada (Cavep), esta última perteneciente a un magnate de nombre Octavio De Lamo.
Este De Lamo ha convencido a sus víctimas, a la pobre gente rica que tiene a sus chamos estudiando en planteles privados, de que es muy importante subir y subir hasta el infinito las tarifas de los colegios, porque el día que esos precios bajen o se mantengan la calidad de la educación va a bajar. Uno se pregunta qué clase de desperfecto emocional puede estar operando en el cerebro de quienes se dejan convencer por discurso tan sórdido y criminal; cómo un representante puede creer que debe pagar (y no sólo pagar sino PAGAR MÁS) por la educación de sus hijos. Hasta que uno hurga en las asambleas que han tomado esta decisión y da con la respuesta: esa decisión no la han tomado los padres y representantes en pleno sino una minoría que se siente con derecho a imponerle decisiones a los demás.
El mecanismo funciona así: De Lamo y sus estafadores convocan a una asamblea con los sujetos más ricos cuyos hijos estudian en los planteles; éstos dicen que el aumento debe ser de 40 por ciento, y los pobres padres y representantes que no pueden soportar estas tarifas tienen que acatar por carambola, por decisión de otros. La otra opción que les queda es someter a sus muchachos al trance siempre desestabilizador del cambio de plantel.
¿Será muy difícil convencer a las autoridades de que estos procedimientos están fuera de la Ley y que es preciso investigar y castigar como se castigan todos los hechos criminales?