martes, 3 de abril de 2007

El cura sádico de Barquisimeto

Hace dos años tuvo lugar en Barquisimeto uno de esos hechos que lo llenan a uno de esa clase de rabia que llega y se instala allí para quedarse: es imposible volver a dormir tranquilo cuando uno se entera de que un hombre abusa sexualmente de un niño de cinco años, y que la Justicia se empeña en dar todas las vueltas y maromas posibles para que ese coñoemadre permanezca en libertad, o al menos sin ser condenado.

El autor de la salvajada es sacerdote; en algún momento del juicio se descubrió que el caso de Barquisimeto es apenas uno en su currículum, pues al ver al sujeto detenido y reseñado otras madres se animaron a denunciarlo por casos anteriores. Poco que hacer: es difícil demostrar una violación años después de sucedida, pues no queda evidencia viva a la cual acudir. Es la palabra de la víctima contra la del victimario, y en este caso la del victimario vale más porque todo lo que un hombre de sotana suelta por la jeta es sagrado e irrebatible. ¿Verdad, Castillo Lara? ¿Verdad, Dupuy? ¿Verdad, Porras?
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La alta jerarquía eclesiástica de este país lo apoyó incondicionalmente cuando estalló el caso en los periódicos y ahora, cuando se ha anunciado que la rata que hoy nos ocupa puede salir en libertad debido al retraso en el proceso, sigue haciéndolo. Ha dicho el arzobispo de Barquisimeto: “Él sigue gozando del apoyo de la arquidiócesis. Todos estamos convencidos de que es inocente”.
Según los sagrados pontífices de este país, aquello no fue sino una “venganza política” contra el susodicho cura marico. Al parecer este bicho se aplicó a cacerolear y a azuzar a la gente que iba a su iglesia para que se uniera al sabotaje de diciembre 2002, y se cree o lo creen tan importante que, al verlo acorralado y descubierto, la Iglesia se sacó de la manga esa tremenda carta: no es que el tipo sea un violador, es que el Gobierno lo está persiguiendo porque es un héroe y Chávez tuvo que inventarle un cuento para que no le restara popularidad.

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Hemos leído en el diario Panorama que el cura sádico permanece en el internado judicial de San Felipe, en Yaracuy; allá fue a visitarlo su pana el arzobispo de Barquisimeto, otra joya más de apellido Chirivella, y miren qué tierno el comentario que hizo: “Le asignaron una buena habitación, aunque es estrecha, pero duerme tranquilo”.

¡Pobrecito, nojoda! Un cuarto tan estrecho para ese pobre hombre. ¿No se dan cuenta que Dios necesita un espacio más grande y le será entonces muy incómodo ir a visitarlo? Yo les pido formalmente a las autoridades de la Dirección de Prisiones que saquen enseguida a ese tipo de allí urgente. Creo que los pasillos abiertos y llenos de hombres hacinados que hay en cualquier cárcel pueden sentarle bien. Además, él necesita estar entre pecadores. ¿Cómo si no va a predicar el bien y a salvar almas? ¿Por qué tienen aislado a ese risueño pastor que, por lo demás, ha demostrado tenerles un cariño fuera de serie a los niños?
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Esto es contigo, Castillo Lara. Esto es contigo, Baltasar Porras. A mí me parece que ustedes andan así como equivocados al querer convencer a la gente con ese cuento de que aman la paz, la pureza y la virtud del ser humano. Uno entiende que entre bomberos no se pisen la manguera y entre curas no se pisen la sotana, pero en el caso del cura sádico de Barquisimeto se les ha ido la mano. A ti, Castillo Lara, que tan larga has demostrado tener la lengua a la hora de empatarte en la fantasía de los Poleo y soltarte a decir que te declaras en desobediencia, ¿no sería bueno que clamaras así de alto y así de recio y así de audaz contra ese aberrado? ¿No te parece, viejito jodedor, que antes de limpiar la casa de los demás debes tener limpia la tuya propia? ¿No te da pena, bicho? ¿A cuánta gente has de mandar a partirse el lomo en guarimbas y demás mamelucadas para que el horrendo caso del cura marico de Barquisimeto, que en breve estará libre en las calles, pase por debajo de la mesa?

Octubre 2005

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