martes, 20 de abril de 2010

Nada tenemos que celebrar el 19 de abril: el ejemplo mantuano y el santo inquisidor que convertimos en héroe


Veamos ahora un ejercicio de memoria histórica simple. Responda las preguntas que se formularán más abajo.

Año 1799, Plaza Mayor de Caracas, hoy Plaza Bolívar. Un espectáculo atroz, lamentable, doloroso, destinado a dejar una huella imborrable en esa generación de venezolanos. A un hombre lo llevaron atado de manos hasta una de las esquinas, escoltado por un grupo de soldados armados y asediado por un cura que le leía extractos de la biblia y cada diez segundos le preguntaba si se arrepentía de haber ofendido a Dios. En aquella esquina había un cadalso con su cuerda lista para ahorcar; una puerta en el centro del piso y a un lado un tipo ahí, más o menos conocido en la época. El hombre atado fue colocado de pie en el centro del cadalso, le amarraron la cuerda en el cuello y la puerta del piso se abrió. El hombre colgado empezó a patalear, y entonces el personaje que estaba a su lado entró en acción: de un salto se le colgó a caballo por la espalda como en los juegos infantiles. Su función al hacer eso era tremendamente cruel y macabra a pesar de su objetivo teóricamente compasivo: hacer que el hombre muriera más rápido, que el cuello colapsara rápido por efecto del peso de ambos cuerpos. El cadáver fue despedazado y sus extremidades y cabeza exhibidas en las entradas de la ciudad, para escarmiento de facinerosos y promotores de la libertad o la República. Así murió José María España, acusado del delito de conspiración contra la Corona española.
Preguntas: ¿Recuerda en qué fecha ocurrió esa ejecución? ¿Recuerda qué fue de la vida de su compañero de aventura emancipadora, Manuel Gual? ¿Recuerda la fecha en que nacieron esos señores, o la fecha en que se supo de la conspiración? ¿Tiene idea de por qué ninguna de las fechas relacionadas con el movimiento de Gual y España ha sido declarada fecha patria, día feriado o al menos digno de recordación por todos los venezolanos?
Más abajo quizá le demos alguna clave.
Ahora responda: ¿le suena la fecha 19 de abril de 1810? ¿Y por qué esa sí la recuerda tan fácilmente?

Este es otro de esos hitos históricos cuya manipulación en las narrativas oficiales le ha dado forma a una especie de epopeya patria e institucional donde predominan las gentes de buena familia (“buena”: blanca, rica, de alcurnia, dueña de esclavos y propiedades: europeos aunque nacidos en América), los gestos elegantes y caballerescos, las maniobras políticas del tipo de las que destilan un olorcito a juego de ajedrez. Un famoso óleo muestra el momento en que se firma el acta que da por concluida la gestión del renombrado Vicente Emparan, Capitán General, y se nombra el nuevo gobierno formado por un combo de blancos criollos (mantuanos); es una escena sobria y de aires cortesanos (nada de sujetos ahorcados y despedazados), salvo por la presencia de dos personajes que desentonan: en el extremo derecho del cuadro, un negro mira la escena tras una baranda con una sonrisa idiota, y un borracho (seguramente un indígena o blanco pobre) que probablemente entendía algo de lo que estaba pasando, pero nunca lo sabremos porque el tipo cargaba una pea de esas que en el llano mientan “rompeñemas” y está mirando para otro lado, de espaldas a la historia.
A ese lugar marginal, segregado y vergonzante queda relegado el pueblo, y no hay que culpar al pintor por haberlo retratado de esa manera. Sin necesidad de tener una cámara digital ese artista estaba registrando con precisión panasonic el momento social y político: el nacimiento de la República fue un asunto de señorones ricos, poderosos, blancos y esclavistas, y el pueblo un detalle decorativo (o más bien desagradable) allá al fondo; unas bestias a las que era preciso adular porque, ante los acontecimientos europeos, era necesario invocar al populacho. Por allá se hablaba de Derechos del Hombre, de igualdad y todo aquel peligroso discurso (era la pujante sociedad burguesa preparándose para la era industrial, arrasando con los modelos feudal y esclavista), y había que guardar las apariencias. Parecer civilizado pues, así esa apariencia de civilidad y mente revolucionaria no soportara una inspección de haciendas, caserones y otros campos de concentración donde se pudrían la servidumbre y el rebaño de esclavos. Imagínense a los Bolívar, los Ribas, los Palacios y Blanco; los Espejo, los Salias, visitados por el Seniat de la época…
***
¿Recuerdan cómo perdió su empleo el Capitán General Vicente Emparan? El tipo es obligado a pararse en un balcón y a preguntarle al pueblo agolpado en la Plaza Mayor si quiere que él siga gobernando. Ha querido la historia oficial imponer la versión de que el pueblo enmudeció al ser interpelado de esta manera, y que tuvo que venir a poner orden y enderezar el rumbo de la historia patria un prohombre, un iluminado, un prócer, un ser esclarecido; un maldito cura chileno, representante de la santa inquisición (la iglesia) y por lo tanto seguramente responsable del descuartizamiento en vida de más de un hereje: el tal Cortés de Madariaga. Otra vez el pueblo imbécil anulado por su estupidez, y otra vez el blanco criollo (y otro cura: los bichos están en todas partes) interviniendo para que las cosas se hagan como Dios manda y no como lo quiere el perraje vil: ve tú a saber qué hubiese respondido el pueblo si el Madariaga no le hubiera enseñado a decir que “no”, mediante una seña con el dedo, detrás del Capitán. Ya me estoy como arrechando.
***
Lo demás es filigrana política y justificación automática de algunos gestos controversiales de la “Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII”, que así se llamó la instancia que tomó el poder. ¿Le suena muy europeo? ¿Y por qué será?
Regresemos a Gual y España. En su movimiento participaron individuos de todas las clases sociales, excepto los mantuanos. Su propuesta incluía proclamar los principios de igualdad, fraternidad, libertad y propiedad; la gradual eliminación de las clases sociales; la “exportación” de la revolución a toda América; la adopción de lo contenido en la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano. También suena europeo y burgués, ¿cierto?
Esa es la clave: burgués, mas no feudal o esclavista. La pelea de 1810 fue entre blancos (ricos, propietarios) de aquí y blancos (ricos, propietarios) de allá. nada tenemos los pobres que andar celebrando el 19 de abril. Si algún bicentenario hay que celebrar sería bueno prepararse para 2014: doscientos años del único mkomento en nuestra historia en que el pueblo tuvo y ejerció el Poder. Lo demás es paja oficial y adoradora de la historia europea.

12 comentarios:

alberto carlos bustos dijo...

ey, pero el cuadro emblemático fue pintado por un pardo y creo que eso es lo que explica la presencia del pueblo mesmo. claro, eso son elucubraciones mías, así como me parecen elucubraciones tuyas lo del 19 de abril en cuestión. elucubrare humanum est!!!

PuebloSurcpp dijo...

Lamentablemente, mi pana, seguimos alimentando y alimentándonos con la historia oficial. Ya decía alguien que la historia la escriben los vencedores... ¿o los que tienen el poder?
La victoria del pueblo llano, la de 2014, no será celebrada porque poder no celebra alebrestamientos de gente váquira sin jefes diciéndoles qué tienen que decir o hacer.

Diego dijo...

Si me preguntas a mí la fecha exacta de la celebración sería el 3 de febrero de 1814 (para hacer el desfile en Los Próceres). Saludos compadre.

ECM dijo...

Toda esta verga perro es historia europea, nosotros como pueblo nada tenemos que ver con ella por eso corrijo a Diego, el pana esta equivocado la fecha exacta pa celebrar nuestro bicentenario es el 27 o 28 de febrero del 2.189, lo malo es que ya andaremos con los huesos blancos

Ivan Sotomayor dijo...

Saludos, Duque.

Una pregunta, como para hacerte arrechar un poquito más:

¿A qué fecha de 1814 te refieres?


Un abrazo.

JRD dijo...

A.C.Bustos
Sí señor, elucubrando estamos.

Guara
Así es, y ojalá ese 1814 nunca sea fecha patria oficial, porque lo que se oficializa se jode. Mejor la seguimos celebrando los maldecidos, los desobedientes, los sucios, los que nunca seremos domados.

ECM
Esa es una tarea brava pero necesaria: explicarles a los nuestros que la recuperación de nuestra autoestima pasa por saber cuál es nuestra historia y cuál es la de ellos, la del enemigo.

Iván.
Agarra una fecha cualquiera de ese año, la de tu preferencia, y defiéndela pero desde tu condición de tipo del pueblo. Total, la historia del pueblo no está hecha de hitos sino de procesos.

Te propongo el mes de julio, cuando por primera vez el Pueblo gobernó a este país de blancos y propietarios desde su propia capital, en sus propias narices.

O el 5 de diciembre, cuando matan a Boves en la batalla de Urica: muerto el jefe, el pueblo siguió palante y ganó la batalla, acabando con la II República mantuana. Eso es una hazaña, pero nunca la leerás así en los libros de historia patria "bolivariana".

romrod dijo...

muchos historiadores de esos que llaman "serios" también opinan parecido a lo que tu planteas acá. Celebrar el 19 de abril no es más que celebrar la defensa del derecho divino de don Fernando VII. Pero el gobierno militarista de turno va y decide celebrar por todo lo alto en lugar de explicar claramente todo. Aunque bonito le quedó el desfile, no hay que ser mezquinos, supongo que muchos compatriotas sudaron bello para que quedara así y eso se reconoce.

Pedro Gonzalez dijo...

De acuerdo. Lo que más arrechera da es lo del cura mandando decir que no. Era un movimiento de blancos criollos que querían comerciar directamente con Inglaterra y Holanda sin pagarle peaje a los españoles, que estaban jodidos sin gobierno y era muy fácil sacar en ese momento. De paso los tipos eran oportunistas y cobardes. Su gran miedo era lo que había pasado en Haití unos años antes. Cierto lo de Gual y España, los marginales de la historia. Sólo se habla del mantuanaje. Después pusieron la torta y Monteverde se los echó al pico.

Anónimo dijo...

Chamo, no era Pedro Gual, que sobrevivió al mismo bolívar y fue junto a santander entusiasta por la incorpración de EEUU al anficitiónico. Fue Manuel Gual.



RAmiro Hellmeyer

JRD dijo...

Ramiro Helmeyer
Ahí tienes, pues, por si había dudas sobre la ignorancia de uno sobre temas y datos que debería conocer...

Gracias.

Hanna dijo...

José, estoy leyendo este artículo hoy. Llegué a ti por vueltas del twitter y me gustó tu perspectiva y tu franqueza. Comento este artículo en particular porque estoy trabajando para la exposición "La revolución de 1810", producida por el Museo Nacional de Historia (en proceso de creación) y presentada en los espacios del Museo de Bellas Artes en Caracas.
Ojo, no soy historiadora.
Sobre el 19-abr tenía la versión simplona que me eneseñaron en el colegio: un tipo preguntando en un balcón si querían su mando y un gentío repitiendo como borregos que no porque alguien hacía señas detrás del que preguntaba.
En la exposición desmontan esa historia, desmontan el cuadro y se hace un planteamiento interesante, diferente y que rescata la participación de algunos invisibilizados. Si bien el momento histórico fue secuestrado por la oligarquía, hay referencias de la participación activa del pueblo, especialmente de los pardos.
Te invito a visitar la expo y tomarnos un café para conversar.
Puedes ubicarme por TW: @carjevschi o a mi correo carjevschi@gmail.com
Saludos.

Sergio Duque dijo...

Cuando Miranda refresa, me cuenta la prg Carmen Bohórquez, una de las primeras cosas que hace es organizar un acto patriota en la Plaza Mayor.En una suerte de marcha, donde iban pardos e indígenas, el carajo llevó su bandera para izarla por vez primera. ¿Sabes quién la llevaba? un hijo de Pedro Gual, quien había sido su secretario. De esa forma, MIranda les restregaba a los arrastraos su homenajae a este hombre.
Uno de los que más despreciaba a Miranda era un mestizo renegado, redactor de un sistema electoral discriminador y de corredactor de una constitución federalista ( a lo que se opuso Miranda): Juan Germán Roscio. Un pendejo que pagó para estudiar derecho y mezclarse con los mantuanos, que nunca lo aceptaron como parte de ellos, el mismo que participó en los juicios contra los héroes del desembarco de 1806.